La apertura importadora, sello del gobierno anarcolibertario, genera zozobra en el tejido productivo. Un tipo de cambio apreciado más la desregulación del comercio exterior, eliminando o bajando aranceles, es el camino que eligió el gobierno para disciplinar los precios en su lucha contra la inflación. Pero su anverso es el arribo de importaciones que desplaza, en muchos casos, a la producción nacional. Así, la Argentina llega hoy a niveles de apertura comercial récord, pasando las importaciones de un peso en torno al 20% del PBI al 33%.
Dentro de la industria, uno de los sectores en donde más incrementaron las importaciones es el automotriz. De acuerdo al balance del Banco Central, las importaciones de todo el complejo subieron 146% en el período enero-septiembre. Al interior de este complejo industrial, dejando de lado a las terminales automotrices, las fábricas más golpeadas están en el entramado autopartista, lo cual aleja a este entramado de dos objetivos deseables: mayor incorporación de autopartes nacionales por cada 0 km y la expansión de proveedores locales.
La desregulación ahoga a autopartistas que piden mayor protección
La balanza comercial del sector autopartista “encendió las alarmas” de las empresas, revelan en la cámara que representa a los fabricantes de componentes (AFAC). El último informe da cuenta de un desequilibrio de balanza “preocupante”, al exportar por u$s 982 millones e importar por u$s 8.386 millones. En consecuencia, con exportaciones prácticamente estancadas respecto al año pasado e importaciones crecientes, los dólares que se pierden producto del déficit (-7.404 millones de dólares) son un 10% más que hace un año atrás.
Lo que más preocupa al sector es el comercio con Brasil lubricado con el Acuerdo de Complementación Económica. Éste permite que los vehículos producidos por miembros del Mercosur se comercialicen sin arancel. Sin embargo, al ser flexible la norma, desde AFAC denuncian que se benefician de la medida 0 km que tienen más del 80% de sus componentes fabricados en países extra bloque, especialmente en China.
Lo que da por resultado la apertura comercial para vehículos de facto made in Asia con cuyos componentes no pueden competir al tener otros costos y subsidios estatales. La consecuencia tanto de la normativa flexible del Mercosur, como de la vocación aperturista del gobierno es el “debilitamiento progresivo y el riesgo inminente de desaparición de decenas de empresas autopartistas en Argentina”, de acuerdo a AFAC. Lo cual pone un manto de incertidumbre en los más de 75 mil empleos generados de forma directa por el entramado autopartista a lo largo de 10 provincias argentinas.
Dos cierres
En el último mes, dos fábricas fueron víctima de la crítica realidad que atraviesa el sector. Dana, empresa de capitales estadounidenses, anunció el cierre definitivo de su planta ubicada en San Luis desde donde operaban 50 trabajadores. Mientras que, por otro lado, la autopartista sueca SKF también puso fin a su actividad en provincia de Buenos Aires, dando de baja a 150 contratos.
Las inconsistencias del programa económico anarcolibertario
La dificultad para competir con bienes importados, producidos desde otras economías con diferentes incentivos tanto productivos como fiscales, como así también con otro nivel de estabilidad financiera no es solo una realidad del autopartismo. Casi la totalidad del sector manufacturero no goza de buena salud. Al menos, así lo evidencia el último informe económico de Fundación FIEL que computó para octubre una caída de la actividad industrial de magnitud, siendo la contracción de -5,3% en comparación con octubre del 2024.
La mala performance de octubre supone que el volumen de la actividad industrial terminará el año en negativo o en línea con los niveles del 2024, un año malo para la industria. Sin embargo, el informe expone la realidad diversa al interior del sector productivo. Mientras la industria automotriz acumula cuatro meses de retroceso interanual -con caída de ventas de vehículos nacionales tanto como de exportaciones-, en línea con la contracción la metalmecánica y la petroquímica, minería e hidrocarburos están al alza.
¿Y los sectores generadores de empleo?
Esta performance está vinculada directamente con la oferta y posibilidades de empleo en el país. Ocurre que la industria manufacturera explica el 18% del trabajo registrado del sector privado, mientras que el sector minero más los hidrocarburos emplean apenas el 3% de los asalariados.
El programa económico del gobierno acarrea un sesgo estructural desde su concepción. Esta disfuncionalidad está dada por el estímulo a sectores no intensivos en mano de obra en detrimento de los sectores que son generadores de empleo. Además, arrastra otra inconsistencia, los ganadores además de ser capital-intensivos también son claves en la generación de divisas, lo cual es positivo, pero esas divisas se usan para financiar el boom importador y turismo en el extranjero.
fUENTE: La Nueva mAÑANA



