El debate televisivo de los ’70 reveló la tensión entre la práctica sindical peronista y la utopía socialista, y cómo la prensa y los conductores mostraban sus propias parcialidades.
El debate en “Las dos campanas” dejaría claro política y sindicalmente hablando quién era José Ignacio Rucci y quién Agustín Tosco, aun frente a la parcialidad tanto de los conductores como de los periodistas del panel (al menos dos de los tres panelistas) con respecto a uno y otro debatiente.
Había sin duda una doble vara en el trato, producto de una afinidad ideológica permisiva con Agustín Tosco y, por el contrario, una disidencia profunda con la condición política y el pensar de José Ignacio Rucci, peronista convencido.
Tosco buscaba presentarse ante la audiencia como un genuino exponente de “las bases” (abstracción que aludía en los hechos a la militancia minoritaria que pensaba como él), contraponiéndose a lo que él llamaba “la burocracia sindical” (la conducción de la CGT por entonces), que, al contrario de lo que Tosco sostenía e infería, representaba objetivamente a la inmensa mayoría de los trabajadores.
Según el testimonio del Dr. Daniel Campi, militante estudiantil en los ’70, José Ignacio Rucci era visto como “un signo de renovación en el sindicalismo argentino cuando fue elegido en 1970 secretario general de la CGT, avalado por su trayectoria en el peronismo de la resistencia, imagen que la prensa y la izquierda cipaya comenzarían a limar, presentándolo como pura expresión de la burocracia sindical”.
Cuando en el debate Agustín Tosco planteara: “Nosotros hemos reclamado insistentemente a la CGT nacional la convocatoria del Comité Central Confederal”, Jose Rucci le respondería contundentemente: “Nunca el Comité Central Confederal se reunió más veces que siendo yo secretario General”. Acto seguido, Rucci le cuestionaba a Tosco su falta de participación en dicho organismo de la CGT, “integrado por cuatrocientos secretarios Generales, donde también está el compañero Tosco”. Además de tratarlo a Tosco como “compañero”, Rucci caracterizaba al Comité Central Confederal como “un genuino cuerpo, ligado a las bases” (o sea a la mayoría de los trabajadores) y no un organismo burocrático y anti democrático, como se empecinaba en calificarlo Tosco.
Frente a la acusación de “burócrata” por parte de Tosco, Rucci le contestaba: “A veces las palabras están ligeramente expresadas y suenan a hueco”, y en defensa del modelo sindical argentino, planteará enfáticamente: “Gracias al sindicalismo argentino, podemos decirlo así -donde están los burócratas según algunas calificaciones-, tenemos un movimiento obrero politizado que sabe lo que quiere y a dónde va”. Lo había demostrado durante esos dieciocho años de lucha.
Ante una aseveración insidiosa de uno de los conductores sobre las críticas que Tosco le hace a la Central Obrera, saliendo del marco de las personalizaciones y dando una elevada respuesta política sobre las intenciones, intereses y propósitos de sus adversarios sindicales y sociales, Rucci le contesta: “¿No será porque la Central Obrera se ha reencontrado con lo que otros dirigentes no supieron hacerla reencontrar, y hoy se ha constituido en un verdadero factor de poder? ¿No será esa la gran causa que determina las críticas a la Central Obrera?”.
Obligado a responderle, Tosco le responde: “Yo creo que ese es un concepto que está encuadrado en la defensa del sistema”, “sistema” que, como sabemos, siempre aborreció al peronismo como sistema. ¿A cuál de los dos “sistemas” se refería Tosco? ¿No era, acaso, la iniciativa política de la CGT lo que le molestaba a Tosco, que criticaba a la dirigencia sindical peronista por “apolítica”, porque no seguía sus lineamientos “políticos”? ¿No resultaba este “factor de poder” de la CGT y del movimiento peronista una molestia peligrosa y competitiva con el propio poder del sistema oligárquico? ¿Le preocupaba a Tosco, la flagrante igualdad política y social que la CGT y el Movimiento Obrero peronista lograban al erigirse como “factor de poder”? ¿No había una flagrante e insalvable contradicción entre la consigna socialista “todo el poder a los trabajadores” y el cuestionamiento al poder de los trabajadores argentinos, aunque estos no fueran socialistas, pero defendían a los trabajadores y lo que Perón significaba para el pueblo argentino?
