Con reservas reales del BCRA cerca de cero y un déficit proyectado de US$ 16.000 millones bajo las reglas del FMI, Argentina enfrenta una fragilidad estructural que vuelve inevitable un salto cambiario o ajuste externo.
Un reciente informe privado revela que las reservas netas del Banco Central de la República Argentina (BCRA) apenas alcanzan los US$ 275 millones, un monto ridículo para una economía del tamaño de la argentina. En simultáneo, bajo los criterios del programa EFF con el FMI, el país queda con un déficit de reservas proyectado de más de US$ 16.000 millones. La fragilidad del balance oficial advierte sobre un futuro de alta vulnerabilidad cambiaria, inflación persistente y dependencia de nuevos préstamos externos.
Recientemente un informe de la consultora 1816 advirtió que, tras la activación de un swap con Estados Unidos por US$ 2.500 millones y el pago de un vencimiento con el FMI, las reservas netas “a valor de mercado” del BCRA quedaron reducidas a apenas US$ 275 millones.
Ese dato —que no había sido divulgado oficialmente con claridad— implica que la autoridad monetaria perdió prácticamente toda su capacidad de intervenir en el mercado de cambios. Es decir: si se dispara la demanda de dólares, no hay caja para responder.
Al mismo tiempo, al aplicar los criterios de contabilidad exigidos por el programa de facilitad extendida (EFF) con el FMI —que incluye pasivos en dólares, valuación de oro, DEG y otros ajustes— el resultado proyectado es un agujero de US$ -16.036 millones.
Así, la Argentina no sólo quedó virtualmente sin reservas líquidas: también se alejó dramáticamente de la meta fijada en diciembre de 2025. Según 1816, la brecha ronda los US$ 13.000 millones.
¿Qué significa tener sólo 275 millones de dólares en caja? Fragilidad total
Con ese nivel de reservas reales, la Argentina vive un presente extremadamente débil, con al menos tres problemas estructurales a la vista:
- Intervención cambiaria nula o casi nula. Si vuelve a haber presión sobre el dólar —oficial, paralelo o financiero— el BCRA no podrá abastecer. Eso pone en riesgo cualquier intento de mantener controles o bandas cambiarias.
- Alta vulnerabilidad ante choques externos. Una suba de tasas en EE.UU., una caída de exportaciones, o una salida abrupta de capitales pueden desatar una corrida cambiaria sin defensa posible.
- Dependencia absoluta del financiamiento externo. Sin reservas, el país necesitará nuevos préstamos, swaps o ayuda del FMI o potencias amigas. Pero esa puerta no siempre está abierta ni es confiable.
¿El rojo de -US$ 16.000 millones del FMI es una extrapolación teórica? Sí, pero refleja compromiso firme
Es importante aclarar: el dato negativo de US$ -16.036 millones no describe “lo que hay en caja hoy”. Es una contabilidad de compromisos futuros, valuaciones y deudas en dólares. Pero su relevancia es fuerte: marca que con los criterios acordados en el programa EFF, la Argentina quedará muy por debajo de lo pactado en diciembre 2025.
Es decir: no sólo se agotaron las reservas reales. Además, el país se comprometió —ante el FMI— a mantener un piso de divisas que hoy parece imposible de alcanzar.
Ese desfase proyectado alimenta dudas sobre la sostenibilidad del plan firmado, y si no se renegocia pronto, podría obligar a nuevas medidas de ajuste y sometimiento externo.
En definitiva: Argentina no está en una mera crisis pasajera. Está en un estado de vulnerabilidad estructural. Con reservas reales casi en cero y un programa de estabilización volcado sobre metas que ya parecen irrealizables, el país quedó a merced de cualquier viento económico externo.
Por más que el gobierno intente usar swaps, endeudamientos o rifar promesas de ingreso de dólares —o por más que insistan en discursos tranquilizadores— la realidad es clara: no hay margen para errores. Cualquier shock: suba del dólar, corrida cambiaria, nuevo vencimiento, crisis internacional, fuga de capitales, caída de exportaciones, puede activar una crisis cambiaria, inflacionaria y social.
Por ese motivo, advertir la fragilidad actual es indispensable: no para sembrar pánico —aunque no estaría de más— sino para exponer la brutal contradicción entre la retórica oficial de “normalidad” y la cruda realidad. Si no hay un giro urgente hacia un plan real de generación genuina de divisas (exportaciones, inversión externa, superávit comercial), Argentina podría encaminarse hacia un nuevo colapso.



