Solía decir nuestra querida y siempre recordada Evita: “…nuestra sidra y nuestro pan dulce son nada más que un símbolo de nuestra unión con el pueblo. Es nuestro corazón que quiere reunir en la nochebuena a todos los corazones descamisados en un abrazo inmenso, fraternal y cariñoso”.
Eran las navidades felices de gobernantes que amaban de verdad a su pueblo.
Hubo y hay otras navidades muy distintas.
Por ejemplo ésta navidad, que tiene como característica distintiva la crueldad de los gobernantes y nos muestra a un presidente que actúa como una especie de Herodes en la búsqueda de liquidar definitivamente la justicia social.
Ya no llegan sidra y pan dulce a los hogares con la intención de unir corazones, arriban como misiles destructores, brutales facturas del gas, la luz y el agua.
La dichosa esperanza de los tiempos peronistas es desplazada hoy por la incertidumbre de ingresos familiares que se reducen y el temor a perder el trabajo.
Con jubilados golpeados cada miércoles, con Cristina y otros compañeros y compañeras presos políticos de un régimen entreguista, nada es igual.
Sólo permanece intacta la voluntad inmensa de infinidad de hombres y mujeres de nuestra querida Patria que harán hasta aquello que parece imposible para acortar estos males.
Don Arturo afirmaba que “nada grande se puede hacer con la tristeza”.
¡Celebremos la Navidad en Familia y alegremente!
Muy pronto volverán los tiempos felices.
¡Viva la sidra y el pan dulce!
¡Viva Perón y Evita!
Por Hector Amichetti



