Los presagios cantaron muchas veces estos días. De su música y sus artificios, sus nuevas trampas o redes, sus nuevas armas en ciernes. Personificaron a las terminales bestiales. Mapearon lo por suceder, sin encriptar desde donde se edificará un dolor inigualable para cuando los últimos granos de arena fina goteen.
Describieron con económico patetismo las facciones de los perversos payasos gobernantes que vendrían, antes del sol. Las campanas sonaron una y otra vez. Las campanas todavía suenan. Suenan, porque todavía pocos escuchan su presagio final.
En el litoral se busca un niño, otra vez como ayer. El poder se pone muchas veces nervioso cuando un niño o niña se buscan, sin haberse perdido. El poder tiene miedo de que el pueblo descubra sus formas más malignas de expresar y fortalecer la reproducción de su siniestro poder.
Esas redes tienen pescadores poderosos y sombríos. Tipos y tipas que muestran en los medios de comunicación sus ojos llenos de garras y sonrisas macabras, cínicas miradas llenas de sadismo. Identidades documentadas, rastros grotescos que nadie quiere indagar en la prensa, la justicia y el gobierno. Nadie se investiga a si mismo, en estos casos.
La economía muestra su caída en declive, preanunciando la profundidad del desastre que tiene por destino. La puja entre ricos escribe las peripecias del odio en crecimiento entre los pobres. Aun, el universo de los vulnerables está lleno de espejos. ¿Quién los ayudara a salir de ese laberinto? Sobrevivir canibaliza, vivir con otros puede liberar a todos de lo peor de sí mismos.
Ese animal mitológico que es el Peronismo, esta pasteando en las tierras altas. Lejos de su descendencia pragmática, capitalista y empresarial. Los y las aspirantes a jinetearlo, tienen tanto peso en sus alforjas, que no pueden subir a las tierras altas.
El pueblo, ruega sin saber. Invocan figuras pixeladas, se consagran a los eficaces disparos de los ttwitteros en los tarros de las redes, se suman en las marchas con el corazón helado, detrás de anémicos portavoces que anhelan palmeras y comer con aceite.
Hay tantas razones para buscar en los sentimientos que nos quedan, tanto barro en los patios del ayer, tanto compañero y compañera solos caminando con el desprecio de los suyos sobre sus espaldas, tanta lucha y compromiso orinado desde arriba, que la esperanza untada en la mierda de nuestros días XXX, reverdecerá y traerá en sus manos de mariposas, la primavera más bella, los días más felices, la Argentina grande y la felicidad de su pueblo.
Por Rodrigo de Unquillo