La saga de los pueblos originales

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El presente artículo forma parte de un trabajo más amplio que está en construcción

Fueron descendientes de aquellos primeros habitantes que llegaron a América (unos 12.000 años) y desarrollaron gran diversidad de culturas y lenguas.

Se adaptaron a diferentes climas y geografías del territorio con lo que crearon sociedades organizadas con profunda relación con la naturaleza.

Los pueblos originarios que existían antes de la llegada de los europeos eran numerosos y estaban organizados en sociedades complejas.

La conquista española implicó el sometimiento relativo de estos pueblos y la destrucción de gran parte de sus culturas, religiones y formas de vida.

El impacto de la colonización afectó a estos pueblos en diversos aspectos. El choque cultural fue inmenso y se perdieron modos de vivir muy distintos a los de occidente.

Fueron sometidos a un proceso de “reducción” que consistió en concentrarlos en comunidades controladas por la corona española, lo que también consistió en la explotación de la mano de obra indígena.

La población se redujo debido a las enfermedades traídas por los europeos, por el despojo violento de sus tierras y el trabajo forzado.

Las condiciones de vida eran extremas, por haber sido sometidos a un régimen de trabajo duro e implacable y fundamentalmente insalubre.

Se fue desarticulando la estructura social de estas comunidades.

Fueron alteradas y/o perdidas muchas de sus tradiciones y costumbres.

A medida que aumentaba la explotación, también crecía la resistencia de esos grupos. La relación con los colonizadores estuvo marcada por un constante enfrentamiento.

Algunos pueblos se enfrentaron ferozmente para defender sus tierras y tradiciones. Otros, también resistieron la imposición del sistema colonial y lucharon por su autonomía a lo largo de los siglos. Hicieron alianzas para organizar pequeñas rebeliones.

Muchas de sus tradiciones llegaron a nuestros días. Mantuvieron un fuerte vínculo con su tierra, por lo que pudieron resistir la asimilación cultural que intentaban imponerles.

La resistencia se extendió al ámbito educativo. La trasmisión intergeneracional logró mantener vivas sus tradiciones.

La resistencia también tuvo un fuerte componente simbólico.

Muchos pueblos crearon mitos y narrativas que legitimaban su derecho a la tierra y su cosmovisión del mundo.

Las comunidades actuales mantienen vivas sus lenguas, tradiciones y conocimientos ancestrales y mantienen actividades tradicionales como la agricultura, la cría del ganado, la caza, la pesca, la elaboración de artesanías y manualidades.

Viven bajo sus propias normas y sistemas de organización, con reglamentos internos que rigen la administración y el cuidado de sus pueblos y territorios.

Un ejemplo de lo que sucede con estas comunidades, son los reclamos que realizan ante los diferentes gobiernos. En este caso es por la violación de los derechos de la propiedad comunitaria, a la identidad cultural, al medio ambiente, a la alimentación adecuada y al agua y para que cese la deforestación en el territorio.

Por un fallo de la Corte Interamericana de los Derechos Humanos (2-4-2020) se encontró responsable al Estado Provincial.

Sobre el reclamo sanitario, los Wichi, que habitan el Departamento San Martín, deben trasladarse por 200 kms hasta Tartagal para encontrar asistencia adecuada.

Y los centros médicos no cuentan con personas que hablen sus dialectos.

Necesitan facilitadores territoriales que sean bilingues como nexo entre el médico y el paciente.

Al tomar agua en mal estado -muy común porque la mayoría de los pozos están contaminados-, se generan infecciones gastrointestinales y con deshidratación. El enfermo concurre al hospital, los atienden, les dan el alta temprana, regresan a su medio ambiente natural sin seguimiento de su enfermedad. Sufren recaídas y muchas veces mueren.

Según los registros provinciales hay 1456 comunidades con personería jurídica.

Según censo de 2022 se identificaron 1.304.730 personas que se reconocen como indígenas, distribuidos en 58 pueblos originarios, y sólo 28 están inscriptos en el Registro Nacional de Comunidades Indígenas (ReNCI).

La ley 26160, de emergencia territorial buscó iniciar un proceso de reconocimiento y entrega de títulos comunitarios, pero su implementación fue deficiente.

La falta de un registro estatal previo y completo ha constituido un problema.

En 1994 la reforma Constitucional incorporó “el reconocimiento de los pueblos indígenas” lo que significó un avance en la aceptación de su igual status dentro de la Nación.

Esto fue un hito en la historia de los pueblos aunque no se tradujo en una mejora sustancial de sus condiciones de vida.

La ley 26160 fue cuestionada por las autoridades libertarias quienes siempre van a estar del lado de los poderosos y en detrimento de los más débiles, generando preocupación por un posible recrudecimiento de conflictos y violaciones de derechos.

Con respecto a la Reforma Constitucional, hay malestar por no haber incluido la consulta previa, libre e informada a los pueblos originarios, afectando especialmente el acceso al agua que está siendo utilizada a full en la industria del litio.

También se realizan protestas y rituales como el “malón” para visualizar sus reclamos.

“Nuestra tierra se está secando y nuestra agua está contaminada”. Por eso, bloquearon la carretera en la aldea de Purmamarca, en lo Alto de los Andes.

La extracción del litio requiere grandes cantidades de agua, como unos 2 millones de m3 por tonelada.

Las montañas son habitadas por más de 400 grupos indígenas. Muchos de ellos no tienen títulos de propiedad legal de las tierras, y hasta podrían enfrentar un desalojo según la propia Reforma Constitucional.

Esta es una historia de resistencia, lucha y renacimiento. A pesar de todos los obstáculos han demostrado una invencible capacidad de adaptación, manteniendo vivas sus lenguas y tradiciones. Su conocimiento ancestral y sus prácticas agrícolas son esenciales para la sostenibilidad ambiental de la región.

El camino hacia la equidad es largo pero ellos son los principales actores en este proceso.

Son sus luchas fundamentales:

-el reconocimiento de sus derechos históricos

-la preservación de sus culturas e idiomas

-la recuperación de sus territorios, su propiedad y la reforma agraria.

Enfrentan desafíos como la violencia, la discriminación y el desplazamiento territorial. Esta pérdida afecta no sólo su supervivencia física sino también provoca un daño profundo al obligarlos a reconstruir sus vidas en entornos ajenos.

Se enfrentan a la expansión de los latifundios y actividades extractivas que desplazan forzosamente a las comunidades.

Estos pueblos también luchan por la plena participación en la toma de decisiones políticas.

La discriminación y la falta de representación política son barreras significativas para la inclusión plena.

Las tensiones con los intereses económicos y políticos son un desafío constante.

CONFLICTOS DE HOY: territoriales, ambientales, violencias, desalojos, criminalización de las comunidades o por problemas con las personerías jurídicas , casos de coronavirus dentro de las comunidades que no fueron debidamente atendidos y representación casi inexistente en la toma de decisiones.

Tiene dificultad para acceder a la justicia buscando solucionar sus problemas -debido a los impactos de violencia ambiental-, por la corrupción y la falta de leyes protectoras.

Tenemos que rendir un homenaje sincero a estas comunidades pues ellas revivieron sus lenguas, costumbres y tradiciones y con suma valentía lograron mantener la reivindicación de sus derechos.

El renacer de las tradiciones culturales permite a estos pueblos reconstruir su sentido de pertenencia, clave para enfrentar las violencias a las que fueron sometidos.

Ellos plantaron las semillas para que nazca un pueblo fuerte y reIvindicador de derechos como el nuestro.

Gracias a los pueblos originarios, nosotros EXISTIMOS!

Por Elena Marta Curone

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