El triunfo de Trump y su política proteccionista. Amenaza de despidos en Ternium por la apertura a las importaciones chinas. ¿Una reconfiguración del escenario económico?
Todo indica que se está asistiendo a una reconfiguración en el panorama económico argentino y, también, en la relación entre el gobierno de Javier Milei y los grupos dominantes en la economía local. Dos novedades importantes de la semana que merecen una lectura cuidadosal: el contundente triunfo de Donald Trump en las presidenciales de Estados Unidos, y el anuncio que hizo la empresa insignia del grupo Techint al gremio metalúrgico, de que analiza la posibilidad de resolver 600 despidos antes de fin de año, como un «ajuste necesario del 15 por ciento de sus costos» para equilibrar las cuentas de la compañía en un contexto de caída de la producción.
¿Están vinculadas ambas noticias? Sí, y mucho. Veamos.
Primero, el golpe de escena en el plano internacional. Donald Trump gana las elecciones por un margen que no había obtenido en su anterior éxito, ocho años atrás. Asume un discurso nacionalista y proteccionista mucho más fuerte que el que esgrimía entonces. Amenaza con una nueva guerra comercial con China, pero prioriza los intereses económicos norteamericanos también frente a cualquier otro competidor. Ahora, además, controlará ambas cámaras del Congreso. Y sostiene la conveniencia de un rápido acuerdo con Rusia para terminar con la guerra en Ucrania.
Si uno mide las consecuencias económicas para el actual modelo argentino, cabría expresar algunas dudas sobre el entusiasmo expresado por el gobierno argentino con el triunfo republicano. Si hay «arreglo» con Rusia, no pasará mucho tiempo para que dicha potencia vuelva a ser el gran proveedor de gas a Europa, lo cual incidirá negativamente sobre la demanda mundial de gas natural licuado (GNL), al cual Argentina le viene jugando muchas fichas.
La demonización de China tampoco parece una buena noticia para Milei, justo cuando acaba de descubrir las ventajas comerciales y financieras que le otorgaba una buena relación con Beijing.
En el plano geopolítico, América latina no aparece como un espacio que Trump vaya a privilegiar en su política de alianzas, si es que llega a tener alguna. Así lo ha entendido Brasil, cuyo gobierno tiende a respaldarse más en la relación con los BRICS y con China, antes que esperar algún gesto amable de los Estados Unidos.
En este panorama, hasta suena excesivamente audaz pensar que un gobierno de Trump posibilitaría que el FMI abra la mano para ofrecerle nuevos créditos a la Argentina. Vale recordar que «el favor» que recibió el gobierno de Mauricio Macri con el crédito extraordinario del Fondo en 2018, fue más un gesto por la relación personal entre Trump y los Macri que por razones políticas. De hecho, varios allegados a Trump le cuestionaron la «decisión intempestiva» que tomó en favor de Macri, cuando un año después se comprobó que en vez de fortalecer a su gobierno, los recursos prestados sólo alimentaron la fuga de divisas por parte de capitales especulativos.
En síntesis, el proteccionismo estadounidense y la confrontación con China configuran un nuevo escenario económico internacional. Paolo Rocca no es el primero que lo advirtió, pero sí quien lo expuso en público más explícitamente que nadie. El titular de Techint reclamó, dos semanas atrás, al gobierno de Milei un «compromiso con la defensa de las actividades industriales», en especial, por la amenaza que representa China. Indicándole además que es lo que hacen todos los países que aspiran a tener algún grado de desarrollo industrial.
Guillermo Francos, jefe de gabinete, fue quien tomó la palabra para responderle que no estaba en el horizonte del gobierno elevar los aranceles a las importaciones, ni siquiera a las provenientes de China. La respuesta de Rocca llegó esta semana. Considera imprescindible tomar recaudos para evitar el ingreso de chapa proveniente del gigante asiático, que podría ingresar a menos de la mitad del precio local actual, estiman en el propio sector. Si no se van a tomar, Ternium, la principal fabricante de aceros laminados y hojalata, deberá reducir los costos de producción en su planta de San Nicolás (la ex Somisa) para adaptarse a una menor escala de producción. La consecuencia: 300 despidos directos, más otros 300 en servicios tercerizados, más otra cantidad no precisada como impacto indirecto en todas las empresas medianas y pequeñas que orbitan sobre su producción.
