Por Norman Berra, analista de opinión pública y mercado
Recientemente, el ex presidente y líder del PRO, Mauricio Macri, advirtió que ese sello tendrá
un candidato propio en el turno electoral 2027. Se trató de un nuevo giro de su relación con La
Libertad Avanza (LLA) y el presidente Javier Milei, que oscila entre las invitaciones a comer
milanesas y el destrato, extremos que se combinan con la cooptación de dirigentes del PRO y
la avanzada sobre las bancas amarillas que supuso el resultado de la última elección de medio
término.
Sin embargo, el augurio de Macri debe ser visto dentro de un pronóstico reservado. Así como
la UCR diluyó su carácter de fuerza nacional luego de la Convención de Gualeguaychú en 2015
(cuando el radicalismo selló su suerte al quedar como vagón de cola del PRO), 10 años después
el signo amarillo parece correr la misma suerte . El primer paso se dio antes del
ballotage de 2023, cuando el ex presidente apoyó a Milei de cara a la segunda vuelta para
apalancar la victoria frente al peronismo. El segundo se concretó en mayo pasado, con la
victoria libertaria en el bastión amarillo, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y el tercero con la
fusión por absorción del PRO en listas lideradas por LLA en casi todos los distritos del país, con
algunas excepciones (como Córdoba y Río Negro).
Esto crea una situación en apariencia paradójica: si bien LLA se impuso en las elecciones de
medio término de manera clara, lo hizo con un caudal menor al de Cambiemos en el turno
electoral comparable (2017) y también obtuvo una ventaja mucho menor sobre el pan
peronismo (unos 5 puntos porcentuales a nivel país, contra los casi 15 pp que le sacó el PRO a
Unidad Ciudadana + aliados hace 8 años). Así, el objetivo de Macri de quitar al peronismo del
gobierno en 2023 se cumplió, pero a costa de debilitar al sello que fundó. Aunque hoy Milei
tiene mucha menor satisfacción que la del ex presidente a la misma altura de su gobierno,
según la última encuesta de Udesa (40% vs 53%, gráfico arriba), la transferencia de electores
que comenzó en 2023 y se consolidó este año se insinúa como irreversible.
Lo mismo sucede con la aprobación: la de Milei es mucho menor que la de Macri a idéntica
altura de su gobierno, según el mismo informe (45% vs 62%,) pero, al haber
capitalizado LLA la posición de alternativa al kirchnerismo, el desplazamiento del PRO a una
posición marginal parece irremontable. En el marco de una polarización que goza de buena
salud, como demostró el resultado del 26 de octubre (casi 41% para LLA+ aliados vs casi 35%
para el panperonismo y aliados), una grieta recreada condena a los demás sellos y frentes a la
irrelevancia electoral, si bien en términos parlamentarios pueden conservar una relativa
importancia.
En ese marco, el peronismo, aun entre el desconcierto de la derrota, capitaliza la condición de
ser la principal referencia opositora para casi el 70% de los electores (gráfico arriba). Perdió el
gobierno en 2023 y la elección de este año (como viene sucediendo en los comicios de medio
término desde 2017), pero conserva la ventana de oportunidad como alternativa al
oficialismo: tanto la UCR como el PRO no llegan ni siquiera al 5% de menciones individuales
como sello en ese mapa político.
De cara a la futura (e inevitable) sucesión en el pan peronismo, hoy se registra un empate
técnico entre la ex presidenta CFK y el gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof, con 26% vs
25% de las menciones cuando se mide quién es el principal líder de la oposición (gráfico
arriba). En esa grilla, Macri apenas alcanza el 2%, mientras que hay una ventana de
oportunidad para nuevas figuras, dado que 23% responde “ninguno” y 15% “no sé”. En este
contexto, de cara al turno 2027 el PRO enfrenta el dilema de la supervivencia, ya que se
mantiene relativamente estable la proporción de electores que piensan que ese sello debe
formar una coalición con LLA y crecen levemente quienes se inclinan por una cooperación
legislativa sin sumarse al gobierno. Los principales cambios se dan en los extremos: mientras
que tienden a caer los que prefieren una fusión entre sellos, suben quienes prefieren un PRO
opositor.
En síntesis: 1) 10 años después del “suicidio político” de la UCR a nivel nacional (cuando prestó
sus electores al PRO), el sello amarillo parece correr la misma suerte 2) los votantes que
“transfirió” el PRO a Milei en 2023 aceleraron esa migración este año, y difícilmente vuelvan al
sello amarillo mientras LLA conserve la condición de alternativa anti-K/anti peronista 3) el pan
peronismo, aun en medio de una interna y una sucesión no resuelta, está hoy más fuerte que
en el turno electoral 2017 4) Milei, aun victorioso hoy, tiene menor fuerza que la de Macri a la
misma altura de su gobierno. Para recobrar centralidad política, el PRO tiene una sola
alternativa de cara a 2027: que Milei transite la segunda parte de su mandato en un contexto
de crisis que lo debilite sensiblemente de cara al siguiente turno electoral.



