La “Brujita” neoliberal y Bullrich abofeteando a Messi

brujita veron
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Las ideas sin promesas de lucro se consideran caprichos de soñadores, un sumidero carente de rendimiento económico, y por tanto, de la aprobación de los mercados. ¿Qué es entonces lo que sorprende? ¿No oímos su relato? ¿No fuimos testigos del visto y no visto de Foster Gillet? ¿Es qué alguien se ha perdido? ¿Es qué alguien duda de que Verón quiere privatizar el fútbol argentino? Otra cosa es que lo dejen. Verón es un neoliberal de manual, aunque no lo sepa. Está en su derecho. Faltaría más. Su “fútbol” se acerca a la noción griega de oligarquía, entendida como soporte de poder del gobierno de ricos.

Por eso hay que olvidarse del pasillo inverso de Estudiantes a Rosario Central, de las sanciones de la AFA, del mensaje escatológico de su esposa, que por cierto, asombra como ciertos comentarios te dejan noqueado y, paradójicamente, con expresiones similares podés alcanzar la presidencia de Estados Unidos o de Argentina. Tiempos raros, estos.

Complejo, crudo, sin moraleja, hondo y poco elegante, lo de “sorete de Miami” es una diminuta perversión dentro de un mundo de perversiones infinitamente mayores. Por un momento pensé, no sin cierto entusiasmo, que la vulgaridad estaba dirigida a los hermanos Canosa. Pero no. “El único que tiene los huevos bien puestos (…) y que es más argentino que el sorete que ganó el Mundial y que vive en Miami, amigo del gordo. Fuera mafiosos del fútbol argentino. Más veronista que nunca y siempre de este lado”. Pues no, no iba dirigido a los Canosa. ¿De qué lado? Seguramente del presidente alienado, poseído por un odio visceral, que asocia pedofília con homosexualidad, abuso infantil con ideología de género, que legitima las armas, que niega el cambio climático, los crímenes de la dictadura, que detesta la cultura, el arte, el cine, lo público, lo colectivo, y que ha convertido el país en más desigual, más vulnerable, más pobre y con más hambre. “Es momento de dar el golpe”, continúa el mensaje, “te quieren sacar del medio porque te tienen terror”. En eso coincidimos. Le tenemos terror a esta banda de mercaderes que ordenan el mundo bajo la premisa de que todo es susceptible de ser privatizado hasta los tuétanos. Las pasiones están incluidas.

Verón no quedó en evidencia por ese mensaje, del que trató de despegarse diciendo que era falso y no de su mujer, sino por la virulencia con que salió a defenderlo y envenenar el campo de juego Patricia Bullrich. El presidente de Estudiantes hubiera preferido que estuviese calladita, pero la complicidad ideológica puede cebarse sin misericordia hasta en los deseos más modestos.

Muchos de nuestros desencantos nacen del lugar donde ubicamos la utopía. Sorprende que no sorprenda el embiste neoliberal que sufre el fútbol argentino. Uno recuerda aquellos picaditos del presidente Mauricio Macri, haciendo correr el balón entre jueces y fiscales, soltando piernas y aceitando imputaciones. Esos días que entre caños y rabonas nacía una cautelar, una preventiva, una confesión, un asadito, y así iban haciendo país. Ese fútbol de “amiguetes”, el de toda la vida, de dinastías dominantes que se “aparean” sin descanso institucionalizando sus privilegios. Es que en el fútbol se les va la vida, y la ambición por privatizarlo.

Pensar en nuestro país es también reposar en él, mirarlo despacio, en silencio, y reflexionar juntos. Saber que no nos salvamos solos. Que la fuerza está en lo colectivo, en el acompañamiento, en el cuidado de unos a otros, para sostenernos, para rebelarnos, para cambiar las cosas. Para dejar de ser presente y volver a ser futuro, recuperando aquellos sueños vivos que todavía no han sido derrotados.

Por Jose Luis Lanao

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