Racing cumple 40 años de su regreso a Primera

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El tiempo tiene la cualidad de ser denso y fugaz a la vez. Exactamente hace cuarenta años, Racing empataba 1-1 con Atlanta y cerraba su aciago ciclo de dos años en la segunda división del fútbol argentino con la conquista del ascenso a Primera. Mientras el reloj sigue corriendo veloz, hay quienes recuerdan aquella jornada feliz en el Monumental como si no hubiera pasado el tiempo. Y aunque sus memorias serán seguramente más vívidas y detalladas, va un repaso aquí de aquel día en el que la Academia dejó atrás su mal trago de la B y volvió a la máxima categoría.

El periplo había comenzado en realidad dos años antes, el 22 de diciembre de 1983, aquel fatídico día en el que la Academia se fue al descenso por única vez en su historia. Aunque en realidad había sellado su destino en la anteúltima fecha con la derrota ante su homónimo de Córdoba, el final del torneo no pudo ser más cruel con Racing: dejó la categoría en la última jornada ante su clásico rival Independiente, que lo venció como local por 2-0 y además se consagró campeón de aquel Metropolitano ‘83. Descendido por su mal promedio, aquel equipo académico acumuló dos muy malos torneos que acabaron condenándolo y selló su triste destino con una contradicción histórica: el entrenador era Juan José Pizzuti, el mismo técnico que le había dado al club su mayor alegría en 1967, con las conquista de la Copa Libertadores y la Intercontinental. También era parte de ese plantel un juvenil Gustavo Costas, aunque una lesión severa en el tendón rotuliano le impidió jugar buena parte del campeonato. “El día más triste que viví en el fútbol fue cuando Racing se fue a la B y yo estaba en la tribuna con un yeso”, recordaría años después su actual entrenador. El contraste que se vivía en Avellaneda sería todavía mayor el año siguiente: mientras la Academia luchaba por volver a Primera (y fracasaría en ese primer intento, perdiendo con Gimnasia la final del Reducido), el Rojo saldría campeón de la Libertadores y la Intercontinental, registrando una de las mejores temporadas de su historia.

El segundo año de Racing en la B sería el del regreso. La Academia disputó 42 partidos de la fase regular en el torneo de la segunda división argentina de aquella temporada, cosechando 17 triunfos, 14 empates y 11 derrotas para terminar tercero en la tabla anual, esa en la que fue primero Rosario Central con 60 puntos y se ganó el ascenso directo. A la Academia, entonces dirigida por Alfio Basile, le quedó una última oportunidad: el Reducido, ese que todavía les traía pesadillas a sus hinchas al recordar la final perdida con el Lobo. Al cabo de dos semanas, Racing logró meterse otra vez en la final. Había eliminado a Banfield en cuartos (victoria por 3 a 1 y caída por el mismo resultado; ante la igualdad, avanzó la Academia por ventaja deportiva al haber terminado más arriba en el torneo) y a Quilmes en la semifinal (2 a 0 y por 3 a 1).

Los de Avellaneda habían llegado a su segunda definición consecutiva del Reducido. Esta vez, su rival saldría del cruce entre Atlanta y San Miguel. El conjunto de Villa Crespo había terminado séptimo en la anual y sus dos cruces del año ante Racing habían resultado empates (2-2 y 1-1); San Miguel, en cambio, había finalizado segundo la temporada y había superado a la Academia en la segunda fase del torneo, en el Cilindro, por 2-1 (en la primera parte del campeonato empataron 1-1). ¿A quién querían enfrentarse? Al interior del plantel racinguista, había opiniones dispares. “Cualquiera de los dos, para subir hay que ganarle a todos. No los conozco ni me preocupan. Lo importante es Racing y con ellos es mi trabajo. Los iré a ver el día que jueguen, pero nosotros no vamos a cambiar sean como sean. Vamos a la carga en busca del ascenso”, le decía a El Gráfico un entusiasmadísimo Basile luego de conseguir la clasificación a la final. El atacante Daniel Pavón, por su parte, tuvo un pálpito: “Yo prefiero a Atlanta: son más blandos, tienen menos fuerza arriba y dejan jugar. San Miguel es duro, difícil y van en busca de una hazaña: pasar en un año de la “C” a la “A”. Eso los hace complicados”.

