Esta semana todos los hechos y disquisiciones posibles han quedado opacados por la resolución de la Corte Suprema de Justicia al rechazar el recurso de queja y confirmar así la condena de Cristina Fernández en la causa vialidad.
Este hecho conmocionante nos retrotrae a una pregunta que formuláramos en ediciones anteriores: ¿es posible la democracia en el país que se está conformando? Una posibilidad cada vez más dudosa.
Aparecen datos preocupantes en la economía con un número creciente de cheques rechazados poniendo de manifiesto las dificultades de las empresas. No es mejor la situación de individuos o familias en general con aumento en la mora del pago de préstamos personales o de tarjetas de crédito. El deterioro del poder adquisitivo de los salarios causa la caída en ventas en los supermercados o el cierre de kioscos.
Y se producen numerosos conflictos como los reclamos de jubilados, del personal de hospitales o de universidades. Todo reflejo de un estado de desintegración del país que hace inviable un proyecto de democracia.
Y todo culmina con un fallo judicial aberrante. Una causa amañada y discutida en todo su desarrollo. No entraremos en detalles técnico jurídicos que nos superan. Sólo recogemos algunos comentarios como el que diera el actual Ministro de Justicia de la Nación cuando consideró que no hay relación causal de lo actuado por Cristina Fernández con los hechos de corrupción investigados.
Sí podemos establecer comparaciones con otros sucesos en el ámbito judicial como la designación por decreto de dos de los tres jueces de la Corte.
Las causas de otros expedientes nunca fueron apropiadamente aclaradas como la causa del Correo o el blanqueo de bienes por parientes directos de funcionarios. Las denuncias efectuadas duermen el sueño de los justos. También hemos asistido este año a una cripto-estafa vergonzante sin que la investigación prospere.
Todo esto ha llevado a la conclusión de que el objetivo es la proscripción de Cristina Fernández luego de fallar la sanción de ficha limpia, un viejo anhelo del poder tradicional representado en la figura de Mauricio Macri. Y la respuesta del campo nacional ha sido contundente: unidad. Ha sido notoria la reunión en sede del Partido Justicialista de dirigentes que hasta ayer aparecían como distanciados. Y continúan las convocatorias oficiales y las movilizaciones populares a lo largo y ancho del país. Se recibió además la solidaridad de otros espacios políticos que advierten el enorme peligro de dejar en manos del Poder Judicial, servil del poder oligárquico, la decisión acerca de las candidaturas políticas.
Tal como reclamábamos se dejan de lado diferencias mezquinas para reconocer que el verdadero problema está en el proyecto de entrega que condena a nuestro pueblo. Tal como lo expresara Cristina Fernández es necesario interpretar las necesidades populares para reunir fuerzas que permitan desarticular la entrega y retomar el camino de la independencia. Patria sí, colonia no.
Por Miguel Re