Las cifras del tercer trimestre del año de la acería de Techint marcan una caída de la producción del 19 por ciento con respecto al año pasado. Si se toman los primeros nueve meses acumulados de producción, la baja con respecto a 2023 es del 24 por ciento. Un derrumbe de una empresa absolutamente líder que está muy ligado a la recesión que provocó la misma política que la cúpula empresaria aplaude.
El tema es que, si hubiera una recuperación a partir del año que viene, como muchos en ese núcleo empresario auguran, si el comercio exterior tiene abiertas las puertas de par en par, a muchos sectores no le llegará el beneficio porque la demanda será absorbida por los insumos importados.
No es que Rocca haya renunciado a sus ideales neoliberales. «La industria latinoamericana puede competir con cualquier otro mercado occidental, pero con China no se compite», son firmas estatales las que exportan y con un precio político, sostiene. Y si no hay un gobierno que lo entienda, eso le pone un límite a la relación.
Tampoco es que Milei haya renunciado a su tradicional apego y defensa de los intereses de las grandes corporaciones, que además es de donde surgió. Pero la relación de su gobierno con el de China está atravesada por un crédito en la forma de swap por 20.000 millones de dólares, cuyos vencimientos necesita seguir postergando y, en lo posible, ampliarlo. Es esta comprensión la que lo hizo cambiar de parecer sobre el gobierno de Xi Jinping, que de «dictadura asesina» pasó a ser «un gobierno cordial que simplemente no quiere que lo molesten». A punto tal de incluir a Beijing entre sus próximos destinos de viaje.
Pragmático como es, dicen sus personas más cercanas, Paolo Rocca juega sus fichas en varias mesas sabiendo que va a ganar en unas pero no en todas. Dentro del reducido grupo que ejerce la conducción política del poder económico en Argentina (brillante definición que debemos a Alfredo Zaiat, ver nota del 12 de julio de 2020), Paolo es «primus inter pares». En ese espacio, se da por sobreentendido que su apuesta en favor del actual gobierno viene de la mano de privilegiar sus negocios en el ámbito de los hidrocarburos y las obras de infraestructura que acompañen su desarrollo. Esto es, tubos y caños para las perforaciones y el transporte de petróleo y gas.
Pero en ese mismo espacio acaba de perder una batalla: la subasta por los activos de Exxon en Vaca Muerta. Le ganó quien figuraba como un competidor menor, Pluspetrol, que imprevistamente redobló la apuesta con una oferta de 1700 millones de dólares, que dejó muy atrás a las otras dos, encabezadas por Tecpetrol y PAE.
No se le escapa a Rocca que los fondos que puso sobre la mesa la empresa creada por Luis Rey proviene de la venta a una empresa china, Ganfeng, de un yacimiento de litio en el norte, por un precio extraordinario, varias veces superior a la inversión que había hecho Pluspetrol tres años antes. Es decir, los chinos pusieron la plata para que Pluspetrol se quedara con los activos en Vaca Muerta que pretendía Paolo Rocca.
También son chinos los capitales que amenazan quedarse con el negocio de los gasoductos y oleoductos, y quizás los tubos para equipos de perforación, que Techint aspira a seguir proveyendo. Si Milei mantiene las puertas abiertas del comercio exterior.
En el nuevo escenario, el proteccionismo que promueve Trump y la competencia agresiva que presenta China son, paradójicamente, dos amenazas que se potencian, sobre todo para países o corporaciones que no tengan una lectura correcta de las consecuencias de su posicionamiento. Rocca y Milei empiezan a mostrar lecturas distintas. Las consecuencias pueden estar, muy pronto, a la vista.
Fuente: Motor Economico