El ajuste y la desregulación empujaron a más argentinos a generar su propio sustento. En dos años, creció 55% la población con ingresos por debajo de tres salarios mínimos en el sector informal. La precariedad crece como saldo del experimento libertario.
La promesa de libertad económica dejó, dos años después, un país donde millones trabajan más pero para ganar menos. Según un nuevo informe del centro CITRA, al menos cuatro de cada diez personas activas se desempeñan hoy en actividades informales o autogestionadas, y nueve de cada diez de ellas perciben ingresos inferiores a tres salarios mínimos.
En términos absolutos, esto equivale a 3,4 millones de trabajadores y trabajadoras que intentan sostener su subsistencia en condiciones de creciente precariedad: la población con ingresos bajos dentro del sector informal aumentó un 55,3% en apenas un año. El avance del cuentapropismo de bajo capital, del trabajo familiar sin pago y del empleo doméstico precarizado expone una tendencia común: la del autoempleo forzado como estrategia de supervivencia en un mercado laboral que se achica al compás del ajuste como política de Estado.
La respuesta del oficialismo, sin embargo, es insistir con una nueva reforma laboral que en la práctica ya demostró que la mayor desprotección del trabajador -presentada como “beneficio” para incentivar la contratación- deriva en una profundización de problemas estructurales: lo hecho hasta ahora lejos de crear empleo en buenas condiciones, apuntó a cambios regresivos que “legalizaron” condiciones precarias de contratación lo que, a su vez, no solo afecta las condiciones presentes, sino a la propia sustentabilidad del sistema jubilatorio, con mayor caída del poder de compra del salario.
Más trabajo, pero sin derechos y con escasos ingresos
A dos años del inicio del actual gobierno nacional el mapa del trabajo muestra una mayor fragmentación y heterogeneidad. Como contracara del trabajo registrado en franco retroceso (-200.000 puestos asalariados registrados desde noviembre 2023) aparece el incremento del cuentapropismo, sobre todo de aquellas actividades que se realizan en total informalidad ante la necesidad de tener un ingreso para la subsistencia cotidiana.
Al respecto, un informe reciente puso sobre la mesa la situación del universo de trabajadores que encuentran expresión en la denominada economía popular y que se han visto obligados, tras las políticas económicas del neoliberalismo menemista y la crisis del 2001, a generar su propio trabajo por las dificultades crecientes de una salida en el mercado laboral formal (cartoneros, cooperativas textiles, agricultura familiar, cocineras comunitarias, limpieza urbana, feriantes, entre otros), llegando actualmente a representar el 27,1% de la Población Económicamente Activa (PEA).
Fuente: eldestape



