Juana y los vientos de la historia

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El 15 de julio de 2015 Cristina y Evo inauguraron el Monumento a Juana Azurduy ubicado a espaldas de la Casa Rosada y mirando al Río de la Plata. Juana, sable en mano y en posición de combate, desplazaba de ese lugar a Cristóbal Colón. Enorme significado ese evento, voluntad de unir a Nuestra América para enfrentar nuevos intentos neocoloniales.

Dos años más tarde, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, aprovechando una nueva oleada de cipayaje en Argentina, dispuso correr al monumento de la gran guerrillera del Alto Perú para instalar en ese sitio un helipuerto.

Como era de suponer, en la Legislatura votaron a favor los amarillos vendepatria, se abstuvieron el Frente de “Izquierda”, el Bloque “Peronista” y la Corriente de la “Militancia” y solo 17 legisladores votaron en contra, fueron los del Frente para la Victoria, Suma+, Partido Socialista y Liberación y Bien Común.

Un par de años después, el gobierno de Evo fue derrocado por un violento golpe de estado programado por la oligarquía boliviana, alentado por los Estados Unidos y aplaudido por el Virrey con sede en la Casa de Gobierno en Argentina.

Nada nos sorprende, así ha sido casi toda nuestra historia.

Juana supo desde niña de la frustrada gesta libertaria encabezada por Túpac Amaru, vio como eran ejecutados Murillo y los demás patriotas de Chuquisaca, Cochabamba y La Paz y al año siguiente se alegró con la Revolución de Mayo en Buenos Aires.

En dupla con su compañero Juan Ascencio Padilla, no dudó un instante en sumarse al ejército de Manuel Belgrano.

Huaqui la había entristecido, Tucumán y Salta la colmaron de

entusiasmo, Vilcapugio y Ayohuma la llenaron de angustia.

Allí estaba como apoyo de combate con sus miles de “Leales”, una columna de combatientes entre los que se destacaban sus hermanos los indios durante siglos explotados por el opresor extranjero.

¡Como no festejar aquella jornada de febrero de 1816! cuando junto con su Juan Ascencio le hicieron tragar el polvo de la derrota al joven coronel realista La Hera, arrebatándole el estandarte y los fusiles al enemigo.

Comentan que la valentía de Juana arrancó éste inédito poema escrito de corazón y con entusiasta fervor por Don Manuel Belgrano:

“Desde hoy seréis la bandera

por mejor mano creada,

Seréis en toda la frontera.

¡Tiemble el tirano! La Hera

Abata su pompa vana;

y para gloria de Juana

de Azurduy, diga que de él,

a pesar de ser cruel

triunfó una Americana.

Pocos meses después, su corazón ya seriamente herido por la pérdida de 4 de sus hijos, se vería completamente desgarrado por la muerte en combate de su amado compañero.

Pero su amor por la libertad y su compromiso permanente en los campos de combate donde se definía la suerte de la Patria Grande la seguirían teniendo como protagonista con sus “Decididos del Perú” en las batallas lideradas por Güemes.

La historia da cuenta que allá por noviembre de 1825, ya lograda la independencia en todo el continente y siendo Bolivia una nueva nación, llegó Don Simón Bolívar hasta el hogar que habitaba junto a su hija Luisa y su nieto en Chuquisaca, emocionado de conocerla personalmente el Libertador le dijo: “Esta República, en lugar de hacer referencia a mi apellido, debería llevar el de los Padilla”.

El escenario sigue siendo el mismo, los vientos de la historia a menudo soplan a favor y otras se convierten en destructivos vendavales.

Aunque quieran impedirlo los angustiados predicadores de las bondades coloniales, hay hombres y mujeres que desafiando todos los vientos permanecen inamovibles en el corazón de los pueblos.

Juana Azurduy, inmensa guerrillera de Nuestra América, ejemplo de humildad y valor, es una de ellas.

Mientras contemplan con atención el clima de nuestra agitado continente, hoy los cielos estarán celebrando una vez más su cumpleaños.

Por Hector Amichetti, Secretario General de la FGB

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