El Cordobazo fue el punto culminante de un encadenamiento de puebladas en todo el país a lo largo de los primeros meses del año 1969.
En Córdoba se unieron obreros, estudiantes y buena parte de la sociedad, haciendo tambalear la estructura defensiva y represiva del orden establecido.
La ciudad fue tomada durante muchas horas por el pueblo en lo que resultó una clara expresión de conquista de poder temporaria que contribuyó decididamente a debilitar el gobierno de facto del dictador Onganía, apresurando la caía de un general que había prometido gobernar más de 20 años.
Cuatro meses después del Cordobazo, Raimundo Ongaro escribe una carta desde su encierro en la cárcel de Caseros que fue publicada por la revista “Cristianismo y Revolución”.
En algunos de sus párrafos dice:
“Yo creo que, en la segunda etapa de la CGT se van a tener que crear los cuadros militantes que puedan tener la movilidad, el entendimiento suficiente, la clandestinidad incluso suficiente como para poder operar en todos los terrenos. Porque hoy, cuando se está en época de resistencia, cierto tipo de acciones de masa se pueden hacer desde las organizaciones sindicales. Pero las organizaciones que pueden ser capaces de tirar abajo el sistema no pueden estar dentro del sindicalismo, porque si no prácticamente estaríamos encarcelando a las propias organizaciones gremiales.
Por eso, en esta segunda etapa, creo yo que todos estos grupos revolucionarios -estén en el sindicalismo, en el estudiantado, en la juventud, en agrupaciones, tendencias- tendrán que encontrarse zonalmente, para desde allí crear las organizaciones de impacto, de respuesta, de acción y que puedan disponer de los medios y elementos necesarios para lo que significa en definitiva la toma del poder”.
Por Hector Amichetti