Trump quiere sacar a Maduro del gobierno de Venezuela porque aspira a que las multinacionales norteamericas se apropien de las mayores reservas petroleras del mundo, superiores incluso a las que posee Arabia Saudita.
Como lo advirtió Perón en su tiempo, los recursos naturales de Nuestra América son una enorme bendición y al mismo tiempo un inmenso peligro, porque intentarán hacerse de ellos los países poderosos… por la buenas o por las malas.
Si Milei fuera presidente de Venezuela entregaría el petroleo “por las buenas” como está dispuesto a entregar las tierras raras, el litio, el oro y el cobre de Argentina.
Cuando Estados Unidos estaba demasiado ocupado en bombardear e invadir países en el Medio Oriente y norte de Africa para tomar control de territorios y recursos en esas regiones, nosotros avanzamos con la búsqueda de integración en nuestro continente, no nos alcanzó el tiempo, pero al menos lo intentamos.
Hoy el “bombardeo” y las invasiones tienen como blanco nuestros países y los métodos van desde la ofensiva militar en el Caribe y una constante acción desestabilizadora de los gobiernos rebeldes, hasta las invasiones a través del enorme poderío financiero del Imperio para apuntalar a los gobiernos cipayos.
Como en los tiempos de dictaduras militares encadenadas y “Plan Cóndor”, la batalla es de los pueblos latinoamericanos en su conjunto con la particularidad de los escenarios que se presentan en cada una de las naciones.
El objetivo es desarticular el nuevo plan del Imperio en alianza con las oligarquías locales y sus políticos lacayos.
Nada nuevo, solo hace falta recordar lo escrito hacia fines del siglo XIX por el gran José Martí en “Nuestra América”.
“Cree el aldeano vanidoso que el mundo entero es su aldea, y con tal que él quede de alcalde, o le mortifique al rival que le quitó la novia, o le crezcan en la alcancía los ahorros, ya da por bueno el orden universal, sin saber de los gigantes que llevan siete leguas en las botas y le pueden poner la bota encima, ni de la pelea de los cometas en el Cielo, que van por el aire dormidos engullendo mundos. Lo que quede de aldea en América ha de despertar. Estos tiempos no son para acostarse con el pañuelo a la cabeza, sino con […] las armas del juicio, que vencen a las otras. Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedra”.
Por Hector Amichetti



