Tras dos años de recesión, el rebote del 2025 pierde fuerza. La agresiva apertura importadora de la aduana (ARCA) y el atraso cambiario están transformando a los fabricantes en importadores, mientras la pérdida de empleos asalariados pone un techo a la recuperación del consumo.
Cuánto rebotará la economía en el 2025, esa era la pregunta que todos se hacían al comienzo de este año. Tras dos años consecutivos de recesión, la expectativa era grande. Tanto el FMI como consultoras privadas preveían un salto de la actividad en torno a 5,5% e incluso hasta 6%, pero esas proyecciones fueron ajustándose a la baja conforme transcurrían los meses y la actividad industrial continuaba en rojo. Hoy, el organismo con sede en Washington moderó la expectativa en torno a 4,5%, mientras que hay consultoras que estiman en 4% el rebote para este año.
Recesión industrial, contracción del sector asalariado y caída de la demanda son los principales indicadores que tiraron abajo las proyecciones más auspiciosas. Por el lado de las unidades fabriles, si bien este año terminará con números positivos en el acumulado, no alcanzan a recuperar la caída que el sector manufacturero sufrió en el 2024, en donde se contrajo 10%. De acuerdo a relevamientos oficiales, la industria lleva cuatro meses consecutivos con caída.
La apertura importadora es la principal causa del deterioro de la actividad industrial. Según relevamientos de la consultora PxQ asistimos al experimento aperturista más agresivo de la historia moderna del país. De los últimos procesos aperturistas, a la experiencia menemista le llevó 10 años pasar de una economía cerrada a que las importaciones representen el 22% del PBI, mientras que Macri partió de una apertura del 25% y la llevó al 32% del producto en un período de tres años.
Mención aparte merece la experiencia mileista que recibe una economía en donde las importaciones tenían un peso del 20% y la lleva al 33% en menos de un año. En efecto, la celeridad con la que se producen los arribos de importaciones (por quita de aranceles y atraso cambiario) impide a la industria acondicionarse para competir. Con bienes de consumo incrementando 60 por ciento en cantidades e importaciones chinas crecientes, los industriales repiten lo mismo “es imposible competir contra bienes subsidiados por países asiáticos sin acceso al crédito, sin exenciones impositivas o políticas que nos permitan ganar competitividad”.
Importar para sobrevivir, el fin de la planificación productiva
La reacción de las unidades fabriles es la contracción y trocar trabajo por importación. Un destacado fabricante de baterías local aclaró a LNM que cierran el año “en un 30 por ciento abajo en relación a los volúmenes del 2024 que había sido un mal año”. Si bien el último cuatrimestre es estacionalmente positivo para el sector por el acondicionamiento del auto para viajar, lo que moderará la caída, cierto es que la compañía tuvo que modificar su planificación productiva.
Desde la empresa revelaron que no solo debieron cerrar dos sucursales, sino que “el grupo mayoritario de socios no quiere apostar a la producción industrial, por lo que están importando baterías traídas desde India”. Hoy la realidad te lleva a “convertirte en un kiosco”, destacó el empresario consultado, dado que “invertir en innovación y desarrollo resulta una pérdida de tiempo y recursos. Es una mala inversión apostar a la industria, hoy”.
Ni el campo se salva: el impacto en alimentos y maquinaria
No se trata de una realidad aislada sectorizada en una industria específica. Contrariamente, la agroindustria, destacada por su competitividad en la argentina agropecuaria, tampoco goza de buena salud. Se destacan dos categorías en este sector afectadas por el aperturismo. Principalmente, en la industria alimentaria hay contracción en la producción de bienes claves, tales como: galletitas, pastas, alimentos enlatados, gaseosas, yerba y vino, de acuerdo a relevamientos de Indec.
De esta contracción dio cuenta la multinacional Mondelez que frenó la producción de una de sus plantas más importantes generando suspensiones masivas. La combinación de consumo interno a la baja e importaciones creciendo en las góndolas terminó decantando en reducción productiva.
Asimismo, un referente de la industria de la alimentación consultado por este medio comentó en off que la campaña navideña de esta temporada estuvo atravesada por “un grado de imprevisibilidad muy grande”. Si bien tuvieron un volumen de colocación “razonable”, resignando rentabilidad esperan tener “ventas normales”. El empresario destacó que, al ser una campaña de período largo, en donde se compran los insumos en mayo para producir en junio y vender en noviembre/diciembre, “los problemas de rentabilidad y costo de financiamiento impiden producir un poco más”.
Mientras que la otra categoría destacada de la agroindustria de bienes de capital, la maquinaria agrícola, no alcanza a recuperar la debacle del año pasado. La combinación de aprobación de importación de maquinaria usada de EEUU. más dólar barato hizo que pese a tener una campaña con cosechas récord no se haya recuperado la fuerte caída del 2024 (-31%).
Menos empleo, pérdida de salarios y un consumo que no arranca
En consecuencia, desde que asumió Milei se destruyeron más de 200 mil empleos asalariados. Esto resulta de contabilizar la caída de los registros en empleos privados, en el sector público y en casas particulares, tomando los datos oficiales de la Secretaría de Trabajo.
Si a la caída del empleo asalariado le sumamos la dificultad del salario para recuperar poder de compra —dado que la recomposición del sector registrado corre por detrás de la inflación acumulada—, la consecuencia inevitable es la contracción de la demanda. En efecto es lo que se observa en el consumo masivo con volúmenes de ventas próximos a los del año pasado (un mal año para la economía en general y para el consumo, en particular), de acuerdo a relevamientos de la cámara que nuclea a las supermercadistas.
De modo tal que el gobierno tiene para el próximo año el desafío de recomponer el consumo, como así también la cantidad de asalariados. La pregunta que surge, dado que los sectores beneficiados son poco intensivos en mano de obra, mientras que la industria representa junto a la construcción el 25% de los trabajos registrados, ¿puede este modelo generar los empleos que destruye el aperturismo?
Fuente: La Nueva Mañana