¿Acaso no pretendía Tosco el cambio de sistema con el protagonismo de los trabajadores? ¿No había en sus palabras un abismo entre el dicho y el hecho? En sus críticas al peronismo, ¿no le hacía el juego al “sistema oligárquico”? ¿Le molestaba a Tosco y a sus interlocutores, esa igualdad social que había logrado el sistema peronista, que ahora -muy cerca de las elecciones generales de 1973- pretendía erigirse otra vez en “factor de poder”, y de hecho lo logró con Perón plebiscitado en septiembre de ese mismo año? ¿Por qué razón asesinarían a Rucci?
El rol del Movimiento Obrero, los dos sistemas y las “62 Organizaciones”
En esta parte del debate, mientras el secretario general de CGT la reivindica como “un nuevo factor de poder” en la Argentina, para el secretario general del sindicato de Luz y Fuerza de Córdoba -que confundía el rol del sindicato con el rol del partido revolucionario-“el Movimiento Obrero y la CGT deben ser una palanca para transformaciones revolucionarias y el cambio de esta sociedad capitalista”, cuando hasta los clásicos del socialismo habían reivindicado la importancia específica del sindicalismo, sin dejar de reivindicar por otra parte la importancia del partido revolucionario.
Tosco le negaba a la CGT y a los sindicatos su rol sindical específico y pretendía que el Movimiento Obrero, en lugar de ser representado por los dirigentes sindicales para luchar por sus reivindicaciones profesionales y sociales, debía estar antes al servicio del socialismo de Tosco, aunque paradójicamente cuestionaba a la CGT si defendía políticamente al peronismo y a la revolución nacional (para nada incompatible con un socialismo de carácter nacional, como lo reconocería el mismo Rucci en el debate). Aunque para Tosco, la CGT y el movimiento obrero debían servir solo de “palanca” -ni “columna vertebral” ni “cabeza” o conducción- para las “transformaciones revolucionarias y el cambio de esta sociedad capitalista”, tal cual lo expresara literalmente en el debate.
Después de un intercambio de opiniones entre los debatientes, un periodista le pregunta al cordobés: “¿Usted dijo hace poco tiempo que Rucci defendía el sistema?”. Tosco comienza a responder… “Evidentemente…”, pero deja de hacerlo cuando los periodistas le ponen atención a lo que dice Rucci: “Cuando a un hombre le hacen un reportaje en Nueva Plana y en la revista Mayoría y dice lo que yo dije, me parece que está muy lejos de que esté defendiendo el sistema o que esté dentro del sistema”.
El periodista intenta complicarlo: “¿Rucci, Ud. dijo en ese reportaje en Nueva Plana, refiriéndose a la Juventud Peronista, que en cierto sentido tienen sus razones… ¿Qué quiere decir con eso?”. Rucci le contesta, pero al periodista le parece que su respuesta tiene un “sentido paternalista”, por lo que no le parece válida y le repregunta con la intención de remarcar las diferencias que Rucci tiene con la Juventud Peronista de entonces: “¿En qué no tiene razones la Juventud Peronista, en qué está fallando?”. Rucci no rehúye la respuesta y la responde con la misma tranquilidad y amplitud: “La juventud peronista hace críticas a determinados dirigentes gremiales, y cuando digo que en cierta forma tienen razones, es porque estoy admitiendo que esas críticas son valederas”. “¿Entonces se hace Ud. una autocrítica?”, le retruca el periodista, a lo que Rucci responde: “Hace un momento dije que soy consciente de mi responsabilidad y la he asumido íntegramente. Y a mí no me consta que mis actitudes en algún momento desde que estoy en la CGT puedan ofrecer conceptos contrarios a la honestidad y a la lealtad de los trabajadores”.
Periodista: “¿Todos los peronistas lo apoyan a Ud. Rucci?”. “Soy muy amigo de infinidad de compañeros de la Juventud Peronista…”, le contesta, pero lo interrumpen. “Perdone Rucci, cuando el señor Agustín Tosco… (repárese en el trato de “señor Agustín Tosco”, con nombre y apellido, en clara diferencia con el trato dispensado a “Rucci”): “Cuando el señor Agustín Tosco dio a conocer una serie de críticas a su persona, en cambio Ud. intentó lograr un pedido de amnistía y de liberación para el Señor Tosco. ¿Cómo debe interpretarse eso: como una actitud demagógica de parte suya?”, pregunta con sarcasmo el periodista. José Ignacio Rucci le vuelve a contestar con altura: “No. No es una actitud demagógica. En primer lugar, quiero aclarar que me siento un hombre con dignidad y muy respetuoso, y merecen mi mayor consideración aquellos hombres que caen presos por un ideal, aunque yo no lo comparta”.
