Tomo la frase de un periodista especializado en economía que, dirigiéndose alsector agropecuario —y no ya al pequeño, sino al mediano y grande—,sentenciaba: “Con la tuya y con tu voto te van a fundir”.
Esta advertencia resume la estrategia económica actual. Con el apoyo y la conveniencia de Donald Trump, el Gobierno nacional busca sostener el valor del dólar en control, creciendo por debajo de la inflación, para mantener a esta última bajo raya. El costo es la entrega de soberanía y un endeudamiento a ultranza.
¿Y por qué es esto conveniente para Trump? Porque, cuando Estados Unidos y China terminen de negociar sus aranceles, China terminará comprándole la soja a EE. UU. Argentina, por su parte, enfrentará severas dificultades para competir, producto de un dólar retrasado y aranceles que no bajarán. ¿La razón? EE. UU. exige mantenerlos, y como fueron ellos quienes proveyeron los dólares que al Gobierno se le escurren como agua entre los dedos, nos tienen a su merced.
Esta política no solo fundirá a los productores agropecuarios. Fundirá a miles de industriales y emprendedores también. Genera una fuerte competencia entre los más pobres que, para subsistir, se disputan espacios en servicios de transporte, kioscos, peluquerías, aplicaciones de delivery, etc. Para asegurar el flujo de servicios en esos espacios, se vislumbra una flexibilización laboral y una recesión que empuja a las empresas a la necesidad de recortes y desprendimiento de trabajadores.
Y en este mismo contexto de endeudamiento a ultranza, a pesar de no haber podido bajar el riesgo País, Caputo salió al mercado de capitales a tomar deuda al 6,5% anual. Pareciera que, con la bendición de Donald Trump, todo es posible, porque con el riesgo País actual de Argentina, las tasas deberían estar arriba del 10% anual.
Mientras tanto, el Gobierno sigue construyendo logros y generando a su favor una sinergia positiva mediante su comunicación. El “Toto” Caputo, esta semana, afirmó que fue el gobierno que más reservas compró en la historia. Todo, para ellos, es “lo máximo de la historia”, para luego aclarar que no pudieron acumularlas en reservas porque se fueron en pagos a la deuda heredada. La paradoja es que él fue quien generó esa deuda, solo que en el gobierno de Mauricio Macri.
Haciendo un paréntesis y punto final para la economía, dejo un espacio para nuestra reflexión política, sin ninguna afirmación o certeza, sino simplemente para comenzar a pensar.
Creo que, después de dos años de gobierno de Milei y habiendo perdido las elecciones de 2023 y las de 2025 (tomando como parámetro solo resultados electorales), y habiendo fracasado como gobierno entre 2019 y 2023, ya no es hora de autocrítica, sino de reflexionar, analizar y accionar internamente para enfrentar esto que es sufrimiento puro para nuestro pueblo.
Me pregunto: ¿No era que teníamos que votar los candidatos y listas que nos sugerían desde la conducción del PJ, porque eso nos aseguraba que los
quedan Jalil de Catamarca y Zamora de Santiago del Estero? Con su decisión de separarse del bloque de Unión por la Patria, permitieron que el Gobierno pasara a ser la primera minoría en Diputados.
Algunas acciones, declaraciones y actuaciones parecen un despropósito. Sabemos que una de las políticas más deliberadas de Milei desde el día uno de su gestión —cuando dio un mensaje de espaldas al Congreso— es lograr el desprestigio de este poder. Y como política, llevar a Lilia Lemoine, Karen Reichardt, Sergio Figliuolo (Tronco) y Virginia Gallardo va en esa dirección.
Ahora bien, se salió con furia a criticar la vestimenta de Gallardo, y una diputada de UxP dijo que “se creyó que iba a un casamiento”. Y ahí me pregunto: Juan Grabois, ¿estaba vestido adecuadamente para la ocasión? ¿Sus gestos fueron los ideales o contribuyen a la degradación del Congreso?
¿Y qué hay de la diputada que propone un impuesto a los eructos de las vacas, justamente con un sector con el que tuvimos un conflicto que desde la 125 no podemos resolver? ¿Te parece razonable un impuesto a los gases de las vacas? Pensémoslo sin fanatismo.
No te enojes, no quiero llegar a ninguna conclusión ni culpar a nadie, solo interpelarnos, solo quiero que lo pensemos, que lo pongamos en discusión para que hagamos algo. Porque a veces, en el fragor del insoportable y tedioso día a día, pareciera no queremos volver.
¡Pongámoslo en debate!
Por Ariel Chiariotti



