Hoy se cumple un nuevo aniversario de la partida del Comandante Fidel Castro hacia otro escenario, incierto, no terrenal. Mientras tanto en Argentina discutimos si es una decisión correcta o no poner a un militar al frente del Ministerio de Defensa.
¿Qué tiene que ver una cosa con otra?
Nada… o mucho si nos detenemos a revisar un poco la historia.
En su tiempo, Fidel tuvo que constituir un ejército popular y emprender una guerra de guerrillas para enfrentar a un ejército oficial que actuaba como guardián de un sistema podrido por las injusticias y la corrupción.
Seguramente que habrá muchos críticos de la Revolución Cubana, pero muy pocos se atreven a reivindicar a Batista y el régimen mafioso que lideraba.
Tras el golpe militar del ’55, Juan Perón alentó la acción de lo que él llamaba “Formaciones Especiales” para enfrentar la proscripción política, persecusiones y fusilamientos de una tiranía que había suprimido la democracia e instrumentaba a las Fuerzas Armadas para sostener un sistema al servicio de una minoría.
Esas Fuerzas Armadas se alejaban de la concepción que, inspirada en el ejército sanmartiniano, había abrazado las ideas de Liberación Nacional con Justicia Social llevadas a la práctica durante la Revolución Peronista.
El problema no es si la Revolución Cubana o la Peronista, ambas de evidente carácter político, deberían haber sido lideradas por un civil, lo verdaderamente importante es el contenido de esos procesos históricos trascendentales que parecen tan lejanos en el tiempo.
Tan lejanos como la palabra Revolución, que deberíamos revalorizar si se trata de comenzar a construir poder en serio para que vuelva a imponerse la voluntad de las mayorías, tarea que demanda -entre otras cosas- rescatar las instituciones que fueron capturadas por el proyecto enemigo y crear otras nuevas cada vez que haga falta.
Si tuvieramos en claro esto no nos detendríamos a discutir sobre la valoración que cada uno tiene acerca de la vida y obra de Fidel y tampoco sobre la profesión y estado de la persona que ocupa un Ministerio de Defensa, sobre todo cuando nuestra nación, al parecer indefensa, está siendo entregada abiertamente al extranjero.
Por Hector Amichetti



