Rueda la historia, está en juego la identidad

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Enrique Dussell, el creador de la Filosofía de la Liberación, siempre se reía cuando alguien en Europa le decía que él venía del “Nuevo Mundo”. Les respondía que mientras muchas ciudades europeas no existían todavía, Technotitlán ya era una capital imperial, lo mismo que el Cuzco.

Dussell era mendocino y mejicano por adopción, uno de los mayores exponentes de la teoría decolonial, y agregaba que nuestra independencia es de principios del siglo 19, mientras que países como Italia o Alemania, se conformaron como Estados nación recién 50 años después. Por lo tanto, ¿quién es nuevo y quién es viejo? Esto se refiere a una de las constantes de nuestra formación y de nuestro derrotismo, siempre mirando para afuera, siempre creyendo que lo de allá es mejor, siempre con planes de estudio que les enseñan a nuestros niños y niñas historia europea sin que sepan nada de los pueblos originarios ni de los afroamericanos. Es parte de la batalla cultural. Europa está convencida de su superioridad, se autoconvenció para después poder convencer a los demás, y así justificar su colonialismo primero, y su imperialismo después. El racismo está en la base de esos fenómenos, y lo peor es que atraviesa a todos, incluso a las víctimas. Por eso, muchos latinoamericanos se convencen de esto y lo repiten como un mantra derrotista y determinista. Por eso también se puede entender que Kiliam Mbappé, que es negro, y tiene orígenes argelinos, cameruneses y nigerianos, diga que la Eurocopa es el campeonato más importante, incluso que el mundial, ninguneando a Sudamérica. Porque el discurso del amo toma como caja de resonancia la voz del oprimido, sin que éste ni siquiera se dé cuenta. Mbappé no sólo se olvidó de Argelia, de Nigeria y de Camerún, también se olvidó de Bondy, el distrito de la periferia de París donde creció, y donde los otros negros como él que no llegan a ser estrellas del fútbol, siguen sobreviviendo en condiciones infrahumanas.

