Sabido es que Manuel Belgrano fue un hombre apasionado. Interesado en las leyes estudió conahínco el derecho enEspaña.Conla potenciade sus escritosy lapasiónde su militancia aportó insumos teóricos determinantes para promover una cultura nacional, una educación democrática y un estado fuerte, presente, activo en la esfera económicae impulsor de la industrialización. General a la fuerza y conductor de tropas harapientas pero deseosas de una patria, su pasión se ve reflejada en sus creaciones, sus sacrificios y su honestidad.
Sin embargo,Belgranofueantetodounhombre.Latransformacióndelhombreenmito ydelserhumanoenestatuadebronceesunadelasclarasoperacionesideológicasque la clase dominante y sus panegiristas liberales han realizado con Belgrano. De este modo lo despojan de humanidad, lo transforman en un ser etéreo, perfecto e inalcanzable para el ciudadano de a pie y, por lo tanto, inofensivo para las luchas políticas del presente.
Manuel Belgrano tuvo pasiones públicas y privadas y a estas últimas nos referiremos, no porque creamos que la chismografía histórica deba ser una filosofía, al modo como la practicaba el viejo mitrismo, sino solo para contarles–especialmente a los jóvenes– que Belgrano fue un hombre de carne y hueso, que amó, sufrió, lloró y se ilusionó al igual que los hacemos nosotros.
Su primer gran amor se llamó María JosefaEzcurra.Laconocióen1802enlastertulias a las que habitualmente con curría, en la casa de Mariano Altolaguirre. El flechazo fue inmediato y la reacción de la familia Ezcurra violenta. El padre de la joven obligó a su hija a casarse de inmediato con su primo ,el realista Juan Esteban Ezcurra. María Josefa y Manuel desafiando las convenciones de la época fueron amantes furtivos en Salta.
A fines de 1812 se enteraron del embarazo de María Josefa quién partiría hacia Santa Fedonde nacería Pedro Pablo.En unaclásica operación de las familias pacatas de doble moral de la época su nacimiento fue ocultado y el niño fue adoptado y criado porsu hermana Encarnación Ezcurra y su marido Juan Manuel de Rosas, bajo el nombre de Pedro Rosas.
Si bien la relación con María Josefa fue intensa el verdadero gran amor de la vida lo encontrará Belgrano en Tucumán, en 1817, en el baile de celebración del 9 de julio. María Dolores Helguero y Liendo era una hermosa joven miembro de una de las más antiguas y aristocráticas familias tucumanas. Se amaron con pasión. A diferencia de María Josefa, Dolores amaba escucharlo hablar de sus sueños de liberación, de sus proyectos intelectuales y de lo que construirían juntos luego de finalizada la guerra. Manuel amaba su mirada profunda, la cadencia de su voz, las formas redondeadas de su cuerpo y, sobre todo, su inteligencia altiva e independiente que los llevaba, muy a menudo, a fuertes disputas ideológicas en las cuales la vehemente tucumana ponía en apuros al brillante economista y experimentado leguleyo.
En agosto de 1818, Dolores quedó embarazada y su familia decidió casarla a la fuerza conunoligarcatucumanollamadoRivasparacubrirlasapariencias,mientrasBelgrano debía partir hacia Santa Fe con su ejército. En mayo de 1819 nacerá Manuela Mónica delCorazóndeJesús.Larelaciónentróencrisis.Manuel,yagravementeenfermo,viajó a Tucumán en agosto de 1819 a visitar a Dolores y a su hija, aunque debió volver enseguida a Buenos Aires por el mal estado de su salud. Luego de su muerte, el 20 de junio de 1820, Manuela Mónica es llevada a Buenos Aires y criada por Juana Belgrano, hermana del General.
Belgrano y Dolores se amaronhasta el final pesea todas las oposiciones familiares,los torbellinos del cruce de dos personalidades fuertes,losvientos de guerra de la época y, sobre todo, lo hicieron sin respetar las convenciones de una moral hipócrita digna de ese añejo mundo colonial que se resistía a morir. Era ese mundo viejo, adorador de blasones, inquisiciones y misas permanentes cuyo andamiaje político y cultural había sido puesto en crisis por el huracán de la revolución.Ese es el“pecado”que la oligarquía tucumana nunca le perdonó a Belgrano:no solo enamorarse y alejara una de sus“niñas dilectas” del destino de sumisión marital al que estaba destinada sino cuestionar el fundamento de su sociedad clasista y discriminadora y, encima, proponer en el Congreso de Tucumán una monarquía inca.
Los sentimientos de Belgranoestán expresados con claridad en su última carta,dirigida a su amigo Celestino Liendo, familiar de Dolores, del 9 de abril de 1820 donde dice: “Nada sé de la familia desde que salí de Tucumán; no he podido escribir por mis males y porque las incomodidades del camino no me lo han permitido; hoy me hallo con algún descanso y podré lograr esta satisfacción pues he logrado tener algunas fuerzas más, apetitoysueño(…)amicumadígaleustedmuchascosasyquenodejendedarmenoticias de mi niñita: usted puede figurarse cuanto me interesa su salud y bienestar por todos los aspectos”.
Por Maximiliano Molocznik