Una ministra de Albania es una inteligencia artificial

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Diella fue presentada como nueva integrante del gabinete del gobierno de Albania. El primer ministro socialista, Edi Rama, le confió la cartera encargada de luchar contra la corrupción. En su presentación, el primer ministro dijo: «Diella es el primer miembro [del Gobierno] que no está físicamente presente, sino que ha sido creado virtualmente por la inteligencia artificial».

Su nombre significa «sol» en albanés y su aspecto es de una típica mujer albanesa de edad media, con piel blanca y pelo negro, y con vestidos típicos, incluso con el velo característico, ya que la religión predominante en este país de los Balcanes es el islam.

Según el gobierno, se encargará, con su sesgo y algoritmos, de controlar las licitaciones de contratación pública con el objetivo de «que estén 100 por ciento libres de corrupción y que todos los fondos estén sometidos a un procedimiento perfectamente transparente».

Desde ahora, Diella es un miembro más del gabinete, con empleados a su cargo y con voz y voto, es decir con atribuciones y derechos dentro del gabinete de ministros.

Ventajas y peligros contra la corrupción

La inteligencia artificial no es objetiva ni inocua, porque se nutre de todos los datos e información que puede recabar, según el tema, según de dónde busque y según cómo haya sido educada esa misma inteligencia artificial. Por lo tanto, es probable que, si le preguntamos a una inteligencia artificial sobre temas como inmigración, pobreza o igualdad de géneros, reproduzca los sesgos y orientaciones de la sociedad digital. En definitiva, el peligro es que reproduzca sesgos racistas, clasistas o machistas, que ya existen en la sociedad y que, obviamente, se reflejan en las redes sociales.

Pero si limitamos el campo de búsqueda o «educamos» a la inteligencia artificial, puede servir y tener resultados positivos. En definitiva, la clave estará siempre en quién mantiene el dominio de la relación.

En España, una investigación conjunta de las universidades de Valladolid, Burgos y La Rioja dio como resultado un artículo en la revista científica European Journal of International Management. Tres profesores de finanzas y procesamiento de datos habían desarrollado una herramienta de inteligencia artificial para predecir la corrupción en la contratación pública. Gracias al análisis masivo de datos de la IA, investigaron 70.000 licitaciones públicas en 33 países e identificaron varios indicadores comunes en prácticas corruptas.

«En lugar de medir la corrupción per se, intentamos atacarla a través de alguna de sus señales, como es la limitación de la competencia»; explicó Iván Pastor, profesor de la Universidad Internacional de La Rioja. «Yo puedo ofrecer un contrato público y definir criterios de adjudicación que se alineen con tu perfil si lo que quiero es dártelo a ti»; explicó. Con ese criterio, los investigadores del artículo peinaron los contratos que recibieron menos ofertas, un indicador que alerta sobre presuntas irregularidades. «Intentamos sacar diferentes características y agruparlas por criterios de adjudicación para identificar cuáles eran más susceptibles de presentar menos competencia. Los contratos en que casi no recibes ofertas es un poco raro»; contó Pastor, quien agregó: «Ahí hay una propensión mayor a prácticas corruptas».

En definitiva, la IA puede analizar millones de datos de sobre precios, licitadores, plazos o modificaciones de contratos. Su capacidad para detectar anomalías es exponencialmente superior al trabajo de cualquier equipo de investigación o control. La inteligencia artificial puede localizar de forma instantánea precios inusualmente bajos o altos y comparar ofertas con los estándares del mercado. Todo esto permitiría auditar y monitorear en tiempo real decenas de miles de contratos públicos.

La clave, como siempre, será el sesgo, es decir, de dónde se nutre la inteligencia artificial y para qué la usamos.

Por Mariano Saravia

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