“Entre mi suerte y la de ustedes me quedo con la mía. Mi esposa y mi hija, a través de sus lágrimas verán en mí un idealista sacrificado por la causa del pueblo”.
Las mujeres de ustedes, hasta ellas, verán asomárseles por los ojos sus almas de asesinos. Y si les sonríen y los besan será para disimular el terror que les causan. Aunque vivan cien años sus víctimas les seguirán a cualquier rincón del mundo donde pretendan esconderse. Vivirán ustedes, sus mujeres y sus hijos, bajo el terror constante de ser asesinados. Porque ningún derecho, ni natural ni divino, justificará jamás tantas ejecuciones”.
Aramburu no vivió 100 años, antes fue condenado bajo los cargos históricos de traición a la Patria y al Pueblo y ajusticiado por la milicias peronistas en una acción que el propio Juan Perón calificó como “deseada por todos los peronistas”.
Juan José Valle es otro de nuestros fusilados que vive, en este caso en el alma de nuestro pueblo como ejemplo de dignidad patriótica que guía para siempre nuestras luchas.
Por Hector Amichetti