“El peronismo es el hecho maldito del país burgués”, así definía J.W. Cooke al proceso que llevaría adelante, hasta ahora, las banderas culturales que afectan a las élites oligárquicas, como son justicia social, soberanía política, independencia económica y Tercera posición internacional, que provocaba a las fuerzas anglosajonas que colonizan América Latina, a generar respuestas dictatoriales o políticas de penetración, acorde a sus intereses.
Entonces el peronismo es un partido o es una construcción del pensamiento? Es un camino a transitar, porque de esa conceptualización dependen las respuestas programáticas y modelos de país, que el llamado peronismo o movimiento nacional pueda ofrecer a las futuras generaciones.
El peronismo se hizo fuerte en la resistencia a los sucesivos regímenes dictatoriales o de proscripción a que fue sometido, basado en una voluntad inquebrantable del pueblo argentino, de reivindicación de su memoria compartida, de una conciencia solidaria, construida y fortalecida por ese proceso llamado peronismo.
Alcanzaría entonces con denominar al peronismo como una herramienta electoral, o quizás en éste camino que transitamos, lo definimos como una mirada compartida del mundo, de la vida, de las cosas, de los seres humanos, de la naturaleza, de los afectos, de la tolerancia y el reconocimiento del otro como sujeto y de un estado al servicio de las demandas del pueblo.
“Sólo el pueblo salvará al pueblo” decía Evita.
“Hay un solo gobierno, el gobierno del pueblo” expresaba Perón.
Estas expresiones definen en parte una construcción del pensamiento, desde un lugar diferente a otras corrientes del pensamiento, siendo una mirada que nos abarca desde la Matria Patria Grande, esa que expresaba, desde el principio de los tiempos, una Latinoamérica que nunca debió dejar de ser, que se hizo resistente a la colonización anglosajona, después de los procesos de independencia de España. Esa resistencia forjó un pensamiento propio, que nunca claudicó y que el peronismo permitió sintetizarlo y consolidarlo en la historia.
El Perón filosófico, que es el vigente, es una herramienta que sigue dando respuestas a las demandas de la hora actual, de ahí su permanencia en el tiempo, más allá de los afanes del enemigo por callarlo o eliminarlo, porque responde a esas conciencias compartidas, calladas por las fuerzas de la reacción, los espacios comunicacionales, las redes y los medios, que perviven en el pueblo.
El problema actual es que las nuevas generaciones han naturalizado la crueldad, el egoísmo, la xenofobia y la violencia, que impuestas por el enemigo tienden a fomentar el caos, antes que a la construcción de una comunidad organizada en base a la solidaridad social compartida.
Ese modelo social y productivo biocéntrico, que se estructura alrededor del cuidado de los seres humanos y la naturaleza, se opone a la determinación de las fuerzas reaccionarias de imponer los modelos que privilegian al Mercado, como ordenadores sociales, sometiendo a los pueblos a las construcciones financieras, generalmente inclinadas al saqueo, endeudamiento y ajustes, poniendo el peligro la Patria misma.
Encerrar al peronismo a un concepto estructural de partido, no sólo es un error, sino una minusvalía de su trascendencia, al no abarcar al movimiento obrero, los movimientos sociales, las organizaciones libres del pueblo y la Comunidad Organizada, una construcción que debe ser permanente en la militancia peronista. Esa carencia que incorpore esas miradas en el pensamiento, le quita la vitalidad necesaria, disrruptiva y revolucionaria enfrentada a los poderes dominantes, hegemónicos tanto locales como internacionales, como ha sido históricamente.
Recuperar esa musculatura, hace del movimiento nacional, un proceso a nivel latinoamericano, de fortalecimiento de identidad y memoria compartida, en el cual el peronismo tiene no sólo vigencia, sino presencia en la perspectiva histórica de construcción política soberana, para la felicidad del pueblo y la grandeza de la Nación.
Por Jorge Rachid