UN GOLPE MILITAR QUE FRENO EL FRAUDE Y ABRIO CAMINO HACIA UN CAMBIO HISTORICO CON LA CLASE TRABAJADORA COMO PROTAGONISTA…
La asonada militar del ’43 nada tuvo que ver con la anterior del año ’30, aquel 4 de junio llegó para acabar con algo más de una década infame, para ponerle punto final a la corrupción y el fraude que habían comenzado con la caída de Yrigoyen.
Ese grupo mixto de uniformados nacionalistas, antiliberales, muy católicos y algo autoritarios, pero al mismo tiempo preocupados por la soberanía y con vocación de promover la industria y generar empleos, fueron calificados como fascistas por las retrógradas patronales del frustrado Patrón Costas y por los dirigentes obreros comunistas, con cierta expectativa por la muchachada de FORJA que tan fervorosamente había enfrentado a la infamia sostenida por el orden armado del fallecido General Justo.
En menos de 4 meses Domingo Mercante y su amigo Juan Perón ya se reunían públicamente con unos 70 dirigentes sindicales. El mercantil Borlenghi, el portuario Capozzi, el ferroviario Bramuglia empezaban a confiar en que nuevos vientos soplarían a favor de los trabajadores, pronto se sumarían el ferroviario Domenech, el mercantil Diskin, el telefónico Gay, el cervecero Montiel, y el textil Bonilla, entre otros.
La Secretaría de Trabajo y Previsión se convertía en realidad y ese fin de año, Perón les hablaría a los hombres de trabajo en estos términos:
“Hago llegar a los trabajadores, junto con mi saludo, la seguridad de que llegan días en que parecerán absurdas y lejanas pesadillas el recuerdo del desamparo, de la injusticia, de la retribución inadecuada, de la imposibilidad para el obrero argentino de mantener con decoro a su familia”.
Tribunales de trabajo, convenios colectivos, derecho a la jubilación, vacaciones, aguinaldo… viejas y añoradas utopías del movimiento obrero convertidas en realidad dejarían, muy pronto, ciertamente atrás antiguas y dolorosas pesadillas manchadas con sangre de la Semana Trágica y los fusilamientos de la Patagonia.
Aquellos heroicos y rebeldes luchadores del sur eran reivindicados con el Estatuto del Peón, renacían poniéndose cara a cara frente a los indignados y desafiantes estancieros a los que Perón enfrentaba diciéndoles:
El Estatuto del Peón se cumplirá… Si los patrones despiden a sus peones, yo sabré que hacer. Intervendré las estancias y las pondré bajo el control del Estado”.
¡Justicia Social! ¡Dignidad!
Eso es el Peronismo compañeros y compañeras y no hay manera de disfrazarlo.
Revolucionario desde sus entrañas porque nació con los obreros ocupando calles y plazas un 17 de octubre, día al que lograron llegar por un sendero que comenzó a transitarse dos años antes, precisamente un 4 de junio.
Por Hector Amichetti