Pero, así como Dussell respondía con datos duros y concretos, nosotros podríamos sugerirle a Mbappé que cuente los mundiales ganados por cada confederación: 12 para Europa (4 Alemania, 4 Italia, 2 Francia, uno España y uno Inglaterra) y 12 para Sudamérica (5 Brasil, 4 Uruguay y 3 Argentina). ¿Cómo que 4 Uruguay? Sí, porque las medallas de oro de los Juegos Olímpicos de 1924 y 1928 son considerados como mundiales, y por eso la FIFA deja que “la celeste” luzca 4 estrellas. Y volviendo a los conceptos de “Nuevo Mundo” y “Viejo Continente”, también en el fútbol es relativo. La Copa América es el campeonato de selecciones más antiguo del mundo, data de 1916, mientras que la Eurocopa es de 1960. Aquella primera Copa América (por entonces llamada Campeonato Sudamericano) se organizó en la Argentina para celebrar el centenario de la Independencia y, de hecho, la Conmebol se fundó el mismísimo 9 de julio de 1916. En aquella primera cita estuvieron el anfitrión, Uruguay, Chile y Brasil. Campeón fue Uruguay, que le ganó la final a Argentina. El 17 de julio de 1916, Uruguay obtuvo la edición inaugural del Campeonato Sudamericano de Fútbol. El éxito de esa copa fue tal que al año siguiente se volvió a disputar, esta vez en Uruguay. Pero para la ocasión, ya hubo un trofeo en juego, el mismo que sigue otorgándose al campeón de América, mide 75 centímetros de alto, 30 centímetros de diámetro, y pesa más de 10 kilos de plata. Fue donado por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Argentina a la Conmebol. Era el gobierno radical de Hipólito Yrigoyen, quien había llegado al poder en 1916. Recordemos que el actual presidente Javier Milei suele remarcar que la decadencia argentina empieza en 1916. Es decir que, para él, la decadencia empieza con nuestra democracia, porque se trató del primer gobierno democrático, que gracias a la Ley Sáenz Peña y al voto universal y secreto, terminó con el régimen oligárquico. Un dato curioso es que, en aquella primera Copa América de 1916, luego del partido en que Uruguay le ganó a Chile 4 a 0, los dirigentes trasandinos protestaron los puntos por la supuesta mala inclusión de dos jugadores uruguayos. ¿Qué había pasado? Que Isabelino Gradín y Juan Delgado eran negros, eran afroamericanos. A ese punto llegaba el racismo en la época, aunque por suerte, la protesta no prosperó. En la tercera edición de 1919, la Copa América fue ganada por Brasil, que venció en la final a Uruguay por 1 a 0 con gol de un tal Arthur Friederich, hijo de un comerciante alemán y de una negra brasileña que lavaba ropa ajena. Dicen las malas lenguas que a ese mestizo se le metía el diablo en los pies y que le fluían jugadas endemoniadas, que ningún contrario podía adivinar, ni mucho menos contrarrestar, que ganaba los partidos él solito. Pero el racismo seguía siendo una realidad, y esta vez no hizo falta que ningún contrario protestara, fue el mismísimo presidente del Brasil el que puso el grito en el cielo, estaba en juego el “prestigio” nacional, no fuera a ser que el mundo creyera que Brasil era un país del África. Así que ordenó a la Confederación Brasileña de Fútbol que para la siguiente Copa América de 1921 la selección no incluyera ni negros ni mestizos. Fueron todos bien blanquitos… y perdieron todos sus partidos. Con el tiempo, los mejores jugadores de Brasil fueron todos herederos de Friederich, todos negros: Zizinho, Didí, Pelé, Garrincha, Romario, Ronaldinho, todos artistas del balón, hasta los actuales Vinicius Júnior y Endrick. Democracia racial, dicen ellos. Sin embargo, y con todo el poderío de Brasil, que lo llevó a ganar cinco copas del mundo, en términos de Copa América, están lejos de nosotros. El Río de La Plata monopoliza el certamen continental: 15 campeonatos Uruguay y 15 Argentina, empatados. Lejos viene Brasil con 9 y luego Paraguay, Chile y Perú con 2 cada uno y Bolivia y Colombia una sola vez. Históricamente, jugaban sólo los países miembros de la Conmebol, que son 10, todos los de Sudamérica menos las tres Guayanas, aquellas hermanitas perdidas que están en la esquina noreste del continente. La República de Guayana, es decir, la ex Guayana inglesa. Surinam, la ex Guayana holandesa, y de donde saliendo grandes futbolistas de las históricas selecciones naranjas. Y La Guayana francesa, que sigue siendo un enclave colonial europeo propio del siglo XIX, pero en pleno siglo XXI. Esas selecciones prefirieron participar de los torneos de la Concacaf, la confederación que agrupa a las selecciones de América del Norte, América Central y el Caribe. Y que, en la 48° edición estará representada por seis selecciones: Canadá, Estados Unidos, México, Costa Rica, Panamá y Jamaica. De hecho, será la segunda vez que ni siquiera se jugará en un país de la confederación organizadora, sino en Estados Unidos. El presidente de la Conmebol, Alejandro Domínguez, ha dicho que será la Copa América más competitiva de la historia, y ojalá lo sea, pero también ojalá que la copa vuelva para el sur. Está muy bien que, ya que se llama Copa América, el torneo se abra a las otras Américas, pero hasta ahí nomás, que la final la jueguen dos selecciones sudamericanas, como manda la historia. Y como me gusta mezclar la historia con el fútbol, vamos a ir haciendo un repaso mínimo por las 15 selecciones que van a desafiar la corona argentina. País por país, un toquecito nomás, como par que, cuando veas esas selecciones en la Copa América, asocies algo de estas historias. De Brasil ya dijimos algo, relacionado al racismo. Al racismo de aquellos tiempos y al racismo de hoy. Recordemos lo que sufre Vinicius cuando en las canchas españolas le tiran bananas o le gritan uh uh uh.

