La cooperativa de comercialización y distribución platense implementó una lucha territorial y virtual enfrentando al gigante de la industria láctea. Ante el aumento desmedido de precios y la quita de descuentos, el supermercado «La Amistad», de la ciudad de La Plata, decidió no vender productos de La Serenísima, empresa del grupo Mastellone Hermanos.
Colocó un cartel en su local y posteó en Twitter: «Se suspenderá la compra de artículos LA SERENÍSIMA debido a los aumentos excesivos de MastelloneHnos (línea LECHES, QUESOS, CREMAS, MANTECA, FINLANDIA, ETC). Está Cooperativa no acompañará aumentos desmedidos que afecten la economía de nuestros clientes y trabajará con aquellas empresas cuyos aumentos estén por debajo de la devaluación y realicen un esfuerzo para no volcarle a nuestros clientes el costo del actual cambio en la moneda».
Desde la llegada del macrismo, el Estado no pudo, o no quiso enfrentar a los grandes grupos económicos que subsumieron el rol de los alimentos como bien social, para transformarlos en mercancías sin más objeto que aumentar sus ganancias al máximo posible. Algo que también golpeó a los productores primarios.
Desde 2016 el rumbo de la política económica argentina cambió en favor del sector financiero y especulativo, la primarización y la concentración de los grandes grupos empresariales. Las riquezas se trasladaron desde los trabajadores a los grandes empresarios, lo que se observa en el resultado de la puja distributiva en el período 2016-19, lapso en que la inflación (precio de los bienes y servicios) fue del 300% mientras que el aumento de los salarios fue del 213%. Este proceso de caída del poder adquisitivo no se revirtió en el período 2020-actualidad, lo cual mantuvo el equilibrio de la balanza (448% de inflación y 442% de aumento salarial).
Dicho cambió generó que el consumo de leche cayera de más de 215 litros por habitante por año (L/h/a) en 2015, a menos de 185 L/h/a en 2019, y actualmente se ubique en 188 L/h/a. La reducción del consumo de este alimento fundamental afecta directamente la nutrición. ¿Qué problema hay en que un empresario quiera ganar plata? La pregunta interpela, por ende debe llevarnos a la reflexión sobre un eje central: el rol social de los alimentos.
En realidad, es una disputa entre el rol del alimento como bien social versus el alimento como mercancía. Es una disputa de orden social, porque aparece un problema del conjunto de la sociedad cuando un empresario en el afán por apropiarse de más y más ganancia, involucra a los alimentos o la proteína. Porque estamos ante un bien cuya ausencia determina la diferencia entre salud y enfermedad, entre nutrición y desnutrición. Es en este caso en el cual la “libertad de mercado» esclaviza a los pueblos y la ganancia asesina a la niñez.
En la disputa que el gran empresario, en este caso Mastellone, ejerce por maximizar su ganancia, el golpe también lo recibe el conjunto de actores que son parte de la cadena láctea, quienes producen y trabajan.
La situación actual de la lechería argentina
En la actualidad nos encontramos con la cadena láctea estancada, producto de un cambio de direccionalidad de las políticas económicas del Estado Argentino, lo que ocasionó que en los últimos 8 años se fundieran casi 1.000 tambos, durante el período 2016-19. Se observa un consumo de menos de 190 L/h/a y, según el INDEC, una inflación anual de lácteos es cercana al 140%, superando una media inflacionaria que es del 124,4%. Para agosto de 2023, la inflación intermensual fue del 12.4%, mientras que para los lácteos fue de alrededor del 9.8%. En paralelo, el precio pagado al productor según, SIGLeA (Sistema Integrado de Gestión de la Lechería Argentina) en agosto de 2023. el aumento fue del 4.1% intermensual y 110.1% interanual, por debajo de la media inflacionaria.
En la Argentina el tambo promedio produce 2.890 Lts/día de leche, este crecimiento en los últimos 5 años fue del 4.4% anual, lo que ha sostenido la productividad nacional en su conjunto a pesar de la desaparición de tambos. Estos campos pasaron a ser alquilados para la agricultura extensiva, favorecidas por las políticas exportadoras primarias y financieras que impulsó el macrismo.
Durante el gobierno de Alberto Fernández, 2020-actualidad, la situación no cambió lo suficiente para inclinar la balanza en favor de la producción láctea, sobre todo de los pequeños y medianos productores. La presión sobre los tambos se mantiene y en especial sobre aquellos establecimientos de menos de 2.000 litros diarios, los cuales en el 2021 por primera vez, fueron menos del 50% del total de tambos.
La estratificación de los tambos está determinada según la cantidad de litros de leche producidos diariamente: tambos chicos aquellos con una producción menor a 2.000 lts; medianos aquellos con una producción entre 2.000 y menos de 10.000 lts; y tambos grandes aquellos cuya producción supere los 10.000 lts.
Los tambos grandes representan un 5,3% de las unidades productivas pero producen un 30% del volumen total producido. Los tambos medianos representan un 45% de las unidades productivas y producen un 55% del total. Finalmente, los tambos chicos representan el 50% de las unidades productivas, pero con una producción que no llega al 15% del total producido.
