La relación entre el sistema financiero y el Gobierno está en uno de sus puntos más críticos. La decisión del equipo económico de aumentar nuevamente los encajes bancarios —los fondos que las entidades deben mantener inmovilizados por orden del Banco Central— y, además, obligarlas a destinar ese dinero a la compra de bonos que se habían negado a adquirir en la licitación del miércoles, encendió todas las alarmas. En el sector, la jugada fue interpretada como un “corralón”, evocando la medida que Domingo Cavallo implementó en 2001.
La reacción fue inmediata. Un encuentro virtual entre las autoridades del Banco Central, encabezadas por Santiago Bausili, y directivos de bancos terminó en tensión. “Fue una perorata técnica, no nos escucharon”, resumió al portal LPO uno de los participantes.
Es la segunda vez en menos de un mes que el Gobierno incrementa los encajes, una maniobra que busca inmovilizar más depósitos de los ahorristas y canalizar esos fondos hacia la deuda pública. Sin embargo, los banqueros advierten que esto golpea directamente el patrimonio de las entidades y de sus clientes.
La tensión también se sintió dentro del propio Banco Central. Más de 200 personas —entre técnicos de Adeba, ABA, ABE y Abappra— participaron de una reunión donde la señal oficial fue clara: los fondos de los bancos no deben alimentar la presión sobre el dólar. La instrucción fue “no mover” ese dinero.
El malestar creció con las declaraciones de algunos banqueros:
“No nos dejaron opinar. Tienen un problema político que quieren resolver con un apretón monetario. Esto puede generar un caos. Están secando al sistema financiero y destruyeron nuestras acciones en Wall Street”, sostuvo uno de ellos.
La reacción internacional no tardó. Los ADR de bancos argentinos en Nueva York sufrieron fuertes caídas: Banco Supervielle se desplomó 8,7%, Galicia retrocedió 5,3% y BBVA cayó 4,2%. Afuera, la percepción es que el sistema financiero local está bajo seria amenaza.
En medio de la crisis, el ministro Luis Caputo intentó desesperadamente explicar la estrategia, atribuyendo la extrema volatilidad al contexto “político-electoral”. Sin embargo, su argumentación técnica dejó dudas incluso entre sus propios aliados.
Desde Max Capital apuntaron contra la falta de previsibilidad: recordaron que, desde la eliminación de las Leliqs hace un mes, la política monetaria se volvió errática y que anunciar cambios por redes sociales después de las 20 horas sólo empeora la incertidumbre. “El esquema de política monetaria se ha vuelto cada vez menos claro”, advirtieron.
Fuente: Primereando Las Noticias