Uruguay. Tiene las dimensiones de la provincia de Córdoba, en geografía y en población. 170 mil kilómetros cuadrados y 3.500.000 habitantes. Y Montevideo, dos millones de habitantes, como la ciudad de Córdoba. Y con ese tamaño, cuenta 15 copas América, y nos emparda. Paraguay. Apenas consolidada la Revolución de Mayo, a fines de 1810 lo mandaron Manuel Belgrano al Paraguay para intentar su apoyo. Mientras estaba con sus tropas asentado en las cercanías de Paraguarí, los paraguayos empezaron a hablar de “el cerro de los porteños”, y de tanto repetir eso el lugar quedó bautizado como Cerro Porteño, un lugar forjador de la nacionalidad y que hoy le da nombre a uno de los principales equipos del Paraguay. El fútbol puede servir para unir a los pueblos, o para separarlos. El principal estadio de Asunción se llama Defensores del Chaco, porque allí se reclutaban hombres para una guerra infame contra Bolivia que, entre 1932 y 1935 dejó 300 mil muertos. Se llamó la Guerra del Chaco y más que entre dos países hermanos, fue una guerra entre la Shell y la Standard Oil por el petróleo. Paraguay ganó la Copa América de 1953. Bolivia. Es donde empezó y terminó todo. La primera revolución fue el 25 de mayo de 1809 en La Paz, un año antes que en Buenos Aires. En el Alto Perú se libró el grueso de nuestra guerra de independencia, casi siempre con derrotas hasta que San Martín ordena que ahí se libre una guerra de guerrillas, con Güemes, Juana Azurduy, Manuel Padilla, Ignacio Warnes, y tantos más. Su independencia llegó recién en 1825, la última de todos nosotros. Fue campeón de la Copa América en 1963. Copa América Bolivia 1963. Allí, el conjunto local exhibió un nivel superlativo, cosechando cinco triunfos y un empate, con la marca de 19 goles a favor para conquistar su primer (y único) título oficial para el seleccionado mayor. Chile. Otro país fundamental para nuestra independencia, así lo entendió José de San Martín, que sabía que, si no cruzábamos la Cordillera nosotros, lo harían los realistas de allá para acá. Parte importantísima de la estrategia continental, para asegurar ese territorio con las batallas de Chacabuco y Maipú, y luego embarcarse por mar hacia el Perú. Chile ganó dos copas América, las dos en penales contra Argentina, en 2015 y 2016. Y si mezclamos fútbol con historia, otro dato, mucho más reciente. En 2019 estalló un sistema neoliberal que siempre se nos había presentado como ejemplo a seguir. El pueblo hambreado salió a la calle a gritar sus verdades, y en ese pueblo convertido en un volcán en erupción, se vio unirse a las hinchadas de los dos equipos más populares: Colo Colo y Universidad de Chile. Fue único y conmovedor. Perú. Es donde se concluyó la guerra por la independencia de Sudamérica, y fue justo hace 200 años. Porque las dos últimas batallas para terminar de echar a los realistas fueron en 1824: el 6 de agosto en Junín y el 9 de diciembre en Ayacucho. Bolívar y Sucre terminaron esa lucha. Pero San Martín la había comenzado al declarar la independencia en 1921. Por eso, San Martín es el Padre de la Patria en el Perú. Y como también es el nuestro, somos pueblos hermanos. Perú fue campeón de la Copa América en 1939 y en 1975. Ecuador. Fue parte de la Gran Colombia (Venezuela, Colombia, Panamá y Ecuador) y por eso su camiseta tiene los colores de la bandera, que es muy parecida a las de sus vecinos. Es un país relativamente pequeño, en el contexto sudamericano, pero muy diverso. Tiene dos grandes regiones, por un lado, la sierra con una clara impronta indígena, y por otro lado la costa, con gran presencia afro. En la sierra juegan Independiente del Valle y Liga de Quito, entre otros, y los equipos argentinos que tienen que enfrentarlos siempre empiezan a mañerear con aquello de la atura. En la costa están Emelec y Barcelona de Guayaquil. Ecuador, futbolísticamente ha crecido mucho en las últimas décadas, pero nunca ganó la Copa América. Colombia. El fútbol colombiano tiene un punto de despegue, y es el año 1948, cuando una huelga de futbolistas argentinos hizo que más de 100 de ellos emigrara para aquellas tierras, entre ellos grandísimos jugadores como Alfredo Di Stefano, Adolfo Pedernera, Pontoni, Pipo Rossi, entre otros. Ese flujo de jugadores argentinos, y más tarde también de técnicos, hizo que el fútbol colombiano creciera. Pero en ese mismísimo 1948 se produjo el magnicidio de Jorge Eliécer Gaitán, quien estaba destinado a ser presidente. Sobrevino el Bogotazo, aquel 9 de abril de 1948 y luego 10 años de persecuciones políticas que derivaron en la conformación de las guerrillas de las FARC y el ELN. Más tarde un nuevo actor se unió al conflicto, el narcotráfico, que llegó a adueñarse del país y por ende, del fútbol. El Nacional y el Independiente de Medellín eran del Cartel de Pablo Escobar, así como el América de Cali era de los hermanos Rodríguez Orejuela. Todo ese drama dejó 7 millones de desplazados y cientos de miles de muertos y desaparecidos. Hoy, sin embargo, Colombia es un ejemplo para el mundo, con su proceso de paz. Ganó la Copa América una sola vez, cuando la organizó en 2001. Venezuela. Es el único país de Sudamérica donde el fútbol no es el deporte más popular. Si vas a Venezuela vas a ver que los estadios que realmente se repletan son los de béisbol, algo que habla de la vinculación cultural que históricamente ha tenido el país con los Estados Unidos, algo que por supuesto viene cambiando en los últimos 25 años de Revolución Bolivariana, primero con Chávez y ahora con Maduro. Obviamente nunca ganó la Copa América, aunque a nivel selecciones, ya no es la Cenicienta que era antaño. Panamá. ¿Es Centroamérica, o Sudamérica? Si le preguntás a tu profe de geografía te va decir que mitad y mitad, tomando en cuenta el Itsmo de Panamá, por donde pasa el canal inteoceánico. Si le preguntás a tu profe de historia, te va a decir que es Sudamérica, porque siempre perteneció al proyecto de Simón Bolívar y luego a Colombia. De hecho, cuando Estados Unidos puso los ojos y las garras en Panmá para construir el canal, el Senado de Colombia le exigió compensaciones y un manejo conjunto. Como eso no le convenció al Imperio, lo que hizo simplemente fue generar la seseción e inventarse un país. Era 1903. Corta Rica. Fue parte de las Provincias Unidas de Centroamérica, un país que en la década de 1821 agrupaba además a Nicaragua, Honduras, El Salvador y Guatemala. Los intereses de las oligarquías locales impidieron que se consolidara aquella unidad y terminaron separándose en cinco países diferentes. Jamaica. Histórico enclave inglés en el Caribe, donde para disputar a España el control de los mares, inventó la piratería. Personajes como Morgan o Francis Drake fueron reales. Aquellos personajes de cuentos, con parche en el ojo y pata de palo, existieron de verdad, y tenían su base en esta isla al sur de Cuba. Luego fue un centro del tráfico de esclavos y por eso su impronta africana que explica también la cultura del rastafari y del reggae. Si tenemos que buscar un héroe nacional, ese es Bob Marley, que cantó siempre a la rebelión pacífica contra la Gran Babylon, que para los rastafari es el Primer Mundo, haciendo una alegoría a la esclavitud del pueblo judío en la antigua Babilonia. El fútbol era la otra pasión de Bob Marley, y su imagen y música está indisolublemente ligada, por ejemplo, al Ajax de Amsterdam.

