El Gobierno interviene en las finanzas, enoja a los banqueros y no logra anclar el dólar

Caputo
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La intervención del Estado en el sistema financiero crece y comienza a generar discrepancias en las reuniones de banqueros. Recordemos que una de las medidas que implementó el equipo económico para encapsular los pesos y desalentar que vayan al dólar es muy antipática para la banca. Subir el porcentaje de plata que los bancos deben inmovilizar (encajes) quita libertades y achica el negocio de los bancos.

Aumento de encajes, restricciones cambiarias, suba de tasas e incremento de morosidad como consecuencia de la política económica del Gobierno es un combo indeseable para el sistema financiero. Sobre esto, un ex funcionario del BCRA de fluido contacto con la asociación de bancos confirmó en off a este medio que están muy disgustados por: “encajes altos, morosidad, cheques no pagados en término… eso va todo contra la rentabilidad del banco”. Hay un dato que confirma esto, el último balance contable del banco Galicia ya evidencia un deterioro en su rentabilidad.

Aún hay por delante $ 45,6 billones de vencimientos

Asimismo, hubo en la semana una nueva licitación del Tesoro que confirma que las supertasas llegaron para quedarse. Cada semana de vencimientos se ajusta un poco más el torniquete monetario y se reduce el circulante de pesos. En esta oportunidad, el Ministerio de Economía debía enfrentar vencimientos en pesos de títulos de deuda de corto plazo por un total de $7,7 billones. Como ocurre frente a todo vencimiento las alternativas son dos: rollovear la deuda (en criollo: patearla para adelante) o pagar. 

Amortizar la deuda significa una mayor circulación de pesos en el sistema, lo que el gobierno busca evitar; mientras que renovar los títulos para liquidarlos a futuro implica darles a los bancos tenedores de esas letras mejores condiciones a cambio. En efecto, los nuevos rendimientos convalidados por el equipo económico rozan el 80%, lo cual tiene efecto directo tanto en el interés del plazo fijo como en el costo de financiamiento. Lo que significa que el excedente de pesos de la economía tiene un estímulo para no dolarizarse y hacer tasa en plazo fijo, pero también se profundiza la dinámica recesiva por una caída de la demanda de financiamiento. 

Si tenemos en cuenta que, según estimaciones de consultoras privadas, en el último cuatrimestre del año vencen $45,6 billones entre diferentes instrumentos, todo indica que las tasas permanecerán altas. Consecuentemente, la dinámica recesiva también persistirá al apagarse el único motor del consumo que venía siendo la demanda de bienes durables apalancada en financiamiento. 

Los antecedentes históricos no le dan la razón al Gobierno

Si bien el objetivo del equipo económico es claro, mantener el dólar estable y la inflación baja, aún con plazos fijos rindiendo al 47% anual frente a una inflación proyectada del 27% para el 2025 no están pudiendo estabilizar el valor del dólar. La gente prefiere refugiarse en la divisa norteamericana. En efecto, el remedio de las supertasas puede no cumplir su cometido. De hecho, los antecedentes de este tipo de medidas para desalentar la fuga de capitales no van indefectiblemente en el sentido que el Gobierno pretende.

Precisamente hay experiencias más bien adversas. El caso más resonante se dio en Suecia en 1991 en el marco de una crisis financiera que llevó a la economía a la recesión. Con una crisis que se manifestó en distintos frentes de la actividad económica, el gobierno sueco buscó mantener el tipo de cambio fijo como ancla. Fue entonces que, para evitar una devaluación, el presidente del Banco Central, Bengt Dennis, elevó la tasa de interés a 500%. 

El desenlace, pese a la sideral suba de tasas, el Banco Central sueco no logró mantener el tipo de cambio fijo como se proponía. La presión especulativa fue demasiado fuerte, y el mercado no creyó que el Banco Central pudiera mantener esa política por mucho tiempo. Finalmente, Suecia se vio obligada a devaluar la corona, abandonando su política cambiaria y financiera.

Boom importador y déficit por turismo, las inconsistencias del modelo 

Si bien cada economía tiene su particularidad y dinámica singular, lo cierto es que cuando el conjunto de los actores económicos tiene arraigada fuertemente una conducta como la de dolarizarse es muy difícil de revertir esa fuerza, máxime cuando la tendencia que se avizora en la Argentina es la de gastar más dólares que los generados genuinamente. 

Probablemente la principal inconsistencia de la economía actual venga por el lado de la balanza de pagos con exportaciones de bienes creciendo al 27% frente a importaciones que lo hacen por 88%, según datos del Banco Central. Si a esto le sumamos el déficit de la balanza de servicios, que acumula un negativo de casi 7 mil millones de dólares, se obtiene una economía con dificultades para generar y acumular eso que tanto anhelamos los argentinos.

Fuente: La Nueva Mañana

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