El «acuerdo» al que llegaron Donald Trump y Úrsula Von der Leyen en Escocia significa el vasallaje definitivo de Europa ante los Estados Unidos. Concretamente, lo que acordaron es llevar al 15 por ciento los aranceles de Estados Unidos a las importaciones de productos europeos, mientras que al revés es el 0 por ciento; una imposición para que la Unión Europea compre productos energéticos estadounidenses por 750 mil millones de dólares; la obligación para Europa de invertir 600 mil millones de dólares en la economía estadounidense; y el compromiso de seguir comprando armamento proveniente del poderoso complejo militar industrial yanqui.
Esto muestra que la forma grotesca y violenta de negociar de Trump da resultados, aunque parezca que está negociando en una feria de pulgas. Hasta principios de este año, los productos europeos pagaban de promedio un dos por ciento de aranceles para ser exportados a Estados Unidos, pero ante la amenaza de Trump de llevar esos aranceles al 30 por ciento, el 15 por ciento final fue tomado como un alivio por algunos líderes, como los de Alemania y Francia.
ustamente, esos dos países serán los más golpeados. El canciller alemán Merz festejó que los nuevos aranceles a la exportación de autos no sean finalmente del 27.5 por ciento como amenazaba Trump, sino del 15 por ciento. Lo que no dice Merz, es que durante el gobierno de Joe Biden, esos aranceles eran del 2,5 por ciento.
Por su parte, se calcula que Francia sufrirá entre este año y el que viene la quiebra de más de 130 mil empresas por esta crisis.
Es que, según expertos, el costo para la producción europea no es sólo del 15 por ciento, sino que a esos aranceles se suma la devaluación del dólar frente al euro, que llega al 13 por ciento. Con lo cual, los costos de exportación de productos europeos a Estados Unidos se disparan al 25 por ciento.
Ahora bien, ¿cuál es el motivo por el que Europa se arrodilla y se humilla de esta manera? Uno solo: la dependencia casi total de Estados Unidos, tanto en materia militar cuanto comercial.
¿Y cuál sería la solución posible? Por un lado, dejar de embarcarse en todas las aventuras bélicas al servicio del propio Estados Unidos. El ejemplo de la Guerra de Ucrania es elocuente. Nadie pierde más en esa guerra que Europa, sobre todo teniendo en cuenta que, sin el gas ruso, el costo energético se ha multiplicado exponencialmente. Pero, al mismo tiempo, nadie gana más con la Guerra de Ucrania que Estados Unidos, que está lejos geográficamente, con un océano de por medio que impide la llegada de refugiados y otras consecuencias, pero además vende a Europa su energía mucho más cara que la de Rusia, vende también sus armas a los países europeos, a los cuales obligó a elevar su presupuesto bélico al 5 por ciento del PIB en la última cumbre de la OTAN, y como si todo esto no fuera poco, cuando todo termine se quedará con el gran negocio de la reconstrucción de Ucrania y con sus energías y tierras raras.
La otra solución necesaria para Europa, ya en el plano comercial, es bajar la dependencia de su principal socio y entender que ya estamos en un mundo multipolar y que se pueden hacer grandes negocios con potencias que ya no son una promesa sino una realidad, sobre todo las que integran los BRICS ampliados.
Por Mariano Saravia