Finalmente, el destino quiso que sea Atlanta el rival de Racing en su última chance por el ascenso. El equipo de Basile fue contundente en el primero de los dos partidos jugados en River y se impuso por 4-0, con goles de Walter Fernández (x2), Miguel Colombatti y Pavón. Gustavo Costas fue otro de los nombres de aquella importante victoria que allanó el camino y que, como resumió el volante Horacio Cordero, simbolizaba el corazón de aquel equipo: “Yo no se si andamos bien o mal, pero sí que aprovechamos lo que tenemos: coraje, fuerza, entrega. Y ese es el mérito de Basile, el nos encontró la medida. Aquí lo importante es subir, como sea. Después habrá tiempo para jugar bien”.

El 27 de diciembre llegó finalmente y, aunque muchos hinchas recuerden sus nervios de aquella jornada como si la estuviesen viviendo hoy, de aquel día increíblemente se cumplen 40 años este sábado. Aquel viernes, cuatro décadas atrás, fue el defensor Néstor Sicher quien activó el delirio de los fanáticos de la Academia cuando iban 18 minutos. El lateral izquierdo sacó un zurdazo desde el borde del área grande que se clavó en el ángulo bohemio y desató la locura blanquiceleste en el Monumental. Aunque Atlanta empataría luego (con gol de Eber Bueno), el 1-1 selló el fin de aquellos difíciles dos años y el ansiado regreso de Racing a Primera.

“Uno siempre entra a un partido con las ganas de ganar y hacer las cosas bien. Lo que nunca me imaginé era que me iba a tocar a mí, en ese momento y en ese último partido, hacer semejante gol, al que no estoy acostumbrado, porque yo no hacía goles. Fue un córner en el que Cordero, muy inteligentemente, me vio solo y la sacó por afuera y, como vino la pelota, le pegué fuerte y tuve la suerte de que entrara al ángulo. Pateé al arco, pero no la quise poner ahí. Salí corriendo y era la gente de Atlanta la que estaba ahí, así que me di vuelta y me fui para donde estaba la gente de Racing… Fue emocionante”, recordó Sicher en 2021, al cumplirse otro aniversario de su épico gol, en diálogo con el Departamento de Cultura e Historia de Racing. El oriundo de Claypole ni siquiera pudo festejar el ascenso: recibió un codazo en una jugada del partido y terminó con la mandíbula fracturada, pero Basile no lo dejó salir hasta que terminaron los 90 minutos. “Yo pensaba lo mismo -se acordó entonces el defensor-. Ni loco salía ese día. Fue maravilloso”.

Sicher, quien falleció en 2023 pero sobrevivirá por siempre en los corazones racinguistas por su glorioso gol de hace 40 años, dejó un resumen preciso de aquella última temporada de la Academia en la segunda división del fútbol argentino. “Racing en la B era un grande, todos le querían ganar y a veces eso se hacía cuesta arriba, no por los nervios o la impaciencia sino porque el rival ponía el doble de esfuerzo -reflexionaba Sicher-. Fue duro ese año. Empatar con Almirante Brown, perder con Argentino de Rosario… Era bravo. Y uno se ponía en la piel del hincha… Y por eso se nos hizo difícil. Cambiamos tres veces de técnico hasta que, a lo último, el Coco fue sencillo con su mensaje: este equipo está para tirarle la pelota a los tres de adelante, (Félix) Orte, Pavón y Walter Fernández. Los del medio eran unos fenómenos y atrás teníamos que tratar de levantar la cabeza y darles la pelota a los de adelante, que eran unos monstruos”.

Fuente: Pagina 12

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