El gobernador bonaerense Axel Kicillof no anduvo con diplomacias al responder al proyecto de reforma laboral impulsado por Javier Milei: lo definió como una “oleada de leyes viejas, mezcladas y recalentadas” que huelen “a naftalina” y que responden a lógicas aplicadas en los años 90.
Según Kicillof, el Gobierno no busca modernizar nada: “Es un fantoche de la época del Consenso de Washington”, denunció, al tiempo que advirtió que su espacio —junto a otros sectores— hará “todo lo posible dentro del régimen democrático” para impedir lo que consideró un “remate” institucional, económico y social del país.
⚠️ Reforma laboral: más que una ley, una embestida contra los derechos
El paquete que impulsa la Casa Rosada busca reducir aportes patronales, bajar las indemnizaciones por despido, flexibilizar convenios colectivos y favorecer acuerdos individuales por empresa, debilitando el poder sindical.
Para Kicillof —y un creciente bloque de sindicatos, expertos laborales y dirigentes opositores—, no se trata de una “modernización” sino de una ofensiva contra conquistas históricas:
- Reducir costos para empresarios significa abaratar despidos.
- Limitar convenios colectivos debilita la defensa colectiva de los trabajadores.
- Todo apunta a redefinir el contrato social, con el trabajador alcanzado por una precarización institucionalizada.
📉 La crisis actual como bandera: “Esto huele a ajuste, no a progreso”
El mandatario bonaerense cuestionó la necesidad misma de una reforma laboral en un contexto de recesión, caída del consumo y pérdida de empleo, denunciando una “metralleta de cierres, despidos y suspensiones” que ya atraviesa a empresas con décadas de historia.
Para Kicillof —y un creciente bloque de sindicatos, expertos laborales y dirigentes opositores—, no se trata de una “modernización” sino de una ofensiva contra conquistas históricas:
- Reducir costos para empresarios significa abaratar despidos.
- Limitar convenios colectivos debilita la defensa colectiva de los trabajadores.
- Todo apunta a redefinir el contrato social, con el trabajador alcanzado por una precarización institucionalizada.
📉 La crisis actual como bandera: “Esto huele a ajuste, no a progreso”
El mandatario bonaerense cuestionó la necesidad misma de una reforma laboral en un contexto de recesión, caída del consumo y pérdida de empleo, denunciando una “metralleta de cierres, despidos y suspensiones” que ya atraviesa a empresas con décadas de historia.
🧨 ¿Qué queda en juego? Mucho más que derechos laborales
Kicillof convocó a su espacio y a la sociedad a resistir la reforma, planteando que está en riesgo no sólo la calidad del empleo, sino la posibilidad de un Estado que garantice derechos, regulación y protección social.
Si esta ofensiva prospera, advirtió, la era de “contrato indefinido, aguinaldo, indemnización, convenios colectivos” puede quedar en el pasado. Con ello, alertó, empiezan “años de inseguridad laboral para el trabajador, y ganancias para el poder económico”.



