Hamás liberará a todos los rehenes y discutirá el “plan de paz”

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El Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás) anunció este viernes 3 de octubre que decidió liberar a todos los rehenes israelíes bajo los términos del presidente estadounidense, Donald Trump, y ha señalado su disposición a negociar los detalles del acuerdo de paz.

Se trata, según el comunicado, de “la liberación de todos los prisioneros israelíes, tanto vivos como muertos, según la fórmula de intercambio contenida en la propuesta, siempre que se cumplan las condiciones sobre el terreno para que la operación se lleve a cabo”. 


En cuanto al resto de aspectos sobre el futuro de Gaza, ha enfatizado que “tienen que estar vinculados a una postura nacional palestina integral que se base en el Derecho Internacional y su debate debe tener lugar en un marco nacional en el que Hamás participe responsablemente”.


Mientras tanto, Israel interceptó la Flotilla Internacional Humanitaria Sumud y llevó presos a sus 473 tripulantes a una cárcel en medio del desierto del Neguev. Allí, los voluntarios ahora prisioneros, deben decidir entre una deportación rápida o bien un proceso judicial. 


Ese plan “de paz” de Trump, más que de paz es de humillación a los palestinos, prevé varios puntos: 


-Liberación en 72 horas de los rehenes aún en manos de Hamás, se calcula que unos 20 vivos y 32 fallecidos. Este tema de los rehenes es muy sensible. Obviamente para los propios cautivos, para sus familias, pero también para toda la sociedad israelí. Pero del lado palestino, es la gran fortaleza que tiene Hamás para negociar, por lo que su liberación debería ser a cambio de algo que los convenza de ello.


-Desarme y desmovilización de grupo armado. Lo mismo que en el punto anterior, la pregunta sería: ¿a cambio de qué? Porque es obvio decirlo, pero la fortaleza que tiene un grupo armado es justamente las armas. En general, esa opción se toma, o ante una derrota total del grupo armado o porque consiguió algo muy bueno a cambio. Por ejemplo, en 1997 se logó el Acuerdo del Viernes Santo para Irlanda del Norte. El IRA, luego de 40 años de lucha armada y más de 5.000 muertos, decidió desmovilizarse y entregar las armas, pero logró a cambio que su brazo político (el Sinn Fein) entrara a formar parte de un gobierno de unidad junto con los unionistas, y que se abriera una ventana para un eventual referéndum donde el pueblo de Irlanda del Norte decidiera su anexión o no a la República de Irlanda. El caso de la ETA en el País Vasco fue muy distinto en 2001, porque estuvo marcado por una dura derrota militar y política de los guerrilleros independentistas. Por último, las FARC en Colombia llegaron a un acuerdo con el gobierno en 2016 y obtuvieron a cambio una amnistía y la participación en política. Nada de eso se da en el caso de Hamás. 


-Eliminación de túneles e infraestructura. Más de lo mismo, ¿a cambio de qué?
-Una de las cosas a cambio que incluye el plan de Trump es el cese de los ataques israelíes y la retirada paulatina de tropas de la Franja de Gaza. Sin embargo, Netanyahu se apuró en aclarar que eso no significaría en ningún aspecto el reconocimiento de un Estado Palestino. 
-Liberación de 300 prisioneros palestinos en cárceles israelíes.


-Entrada inmediata de ayuda humanitaria a la Franja de Gaza. Esto demuestra cómo la hambruna y la crisis humanitaria están siendo usadas por Israel y Estados Unidos como arma de guerra y método de extorsión contra los palestinos. 


-Una “junta de paz” al frente de la Franja de Gaza encabezada por el ex primer ministro británico Tony Blair. Esto muestra un cambio la intención de continuar con la dominación colonial.
-Un gobierno de transición sin Hamás. Otra vez, decidir en lugar del pueblo palestino. 


Al lanzar este supuesto “plan de paz”, tanto Netanyahu como Trump fueron implacables en sus amenazas: “Si Hamás no acepta, Israel terminará su trabajo por las buenas o por las malas”.  En definitiva, más trumpismo explícito, más neocolonialismo, un plan sin definiciones, con incoherencias, sin ningún filtro diplomático.


Ante esta situación, Hamás dijo en un primer momento que “la cuestión de las armas solo se puede discutir en el marco del establecimiento de un Estado Palestino con fronteras anteriores a las de 1967”. Dicho sea de paso, esa y otras declaraciones de Hamás conllevan implícitamente el reconocimiento del Estado de Israel, lo cual desmiente la propaganda sionista en contrario. Y no sólo eso, sino que los palestinos, en este caso la Resistencia Islámica, están reconociendo un Estado de Israel sobre el 78 por ciento de la Palestina histórica, y reclaman, exigen, un Estado Palestino en el mísero 22 por ciento restante. Así y todo, la respuesta del genocida Netanyahu es: “Nunca habrá un Estado Palestino”. ¿Puede alguien a esto llamar negociación o plan de paz?
Por todo esto, esta farsa de plan significa dos cosas. Para Israel significa ganar por la vía de la extorsión lo que hasta ahora no ha podido ganar en dos años en el terreno de batalla, a pesar del genocidio y de las decenas de muertos civiles. 


Por otro lado, para Hamás significa un dilema, ya que si lo rechaza pierde, porque seguirá el genocidio y más de uno, perversamente, apuntarán a la organización armada como culpable. Pero si acepta el plan pierde también, ya que se queda sin poder de negociación y tiene que dejar de existir, lisa y llanamente, sin haber conseguido ni un Estado soberano ni terminar con la ocupación extranjera. 


Pero, la pregunta que deberíamos hacernos es: ¿eso terminaría con el conflicto? Obviamente que no, al contrario, probablemente lo agravaría, porque la rebeldía del pueblo palestino se podría encausar por otro lado, quien sabe si incluso más radical. Recordemos que Hamás existe desde la primera Intifada, a fines de los años ’80, pero el conflicto existe desde que existe el sionismo, y más concretamente desde 1948, con la creación del Estado de Israel. 

Por Mariano Saravia

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