Con un discurso inflexible contra la corrupción y la promesa de transparencia como bandera, Patricia Bullrich no ha dejado de repetir que llegó para “ordenar” el Estado. Pero en los hechos, la ministra de Seguridad sostiene con dinero público a su agrupación juvenil Halcones Republicanos, colocándolos en cargos estatales, repartiendo contratos dentro de su ministerio, y hasta organizando encuentros pagos con funcionarios, mientras presenta todo como una cruzada ética.
La estructura política que acompaña a Bullrich desde hace años no es casual ni improvisada: está pensada para ocupar espacios del Estado en cada gestión, no solo para mantener fidelidad política, sino también para sobrevivir en los años de vacas flacas. Así, los Halcones Republicanos, su agrupación juvenil de línea dura, no sólo siguen su trayecto del PRO a La Libertad Avanza, sino que han sido premiados con puestos dentro del Ministerio de Seguridad, sin tapujos. ¿Y la meritocracia proclamada por la ministra? bien gracias.
Su ex vicepresidente en Jóvenes PRO y ahora mano derecha en los Halcones, Iván Velasco, hoy es secretario del Consejo de Seguridad Interior. Le siguen otros miembros de la comisión directiva, como Sofía Dutallaz Piñar, Camille Molina, Francisco Chagnier, Benjamín Larsen, Marcos Casal y más: todos con suculentos contratos estatales, todos con vínculos directos con Bullrich, todos parte de la estructura que se financia desde el Estado, mientras se presentan como “defensores del orden, la república y la libertad”.
A esto se suma la rebautizada ONG Ícona —antes Instituto de Estudios Estratégicos en Seguridad, intervenido por irregularidades y desvío de fondos— ahora presidida por María Oneto, quien fuera la recaudadora de su campaña presidencial. Lejos de desaparecer, Ícona sigue ofreciendo “conversaciones íntimas” con funcionarios públicos a cambio de entradas que oscilan entre $350.000 y $500.000, otra forma de monetizar el acceso al poder bajo el ropaje de lo institucional.
Fuente: Primereando Las Noticias