La periodista participante le pregunta al secretario de la CGT, apurándolo: “¿Pero Ud. está contra el sistema o a favor del sistema?”. Evidentemente molesto por la intencionalidad de la periodista, Rucci responde: “Ud. no me haga esa pregunta, porque yo soy un peronista, y un peronista con una postura bastante definida. No cabe ese tipo de pregunta, porque no tiene sentido. No estoy con el sistema, no he estado con el sistema y combato el sistema”. Uno de los conductores interrumpe a Rucci para decirle que Agustín Tosco ha pedido la palabra.
Aquí Tosco pasa a la ofensiva, recordando declaraciones de Rucci sobre las facilidades que el dirigente lucifuercista tenía en la cárcel para difundir su pensamiento en los medios de comunicación, explicando que el mecanismo de llegada de sus cartas y declaraciones a la opinión pública era una práctica que le había valido sanciones dentro del penal y hasta algunos meses más de cárcel. Aclaremos que de la cárcel no solo salían declaraciones en contra del régimen imperante sino también, en abundancia, muchas críticas contra los dirigentes sindicales peronistas y en particular contra la máxima dirigencia de la CGT, y en algún momento contra el mismo Rucci, como lo hemos plasmado en “Las cartas de Tosco”.
Siguiendo su ofensiva, Tosco rememora declaraciones de Rucci respecto a Ongaro -el secretario general de la CGT de los Argentinos (1968), llamada así para diferenciarla de la CGT Azopardo- lo que lleva al conductor a preguntar a Tosco sobre sus diferencias con Raimundo Ongaro. Tosco le responde: “No hay mayores diferencias con el compañero Ongaro”… aun cuando Ongaro “es peronista”. Él cree “en la unidad de acción y en la unidad en la lucha” con todos aquellos que estén de acuerdo con el papel fundamental que debe jugar el movimiento obrero”, que es para Tosco “el de palanca para la liberación nacional y social argentina y no el de un factor de poder dentro del sistema”, contradiciendo así un principio socialista que en este caso el sindicalismo peronista asume como propio.
Uno de los conductores pregunta: “Rucci, ¿Ud. qué piensa de Ongaro?”. Rucci se lo aclara: “El compañero Raimundo Ongaro sostiene que es peronista… en la historia de las 62 Organizaciones, a pesar de que Ongaro dice que es peronista, jamás la Federación Gráfica (de la que Ongaro es su dirigente máximo) adhirió a las 62 Organizaciones, como lo han hecho más de 80 organizaciones sindicales, pero no la Federación Gráfica… Es un peronista muy particular”.
Uno de los periodistas que pertenece al Sindicato de Prensa, le cuestiona a Rucci, por qué un periodista que “no adhiere al peronismo, debe pertenecer (a través de la Federación Grafica) a las 62 Organizaciones”. Rucci le explica que las “62” mantienen una filosofía que se plasma en el movimiento peronista, y al formar parte de un movimiento “no se encierra dentro de un esquema partidario”.
A esta altura del debate, los dos sistemas de pensamiento tanto de los debatientes como de los conductores y de los tres periodistas ha quedado transparentado.
Acto seguido el conductor le traslada la pregunta al otro debatiente: “¿Qué opina Tosco de las 62 Organizaciones?”. Tosco responde: “Es un nucleamiento sindical que levanta las banderas del peronismo”. Con esta sencilla respuesta, Tosco rebate la propia afirmación que hace en varias cartas desde la cárcel en cuanto a que el sindicalismo peronista es “apolítico” y que solo defiende banderas sindicales. Enseguida aclara, disipando dudas sobre su verdadera filiación ideológica: “Yo levanto las banderas del Movimiento Nacional Intersindical, que es socialista y levanta las banderas de la Liberación Nacional y Social”.
Libración nacional y social
Aclaremos, que la bandera de la “liberación nacional y social”, si bien tiene sus raíces en los planteos de Liborio Justo (una suerte de socialista nacional sui generis de los ‘40), el peronismo la había hecho suya desde 1945 en adelante. El mismo Perón plantearía en su exilio la disyuntiva entre “Liberación o Dependencia”.
