La preocupación no es nueva, pero hoy resuena con una crudeza que ya no permite eludir el debate: “No me preocupan los de afuera que nos quieren comprar, sino los de adentro que nos quieren vender”, decía el expresidente Illia. Esta frase cobra una vigencia alarmante en la Argentina actual, donde las declaraciones del embajador Peter Lamelas han quitado cualquier velo a las intenciones de Estados Unidos sobre nuestros recursos. Es momento de mirar con lupa a los “corsarios” que nos gobiernan.
Lamadejadelapolíticajudicialylasituacióneconómicasedesenredaanteestas revelaciones. El dinero que hoy recibe el gobierno, que es deuda que indefectiblemente pagaremos todos, no se basa en nuestra capacidad de pago.El riesgo país, lejos del objetivo de 400 puntos básicos, se acerca a los 800, una señal clara de la fragilidad económica. La verdadera razón detrás de este endeudamiento son los intereses directos de Estados Unidos sobre nuestros recursos naturales.
Esta semana, las noticias confirman el avance de privatizaciones clave: AYSA, Belgrano Cargas, ENARSA, y la aceleración de los procesos para Intercargo, Corredores Viales y Centrales Hidroeléctricas del Comahue. Estamos asistiendoa un regreso, con tintes noventosos, a la “rifa” del patrimonio nacional y a una intromisión externa sin precedentes en Argentina.
En el frente económico, la situación no mejora. Luis “Toto” Caputo ha continuado con nuevas emisiones y tomas de deuda. El incumplimiento de los términos del acuerdo de principios de año fue verificado por el FMI en su primera revisión. Sin embargo, de manera sorprendente, el FMI otorgará un “waiver” (perdón) y desembolsará otros 2000 millones de dólares a la brevedad. Este “perdón” solo profundiza la inquietud sobre los verdaderos intereses detrás de estos movimientos financieros.
Los datos oficiales del INDEC y el Ministerio de Economía son contundentes: en 2024 se perdieron 13.000 pymes, una cifra aún mayor a la que veníamos manejando. La actividad económica sigue en desaceleración respecto al mes anterior , y aunque se observe un “crecimiento” interanual, no podemos olvidar que la base comparativa de 2024 fue bajísima, y los valores actuales son inferiores a los índices de 2023. Los informes del BCRA confirman un rápido aumento de cheques rechazados por falta de fondos, y una creciente morosidad en tarjetas de crédito y préstamos. La economía de las familias y las pequeñas empresas está en jaque.
Argentina necesita, con urgencia, un cambio radical en su matriz productiva. Necesitamos diversificar las actividades que generen ingresos directos endivisas, realizar las inversiones necesarias para exportar gas, y reemplazar el sistema de declaraciones juradas en minería por un control efectivo de lo que se extrae de nuestro suelo. Al igual que China y Rusia, debemos arancelar fuertemente nuestros metales y tierras raras, impulsar la industrialización de los productos agropecuarios y retomar con fuerza el desarrollo de la ciencia y tecnología, restableciendo instituciones clave como el INTI y el INTA.
Para lograr estas transformaciones, se requiere inversión, tiempo, una renegociación integral de la deudaexterna y un tipo de cambio competitivo. Pero, por sobre todas las cosas, necesitamos un fuerte apoyo y respaldo popular para quien encabece este camino. Y es ahí donde reside el mayor desafío: aunque la salida económica es clara para muchos dirigentes, la dificultad está en conseguir la paciencia y el respaldo del pueblo.
Desde nuestro propio espacio, es fundamental aprender de los errores delpasado y evitar las críticas internas estériles. La derecha avanza rápidamente, capitalizando aquello que no pudo concretar antes. Es hora de que el PJ y sus aliados muestren inteligencia y generosidad. No podemos ganar las elecciones conlosmismosdesiempre,estigmatizadosomarginados,justaoinjustamente.
A los “corsarios” se les debe ganar en las urnas. Después, será imperativa la cohesión, la generosidad y la unidad en torno a objetivos claros. El futuro de Argentina depende de que logremos revertir este rumbo, antes de que el patrimonio nacional se haya rifado por completo.
Por Ariel Chiarotti