Es una frase que hemos escuchado a menudo. La salud es fundamental para el desarrollo y la vida de los seres humanos.
El tema de la salud ha salido a la palestra en estos días a partir del conflicto que se ha generado a raíz de la situación en la que se encuentra el Hospital Garrahan, ubicado en la ciudad de Buenos Aires. Bajos salarios y dificultades con el equipamiento han sido los principales problemas señalados.
Luego de diversos ataques, como son usuales por parte de LLA, el gobierno nacional hizo una oferta informal a los médicos residentes proponiendo un incremento de aproximadamente 60%, que devolvería el poder adquisitivo a los niveles del comienzo de este gobierno.
Sin embargo la oferta ha sido rechazada, entre otros motivos, por sectaria y falta de claridad. Así el conflicto sigue.
Este conflicto ha puesto en evidencia que los ingresos de los médicos residentes son similares en otros hospitales del país. No es sólo un problema del Hospital Garrahan.
Al mismo tiempo se ha puesto en evidencia la desatención de pacientes con algún tipo de discapacidad. Con la habitual excusa de posibles casos de corrupción se suspenden ayudas, por ejemplo, a pacientes con síndrome de down, obligándolos a certificar nuevamente su condición. Un obvio absurdo.
En particular en este último caso el gobierno eligió como adversario a un niño de 12 años con síndrome del espectro autista. Una vez más violencia y desvergüenza.
A pesar de sus anuncios, la salud no constituye una prioridad para este gobierno que sólo se interesa en acumular divisas para sostener el carry trade.
Se suman a las protestas de estos sectores los reclamos de jubilados que todos los miércoles concurren al congreso, los reclamos de los universitarios, los feriantes de la salada o el colectivo ni una menos.
Así los enemigos elegidos por este gobierno gozan de buena salud ya que las movilizaciones que se dan obligan al gobierno a reconsiderar o disfrazar sus decisiones. De esta manera los sectores que reclaman marcan el camino de la resistencia al desmantelamiento de la Nación y sus instituciones. Y los reclamos deben hacerse en unidad. Es imprescindible la unificación de los reclamos y darle la proyección política necesaria no sólo para defender lo logrado sino que también para avanzar en las mejoras para satisfacer las necesidades actuales de nuestro pueblo.
Es necesario lograr mayorías suficientes en el Congreso de la Nación y olvidarse de las pequeñas internas para que la política pueda interpretar los reclamos de la población.
Por: Miguel Re
