El Capitalismo como obturador del desarrollo humano

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Este artículo pretende desarrollar una mirada política, de los acontecimientos, que se replican en todas partes del mundo organizado socialmente a la usanza de la “Modernidad Europea”.


Así como los movimientos de emigrantes asiáticos hacia la Europa “central”, los desplazados en el continente Africano por luchas fratricidas, o las permanentes emigraciones en Latinoamérica, México y su permanente movimiento de ciudadanos hacia EEUU en primer lugar, Bolivia y Perú como proveedor de mano de obra no calificada para los países limítrofes, las presiones sufrida por Cuba y Venezuela por tener políticas no alineadas al Imperio; dan como resultado grupos de individuos pertenecientes a la especie humana, pero deshumanizados en sus derechos básicos. ¿Es este solamente un momento en la historia de la humanidad?, convengamos que desde la finalización de la Segunda Guerra Mundial y hasta nuestros días, los movimientos migratorios no han cesado. Muchos nos preguntamos por él, o los responsables de estos procesos que están entre nosotros, y la pregunta queda formulada generalmente de esta manera: ¿es el capitalismo y su mercado consumista como opción política, el responsable de otorgar hegemonía a ciertos sectores e invisibilizar a otros?, ¿es el modelo el único responsable? pero entonces ¿de dónde surge esta hegemonía capitalista y por qué?


Mi hipótesis es que desde una hegemonía de poder, el capitalismo como “desarrollo” económico y concepto político, no permite el antagonismo entre individuos, masificándonos en una sociedad de consumo sin poder individualizarnos, pues la pluralidad es específicamente la condición sine qua non de toda la vida política de las sociedades y sus individuos. Por esto perdemos el primer imperativo categórico Kantiano, aquel que reza: “nunca tomar a un semejante como medio, sino siempre como fin, pues cada acto que realicemos, tendría que poder ser reproducido por otro individuo, sin dañar a un semejante”, y no me contradigo por citar a un ilustrado racionalista, pues el capitalismo como hijo de esa Ilustración Europea, fue lo primero que olvido en su devenir por la historia, haciendo extensiva sus relaciones de mercado a las relaciones sociales, confundiéndolas con la lógica de producción y consumo.


Para contrarrestar esta hipótesis, debemos procurar el desarrollo de un Sujeto humano en su totalidad, no solamente como el sujeto moderno racional, blanco de tantas críticas contemporáneas, sino aquel sujeto que se expresa en un contexto social determinado, que a través de sus acciones termina impactando en otros, acciones que concluyen con los cuerpos de esos sujetos concretos expuestos en las calles, ganando y creando espacios públicos para el impacto del mensaje, no solamente verbal sino acompañado por expresiones corporales, y es donde las manifestaciones públicas toman su sentido de ser, justifican la presencia de grandes masas de personas expuestas en espacios públicos, por ejemplo aquellas que quedaron de manifiesto en los movimientos de la llamada “Primavera Árabe”, conformados por los “Precarizados”, estos, que carecen de todo derecho, aun el derecho de tener derechos, que paradojalmente son las necesidades que los unen, también los que se identifican con un derecho ya existente, y se congregan para la reapropiación del mismo, ejemplo de ello fue la gran movilización por la educación pública y gratuita en Argentina, en el mes de Abril del año 2024.


Por todo esto sostengo la tesis Ideológica Teórica, que, a través de los antagonismos de los distintos grupos sociales, organizados por necesidad y precariedad, se puede lograr la disolución del hegemonismo capitalista y sus centros de poder que ostentan el manejo total de la política, la economía y el poder jurídico.
Pretendo demostrar como a través de este camino teórico se logrará el desarrollo de un sujeto integro, en relación con el “Otro” Levinaciano, aquel que me interpela en su diferencia y me completa como humano gregario, como individuo en la totalidad.


Lo que intentamos rescatar es la Acción y el discurso, que quedan relacionados estrechamente al identificar al individuo dentro de la comunidad, la acción lo marca en su nacimiento, el discurso lo hace en sus actos, lo denomina como sujeto, lo posiciona en lo que hace o va a hacer en el terreno político, por lo tanto, necesita del discurso para anunciar su acción.


El discurso y la acción en el individuo, en el sujeto que compone la comunidad, lo muestra como es, demuestra su única y personal identidad, lo hace “vivo entre los hombres”, lo hace “quien” y no “que”.


Por lo tanto, queda bien marcada la necesidad de: 1) el lenguaje y el dialogo con el “distinto”, la confrontación teórica, como factor de crecimiento intelectual.
2) el espacio público, como lugar de aparición del sujeto diciente, y caja de resonancia del discurso político.
3) la existencia de zonas urbanas, ciudades regidas por leyes ordenadoras, que regulen las relaciones entre los iguales, pero desde una alteridad necesaria para la diferencia.


La hegemonía capitalista anula estas necesidades básicas, homogenizando a los individuos. Las sociedades deberán estar atentas a esta manipulación impersonal, ocultas bajo el manto del “mercado”, y será trabajo de los intelectuales correr el velo de la ocultación de la necesaria alteridad.


Por el filósofo Marcelo Rippa

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