Sin dejar de lado el tema iniciado, uno de los conductores le pregunta a Tosco sobre el modelo de socialismo que sustenta. Tosco intenta definir el “modelo” que persigue el Movimiento Intersindical: “Nosotros tenemos, como todo socialismo, el modelo que la trayectoria y las circunstancias y la posibilidad histórica le va a dar a nuestro país…”. “¿A través del marxismo, por ejemplo?”, le repregunta uno de los conductores. “Yo tengo concepción marxista -le responde Tosc0-, pero entiendo que el socialismo en nuestro país tiene una raíz heterogénea… Hay compañeros en el peronismo que levantan el socialismo”. “¿Se puede llegar al socialismo a través del peronismo?”, le pregunta otro panelista. “Evidentemente que un compañero peronista que va asumiendo el socialismo, está tomando nuevos niveles de la nueva sociedad que hay que construir, evidentemente que sí, en unidad con los demás sectores no peronistas”. Nadie le cuestiona a Tosco el tono paternalista de su intervención.
La única mujer del panel le pregunta a Tosco, si el Movimiento Intersindical sostiene la lucha de clases. Tosco le responde: “Más que sostiene, interpreta un hecho histórico que es la lucha de clases”. Ante un desvío del debate y después de una pausa, Tosco retoma su argumentación: “El socialismo, volviendo un poco…, es levantado también por el plenario de gremios confederados de la CGT de Córdoba que marcan la línea de la lucha por la vía antiimperialista hacia el socialismo. La heterogeneidad de nuestro socialismo es porque tiene raíces peronistas, marxistas, cristianas, con el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo y de otros movimientos que lo levantan como bandera, también el movimiento estudiantil que levanta la bandera del socialismo, esa sociedad sin explotados ni explotadores, esa nueva sociedad socialista argentina, hecha según nuestra propia trayectoria… Por eso levantamos la unidad entre todos esos sectores para construir en unidad en el futuro esa sociedad socialista”. No obstante, tanto en su discurso como en su acción política y sindical y en sus cartas desde la cárcel, Tosco desconocía a la mayoría del proletariado argentino, que se identificaba con el peronismo.
“¿El peronismo es socialista?”, le preguntan a Rucci, que puede hablar en nombre propio sobre el peronismo y que, con sus definiciones y consideraciones demostrará que es un hombre políticamente comprometido a la vez que leal a sus compañeros: ni “apolítico” ni “sindicalista amarillo” ni “burócrata”, con amplia visión de futuro.
“En primer lugar -señalará el secretario general de la CGT-, el peronismo plantea la unidad de todos los sectores… No plantea la lucha de clases… En lo que respecta al socialismo, el socialismo que se plantea en estos momentos en la Argentina, coincido totalmente que se nutre también del peronismo, porque, en definitiva, la doctrina peronista, es a semejanza del socialismo, pero dentro de un esquema, primero, nacional; segundo, que determina con absoluta claridad que los argentinos estamos habilitados para resolver nuestros problemas sin necesidad de remitirnos a ideologías o a esquemas ideológicos…”.
Lo interrumpen para decirle que “Tosco también habla de un esquema de socialismo nacional”, a lo que Rucci contesta: “Entonces quiere decir que las diferencias no son tantas, por lo menos en ese aspecto”. “Pero ¿cómo se plasma eso en la realidad, Rucci?…”.
“El socialismo -contesta el máximo dirigente sindical peronista- se nutre de una filosofía que nace en el propósito de evolución de los pueblos…”. Lo interrumpen nuevamente para advertirle que “Tosco acaba de enunciar que se está luchando contra el imperialismo…”. Rucci responde: “Y a Ud. le parece que nosotros los peronistas ¿no estamos luchando contra el imperialismo? Contra el ruso y contra el yanki, por eso nosotros estamos en la tercera posición”.
“Perdón Rucci, ¿en qué se diferencia su peronismo y el socialismo de Tosco?”. Rucci: “Yo he dicho, y quiero que quede bien claro, que el peronismo no es un movimiento estático que queda sometido a determinada circunstancia, sino que el peronismo evoluciona, y dentro de esa evolución va hacia un proceso que va a terminar en un socialismo nacional… El socialismo que yo planteo es el socialismo de la integración de una sociedad, donde fundamentalmente, por sobre los sectores, prime el respeto a la dignidad y primen también los fundamentos en los que está basada nuestra Nación”.
