El enfrentamiento entre Javier Milei y los dirigentes del interior no da tregua. En una declaración contundente, el intendente Daniel Passerini ha criticado ferozmente al Presidente por su doble discurso y su enfoque polarizado. Según el dirigente, Milei ha demostrado ser un verdadero “populista para los porteños y un motosierra para Córdoba”.
El comentario refleja una creciente frustración en la provincia respecto a la postura de Milei hacia el interior del país. El intendente no ha escatimado en términos para expresar su descontento con la política del candidato de La Libertad Avanza, señalando que, mientras Milei ofrece promesas populistas a los votantes de Buenos Aires, su enfoque hacia Córdoba y otras provincias es destructivo y perjudicial.
“Es evidente que Milei tiene un discurso para cada audiencia. Para los porteños, vende ilusiones y promesas grandilocuentes, pero para el interior del país, su política parece ser una verdadera motosierra, cortando recursos y apoyo sin piedad”, afirmó el intendente en una conferencia de prensa. Esta crítica no es solo una cuestión de diferencias ideológicas, sino también una acusación directa de hipocresía política.
La furia del dirigente cordobés subraya un malestar más amplio en las provincias que sienten que son tratadas como ciudadanos de segunda clase en la agenda política de Milei. En lugar de un plan integral que contemple las necesidades de todo el país, los opositores argumentan que el candidato presidencial está enfocado en perpetuar su imagen en los centros urbanos mientras ignora las realidades del interior.
La declaración del intendente resuena en un contexto de creciente polarización política, donde las tensiones entre la capital y las provincias se han intensificado. Las palabras del dirigente cordobés podrían ser el reflejo de un malestar más profundo que amenaza con exacerbar aún más las divisiones regionales en el país.
En resumen, el enfrentamiento entre el intendente y Milei no solo pone de manifiesto la fractura política entre el interior y el centro del país, sino que también revela la creciente desconfianza hacia un candidato cuya política parece ser más una cuestión de imagen que de sustancia.
