La pregunta que todos se hacen en este momento es qué pasará el lunes 27, una vez conocido el resultado de la elección de medio término en la cual Milei decidió plebiscitar su gestión. Qué cambios habrá en el Gabinete, cómo abrirán los mercados o, específicamente, si continuarán con la estrategia cambiaria actual. Sin eufemismos, ni tecnicismos, la gente se pregunta si habrá o no devaluación. Esa es la preocupación más acuciante en estos momentos.
Cierto es que el resultado de las urnas, siempre imprevisible, incidirá en el devenir de la economía. En el sentido de que una derrota categórica del gobierno será interpretada como un rechazo a su política económica. En consecuencia, un triunfo refrenda el rumbo, mientras que un escenario de paridad en el acumulado total podría salvaguardar al programa económico de grandes cambios.
El apetito por dolarizarse previo a la elección fue de u$s21.000 millones
Habida cuenta de que en el último mes se pusieron en el mercado 5 mil millones de dólares para frenar la corrida y aún así el valor de la divisa subió, la idea de que el dólar está barato es extendida. La cifra proviene de publicaciones de consultoras que contabilizan las divisas que volcaron al mercado el Tesoro Nacional, el Banco Central, como así también, el Tesoro norteamericano para ampliar la oferta.
Por su parte, el economista Juan Manuel Telechea expuso el apetito dolarizador que genera el desequilibrio entre la oferta de dólares y las compras al contabilizar también los instrumentos que utiliza el gobierno para contener la demanda. Por lo que, si contabilizamos además de las tres vías antes mencionadas, la liquidación de las cerealeras, consecuencia del estímulo fiscal, más los instrumentos empleados por el Banco Central para apaciguar la demanda (dólar futuros más instrumentos atados al dólar), el apetito dolarizador llegó a u$s21.000 millones.
En consecuencia, en un escenario en donde la liquidación de agrodólares del principal complejo exportador baja por factores estacionales, más aún dado al adelanto de ventas por la quita temporal de retenciones, es dable dudar de la capacidad del Gobierno para sostener el esquema de bandas. Un esquema que, a pesar de la inaudita intervención del dueño de la máquina de hacer dólares, luce estresado.
El lunes 27 se pondrá a prueba el alcance del auxilio de Trump
La tendencia del último mes es la de un tipo de cambio que se deprecia, incrementando cerca de $100 el valor de cada dólar a pesar de que el Gobierno emplea todo el herramental (y más) para que la cotización no supere el techo de la banda. En efecto, si al recalentamiento del dólar le sumamos que, en lo que va del año, la cuenta corriente acumuló déficit en seis de los ocho meses publicados por el Banco Central, las cuentas parecen no cerrar a esta cotización.
Con lo cual, la lógica dicta que el Gobierno debiera reformular la política cambiaria, adelantarse al mercado y conducir a un nuevo esquema con otro tipo de cambio que permita la acumulación de reservas, la baja del riesgo país y el acceso al mercado voluntario de deuda, más la estimulación de las exportaciones. Algo que se dificulta con un tipo de cambio apreciado que estimula la dolarización de carteras (fuga). De hecho, en lo que va del año (enero-agosto) el sector privado no financiero compró billetes por u$s17.000 millones.
Por lo tanto, podría haber un giro de dirección respecto al tipo de cambio en la semana posterior a la elección, sea cual fuere el resultado. Sin embargo, las acciones del equipo económico en el último mes hacen dudar de ello. ¿Por qué habrían de vender u$s21 mil millones para defender a una cotización que volará después de la elección? Un gobierno que tiene para mostrar la atenuación de la inflación y cierta estabilidad cambiaria, ¿está capacitado para levar el ancla cambiaria, enfrentar meses de mayor inflación y una profundización inmediata de la recesión? consecuencias inevitables en el corto plazo de una devaluación.
De cualquier manera, dada a la escasez de divisas, la semana próxima sabremos cuán comprometido está Donald Trump con la estabilización económica de Argentina.
Fuente: La Nueva Mañana