La visión nacional de un gran dirigente sindical
A propósito de lo sustentado por uno y otro debatiente sobre , la “lucha de clases” y la división de la sociedad entre “explotadores y explotados”, entre “burguesía y proletariado”, en “Enajenación y Nacionalización del Socialismo Latinoamericano”, Roberto A. Ferrero señala que un socialismo sin raíz nacional y que no ha nacionalizado su visión del mundo, “concibe esta vieja contienda al estilo europeo…”, vale decir: como un enfrentamiento del proletariado con la burguesía nacional en la época moderna”. Esta concepción, señala Ferrero, “era y es correcta en el Viejo Continente, porque la burguesía se constituía allí -al menos en los países más adelantados- como la clase dominante y totalmente hegemónica…”. “Pero en los países atrasados y dependientes de América Latina -completa el historiador y pensador nacional- la estructura del sistema de clases es muy distinta: la burguesía es constitucionalmente débil y timorata (no es la clase hegemónica) y el proletariado (generalmente) es poco numeroso y de reciente formación” (Ochenta años, contra trecientos).
Las palabras de Ferrero abonan la razón por la cual, en la lucha entre el imperialismo y los países periféricos atrasados, el peronismo en la Argentina se hizo uno solo con los trabajadores, defendiendo el nacionalismo del país oprimido contra el nacionalismo del país opresor, que en la persona de Rucci reivindicaba una tercera posición frente a todo imperialismo a nivel externo, reivindicando la alianza y/o armonía entre el capital y el trabajo a nivel interno (frente y/o movimiento nacional), es decir entre la burguesía nacional (empresas nacionales y pymes) y los trabajadores, en busca de la independencia económica, la justicia social y el desarrollo y bienestar capitalista del país todo y del pueblo en general, que tanto el imperialismo como la oligarquía nativa -una minoría privilegiada, aliada al capital e interés extranjero-, le negaban y aún le niegan. En ese caso, “por su carácter abstracto y sus consecuencias concretas -concluye Ferrero-, la praxis “socialista” o “marxista” puede ser fácilmente asimilada y hasta fomentada por el imperialismo, pues a éste no le asustan las palabras sino los hechos”.
Por eso, los que dicen defender el capitalismo y no defienden la producción y el comercio nacional (a través de leyes protectoras de la industria argentina, el comercio interno y la producción nacional), a los trabajadores y el trabajo argentino (a través de leyes laborales acordes con los derechos profesionales de los que trabajan) y tampoco al Estado, motor del desarrollo nacional, en realidad defienden el capitalismo extranjero, es decir el capital, la producción y el trabajo no argentino.
Haciendo nuestras las palabras de Ferrero, Tosco desconocía, o no reconocía que, “el apoyo proletario al peronismo no provenía de ningún “engaño”, sino de una elección racional entre las opciones políticas históricamente concretas (como había sucedido desde 1945 en adelante). Entonces era: o la “Unión Democrática” oligárquica y proimperialista o el Peronismo de las Jubilaciones, del Estatuto del Peón, del Aguinaldo, de las Comisiones Internas de fábrica y de los Sindicatos de masas. No había “confusión” alguna, sino gran claridad y lógica de parte de los trabajadores, que siempre piensan en concreto”, cuando nuestro país no había alcanzado, como no ha alcanzado todavía, un desarrollo capitalista, como está a la vista, lisa y llanamente, porque se lo impiden los intereses extranjeros y los agentes nativos asociados a ellos.
“Yo he sostenido y sigo sosteniendo -confirmará José Ignacio Rucci- que el dirigente gremial que se limita a plantear reivindicaciones sociales es un mentiroso, y sostengo que las reivindicaciones sociales son la resultante de la Justicia Social. Y únicamente, para lograr la Justicia Social hay que asumir el poder. Entonces el dirigente gremial tiene que estar perfectamente esclarecido. El planteo que se formula en este momento es la suma del poder, integrados con todos aquellos que se dispongan a defender los intereses de la nación, sean peronistas o no sean peronistas”.
No había en el máximo dirigente sindical argentino desconocimiento o ingenuidad política, de la que se acusaba a toda la dirigencia sindical de la época. Se trataba de dos concepciones y/o visiones políticas e ideológicas de la realidad argentina, tal cual era y se presentaba: una concepción nacional, inserta en ella y fiel representante de ella; y otra socialista, pero sin raíces ni inserción nacional, alejada de la realidad concreta y objetiva, más cercana a los prejuicios sociales de la clase media, con planteos abstractos o ajenos a la realidad que vivían millones de trabajadores y argentinos en general.
Por Elio Noé Salcedo



