Durante los últimos 20 años, se registró un aumento del calor en la ciudad capitalina. En medio de una jornada de temperatura extrema, la Universidad Nacional de Córdoba publicó un estudio que mostró la incidencia del cambio climático entre 2003 y 2022.
El trabajo concluyó que el 89% de la población está expuesta al aumento del calor nocturno, y más de un tercio lo sufre durante las 24 horas del día. Las zonas más afectadas son el centro y el noroeste de la ciudad.
Un equipo de investigación se centró en la denominada “isla de calor urbano” (ICU), conformada por las zonas donde hace más calor que en las afueras o en zonas rurales cercanas, debido a la presencia de edificios, el exceso de asfalto y el cemento, sumado al creciente tráfico y los aires condicionados. Estos espacios se caracterizan por la ausencia de árboles y vegetación, que refrescan el ambiente.
El equipo de científicos analizó la dinámica temporal y espacial de las ICU en los últimos 19 años. Los resultados indicaron que en las dos décadas estudiadas, la mayoría de áreas tuvieron aumentos significativos: el 44,8% de estos sitios padeció más calor durante la noche y un 12,8% fue afectado las 24 horas.
“Lo que se registra en la ciudad de Córdoba es un calentamiento nocturno constante y variaciones estacionales durante el día”, indicaron los profesionales al portal oficial UNCiencia.
Las consecuencias de la urbanización
María Lila Asar, investigadora del departamento de Matemática de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, puntualizó que los índices de la ciudad se diferencia de la temperatura promedio de las zonas rurales. Durante las noches de diciembre la temperatura promedio en zonas menos urbanizadas es de 16 grados, mientras que en la capital es de 22 grados. Hay casi seis grados de diferencia.
“El calentamiento es más fuerte en áreas de alta densidad de edificios, mientras que la vegetación leñosa demostró ser un mitigador clave, al generar un enfriamiento significativo”, acotó la investigadora.
El crecimiento de las islas de calor modificó la estructura de los ecosistemas urbanos y afectando a las plantas y a los humanos. Crecen los riesgos de enfermedades transmitidas por mosquitos y también interfiere en el descanso.
“Para que el cuerpo descanse, la temperatura ambiente debe descender por debajo de 25 grados. Al estar la ciudad con efecto isla de calor, llegar a ese umbral es más difícil porque no alcanza a enfriarse lo suficiente durante la noche“, manifestó Asar a UNCiencia.
Fuente: La Nueva Mañana