Canadá. El país más joven de todos los que disputarán esta Copa América. Así como Estados Unidos es el más antiguo, porque su independencia es de 1776, hay que decir que la independencia de Canadá tiene apenas 42 años, se declaró en 1982. Su bandera es de 1965 y de ahí deriva su camiseta. Pero una cosa más: el jefe de Estado de Canadá, en pleno 2024, sigue siendo el rey Carlos III de Inglaterra. Aunque no lo creas. Estados Unidos. Para el final, el anfitrión. Un país donde el fútbol es un deporte de tercer o cuarto orden, superado en popularidad por el béisbol, el fútbol americano, el básquet y el hockey sobre hielo. Si hasta tiene otro nombre el deporte que amamos, le llaman soccer… un verdadero sacrilegio. Pero como una dulce venganza del destino, en las últimas décadas el fútbol ha ido levantando en Estados Unidos, producto de la enorme inmigración latinoamericana, y sobre todo mejicana. Digo que pareciera una dulce venganza del destino, porque esos millones de mejicanos que seguramente llenarán los estadios en esta Copa América, son una minoría cada vez más grande pero siempre discriminada, al punto de ser extranjeros en su tierra. Porque nunca hay que olvidarse que Estados Unidos le robó a México el 60 por ciento de su territorio a mediados del siglo XIX, los estados de California, Nevada, Colorado, Utah, Nuevo México y Texas, entre otros. Otro de los colectivos discriminados en Estados Unidos son las mujeres, como en todos lados. Y quisiera terminar estas líneas con una historia esperanzadora. En sus inicios, la selección femenina de Estados Unidos tenía que jugar con las camisetas que les sobraban a los hombres, y las mismas jugadoras tenían que coser y adaptar esas camisetas. En la década de 1980 empezaron a levantar la voz, para pedir mejores condiciones de entrenamiento. Pero el clik fue la llegada a la selección de Megan Rapinoe, durante muchos años la mejor jugadora del mundo. Pero, además, Rapinoe fue un ejemplo de lucha y rebeldía, la llamaban “la protesta andante”. Se enfrentó con Donald Trump en solidaridad con los deportistas negros que denunciaban el racismo estatal y el maltrato policial. Y en 2019 encabezó una demanda judicial contra la federación para exigir igual pago que a los jugadores varones. La respuesta oficial fue que ellas ganaban menos porque eran menos habilidosas. Megan Rapinoe -capitana de Estados Unidos, elegida mejor jugadora del certamen, activista por la igualdad en el fútbol, ícono LGBT y mucho más- se consagró en la Copa del Mundo 2019. Ese mismo año, la selección femenina de fútbol de Estados Unidos ganó su cuarta copa del mundo. Los hombres nunca lograron eso. Pero el final de esta historia es un canto a la esperanza, porque en 2022 la Justicia de Estados Unidos les dio la razón y, desde el año pasado, las mujeres de la selección de fútbol ganan igual que los varones. Una igualdad que, por ejemplo, en Argentina, vemos aún muy lejana. Son solo algunas historias que, espero condimenten los partidos que veas en esta Copa América. Al fin y al cabo, el fútbol es parte de lo que somos, como la historia misma, la geografía, la literatura o la política.

Por el periodista de los SRT, Mariano Saravia

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