Entre los tambos grandes encontramos algunos con una producción muy superior a los 10.000 lts diarios. El primero por producción diaria es Adecoagro, del grupo Bosh, con alrededor 460.00 litros diarios de producción; Las Taperitas, propiedad de SavenciaFromage&Dairy, grupo francés reciente dueño de Ilolay con 216.000 litros diarios de producción, y de Milkaut, con 170.000 litros diarios; El Jabalí, JockCambell presidente de la Cámara de Productores de Leche de la Cuenca Oeste (Caprolecoba), con una producción de 193.000 litros diarios; Grupo Fabro con 170.000 litros por día de producción; y La Dorita, del ex presidente de la SRA Hugo Biolcatti, con 130.000 litros por día de producción.
Mientras que en el eslabón industrial, hasta el año 2022 existían 670 industrias lácteas, quienes procesaron 11.500 Millones de litros y utilizaron un 49% de su capacidad instalada generando 39.562 empleos registrados. En el año 2015, existían unas 1.005 empresas registradas en este eslabón, lo cual muestra una reducción de más del 30% y una concentración de la industria láctea en los últimos 8 años.
Según el Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA), a junio del 2023 las 10 primeras empresas concentraron casi el 50% de la industria láctea. De las cuales se destacan Saputo con el 12,3%; MastelloneHnos (La Serenísima) con el 10,1%; SavenciaFromage&Dairy el 6,2%; Punta del Agua el 4,3%; Noal SA ek 3,5%; Adecoagro el 2,8%; Tregar el 2,6%; Nestlé el 2,5%; Verónica el 2,2%; y Corlasa-Grupo Gloria el 2,2%. Mientras que las PyMEs apenas procesan el 2,5% de la leche, siendo su mayor destino la elaboración de quesos.
Las 4 primeras empresas, Saputo – Mastellone – Savencia – Punta del Agua industrializan el 89% de la leche fluida para consumo, por lo tanto es el producto con más concentración y sujeto a especulación de precios. También concentran el 90% de los yogures. En los quesos las C4 concentran el 48% y 50% en quesos totales.
En los últimos 8 años avanzó el proceso de concentración de la producción primaria y la industria, mientras el consumo argentino de lácteos cayó de 210 L/h/a a menos de 190 L/h/a. Durante el gobierno de Mauricio Macri cayó el consumo per cápita a 182 litros, actualmente está alrededor de los 188 litros de leche fluida.
En términos de consumo los lácteos representan el 10% del total de los alimentos consumidos en un hogar argentino y el 4,4% del total de los gastos de una familia argentina. Por eso la decisión de 4 o 5 empresarios de aumentar el precio de los lácteos impacta en el bolsillo de los trabajadores y en el volumen del consumo de lácteos, siendo esta la centralidad de la disputa histórica entre mercado interno y comercio exterior (ver A. Jauretche, 1962). Si comparamos el SMVM con el costo de 1 litro de leche fluida vemos que en 2015 con 1 SMVM se compraban 1.954 litros de leche, en junio del 2018 con un SMVM se compraban 1.200 litros de leche, mientras que en diciembre del 2020, un SMVM alcanzaba para comprar 1.110 litros de leche, finalmente en marzo del presente año, tan solo 972 litros.
La Argentina está envuelta en un ciclo inflacionario inercial y especulativo que licua los salarios de los trabajadores. Los números demuestran que el programa de gobierno mantiene el status de ganancia empresarial, mientras impacta negativamente sobre la distribución de las riquezas entre los actores PyMES, cooperativista lácteos y, por supuesto, en las familias argentinas. Repensar la lechería como oportunidad de desarrollo territorial es un deber aún no saldado, tanto por el rol social del bien producido como por la oportunidad de ser un motor para el desarrollo integral del territorio Argentino.
Recuperar el punto de partida
El programa de gobierno impulsado durante el período 2003-2015, generó como resultado un crecimiento en la producción láctea, que pasó de producir 8.000 millones de litros de leche anuales en 2003, a producir más de 11.000 millones de litros en 2015. Con un aumento en el bolsillo del productor, que pasó de ganar 0,076 dólares por litro, a ganar entre 0,32 y 0,39 dólares por litro, en esos 12 años. Y quizás el punto más importante fue que cada argentino pasó de consumir 179 L/h/a en 2003, a consumir 214 L/h/a en 2015.
Como mostramos en nuestro dossier Volver a Cristina, fascículo N°5, en “el último año de Cristina Fernández de Kirchner a cargo del ejecutivo nacional, el 2015, cerca del 24% de la producción nacional, casi 3.000 millones de litros de leche se destinaban a la exportación mediante la transformación/elaboración de productos, es decir con agregado de valor argentino. El 76% restante se destina al abastecimiento nacional, el consumo interno superaba los 210 litros por habitante por año, más de 9.000 millones de litros de producción láctea consumida por las y los argentinos a quienes el salario les alcanzaba”.
Este fue el programa que generó trabajo con salarios dignos, aumentó la producción y distribuyó las riquezas, fue el que eligieron casi 13 millones de argentinos en octubre de 2019. Es el programa que cambió el macrismo y que no volvió a ejecutar Alberto Fernández en los últimos 4 años, es por eso que el bastón de mariscal y la acción la empiezan a tomar los ciudadanos como los cooperativistas del Supermercado La Amistad.
Fuente: Motor Económico