La múltiple campeona olímpica se encuentra de visita en Argentina
En caso de ser mujer encomiéndate al cielo para no ser víctima de violación, ya que si en un momento te vieras en semejante infierno sabrías que la mayoría de las veces las víctimas no llegan a denunciar. Temen ser juzgadas socialmente con más dureza que sus agresores. Esto nos devuelve al debate sobre el espacio ético de la curación y el abuso perpetuado por la cultura de la sospecha, la difamación y el silencio.
¿Alguien cree que los prejuicios desaparecen mágicamente por qué una mujer diga no? La principal demanda del “ Me Too” no es que el sexo deba ser consentido, que también, sino que la sexualidad se perciba en un contexto el reconocimiento explícito de las desigualdades de género, de clase, de raza que las posibilitan bajo el dominio de un poder estructural que es inherente al abuso.
En estos días nos visita Simone Biles. La atleta sufrió un intento de violación y varios abusos sexuales. Abandonó los Juegos Olímpicos de Tokio de 2020 manifestando que se debía a los llamados “twisties”: brotes de bloqueo mental en la concentración y sincronía del cuerpo. Lo cierto, es que tiempo después, desataba la tormenta perfecta en la gimnasia femenina estadounidense. Denunció por abusos sexuales a Larry Nassar (coordinador médico nacional de gimnasia de Estados Unidos), y al FBI por 1.000 millones dólares. Consideró que se cometieron errores injustificables por la Agencia Federal que permitieron a Nassar mantener durante un año más los abusos después de la denuncia. “Es hora de que el FBI rinda cuentas”, expresó.
La congresista de extrema derecha, Laurent Boebert, salió al cruce de Biles expresando de “absurda” la demanda: “Pone en duda a todas las fuerzas de seguridad de la Nación desde el supuesto de discriminación racial, y refugiada en su condiciónde figura internacional”. No sorprende lo expresado por la senadora, forma parte de la enfermiza cultura de la negación de la derecha ultra y la extrema derecha respecto a la violencia de género. Colocan siempre el peso de la prueba sobre la víctima y no sobre el acusado. La relación entre derecha histórica y misoginia explícita demuestra que las ideas sobre la inferioridad natural de las mujeres es una de las bases de sustentación del pensamiento ultra y autoritario. Se necesita inferiorizar para dominar, porque la superioridad de género se estructura en base a sutiles características supuestamente naturales. Un conjunto de ideas como soporte de una opresión concreta, de poder y sumisión, derivados de una estructura social jerárquicamente explotadora.
Con 11 medallas olímpicas y 23 títulos mundiales, Simone Biles fue recibida por el Gobierno de la Ciudad. Jorge Macri le dio la bienvenida oficial y le entregó un diploma de honor, valorando su trayectoria deportiva y la difusión por una salud mental adecuada. Se olvidó (seguro que fue un despiste) del compromiso militante de la atleta por los derechos de la mujer y la violencia de género. Si Biles supiera lo que piensa sobre violencia de género el Gobierno de la Ciudad…
La igualdad por la que muchas mujeres luchan, incluida la medallista olímpica, tiene que ver con corregir precisamente la cosificación del otro, a favor de unas relaciones personales profundas y ricas. La igualdad es respeto por la diferencia, es caminar hacia una convergencia de géneros que trascienda los mandatos y los roles establecidos hasta subvertirlos. Por lo pronto, la derecha ultra y sus testículos siguen manteniendo su alianza sagrada.
Por Jose Luis Lanao