El 28 de agosto de 1948, Eva Perón proclamó el Decálogo de la Ancianidad que establecía 10 derechos fundamentales que el estado debía garantizar a los adultos mayores.
Entre otros: provisión de albergue digno, alimentos adecuados y saludables, ropa decorosa y adecuada al clima, cuidado de la salud física y mental,, esparcimiento para llevar con satisfacción las horas, ocupación siempre que el estado de salud lo permita, derecho a vivir una vida plena y serena con trato digno y considerado por toda la sociedad.
77 años después, el gobierno de Milei los reprime por reclamar algunos de esos derechos, castiga con jubilaciones miserables y les quita los remedios mientras piensa y lo dice… “de algo se van a morir”.
Evita no era Santa, era una mujer con enorme sensibilidad, junto con Perón, una pareja que amaba profundamente al pueblo.
Milei y Karina lo desprecian, dentro de la sociedad que ellos conciben, los adultos mayores y discapacitados representan un costo que pone en riesgo el equilibrio fiscal, son un gasto improductivo que perjudica a la “gente de bien”.
Cada vez que nos dicen nostálgicos cuando reivindicamos políticas del pasado contestamos que es necesario poner marcha atrás y volver a ese tiempo de nuestra historia.
En 8 décadas hemos retrocedido de la civilización a la barbarie y no hay modernidad y adaptación a los nuevos tiempos que valga cuando eso significa desprecio a la dignidad humana.
Cuando decimos volver a Perón y a Evita, cuando planteamos recuperar los derechos consagrados en la Constitución Nacional de 1949, estamos hablando de evolución, de compromiso y lucha para que el futuro no sea el ingreso a un oscuro túnel del tiempo en que quedemos definitivamente atrapados por el egoísmo y la indeferencia.