Si bien el lawfare (guerra judicial) ha tomado una dimensión inusitada en los últimos tiempos, no es un fenómeno nuevo. La historia argentina está plagada de casos testigos. Ya la Asamblea de 1813 les hizo juicio a varios miembros de la Primera Junta. Principalmente a Mariano Moreno, que ya había sido asesinado en alta mar y desaparecido. Todos los días salía en la prensa un nuevo cargo contra alguno de los hombres de mayo.
-A Juan José Castelli, que en esos meses agonizaba por un cáncer de lengua, lo acusaron y procesaron por degenerado y por haberse quedado con dineros públicos en al Alto Perú (Bolivia).
-A Manuel Belgrano lo enjuiciaron dos veces, después de las derrotas en Paraguay (Paraguarí y Tacuarí) y de las derrotas en el Alto Perú (hoy Bolivia, Vilcapugio y Ayohuma). Ambas veces tuvieron que absolverlo porque todos los testimonios fueron favorables a él.
-A San Martín lo acusaron de abrir una cuenta irregular en Londres con dineros turbios y de haberse «robado» el Ejército de Los Andes. «San Martín está lejos, y eso es lo mejor que nos puede pasar», escribió Bernardino Rivadavia a Manuel García, luego de mandar al exilio al Padre de la Patria.
-A Manuel Dorrego intentaron hacerle un juicio amañado, pero Juan Lavalle, quien le había dado un golpe de Estado, decidió cortar por lo sano y fusilarlo. «La gente baja, ya no domina, y a la cocina se volverá», dijo Juan Cruz Varela, luego del fusilamiento del «Padrecito de los Pobres». El otro instigador del golpe de Estado de Lavalle y del magnicidio, Salvador María del Carril, con el tiempo fue presidente de la Corte Suprema de Justicia.
-A Juan Manuel de Rosas lo difamaron. Después de la Batalla de Caseros y de su exilio, el diputado liberal Nicolás Albarellos, dijo en plena Legislatura de la Provincia de Buenos Aires: «No puede librarse a la historia el fallo de Rosas. No señor, no podemos dejar el juicio de Rosas a la historia, porque si no decimos desde ahora que era un traidor, y no enseñamos a odiarlo, Rosas no será considerado por la historia como un tirano, quizá lo sería como el más grande y glorioso de los argentinos». Ese año se sancionó en esa legislatura una ley declarando a Juan Manuel de Rosas como «traidor a la Patria».
-A Hipólito Yrigoyen lo acusaron de todo tipo de corrupción y de negociados. Después del golpe de Estado de 1930, el líder nacional y popular del radicalismo fue preso y su casa fue saqueada por una horda de odiadores, como las de siempre. Matías González Sorondo, político conservador y asesor de la Standard Oil (hoy Axion, propiedad de Rockefeller) y ministro del Interior del dictador Uriburu, dijo: «El yrigoyenismo está compuesto por una horda, un hampa que había acampado en las esferas oficiales, comprándolo y vendiéndolo todo, desde lo más sagrado hasta el honor de la Patria».
Y el senador Benjamín Villafañe, en pleno recinto de la cámara alta, dijo: «Al yrigoyenismo lo forman 110 mil prontuariados en la sección Robos y Hurtos, 60 mil pederastas y 50 mil más que viven al margen de la ley».
-A Juan Domingo Perón, ni hablar. Ya lo habían llevado preso a la isla Martín García siendo secretario de Trabajo en 1945 cuando se produjo la pueblada del 17 de octubre, que cambiaría para siempre la historia argentina. Pero después del golpe de Estado que lo derrocó, en 1955, le hicieron innumerables denuncias de corrupción, e incluso, de abuso de menores.
A estos, no.
Quienes nunca fueron condenados por la Justicia argentina, son los siguientes:
-Bernardino Rivadavia, entregador de la Patria, no sólo fue quien tomó el empréstito Baring Brothers, el que inaugura la deuda externa, empréstito de un millón de libras esterlinas, de las cuales la mitad fue para sobornos y corrupción. Pero, además, creó los primeros bancos con capitales enteramente ingleses, propiciando la total dependencia del Imperio Británico.
-Lavalle, golpista y asesino de Manuel Dorrego.
-Bartolomé Mitre, responsable del exterminio de 30 mil gauchos montoneros, responsable del genocidio del pueblo paraguayo en la Guerra de la Triple Alianza, entregador de los ferrocarriles y el sistema financiero al Imperio Británico. De él, Homero Manzi dijo: «Mitre era tan cobarde que tuvo que inventarse un diario para que lo defendiera de la historia».
-Domingo Faustino Sarmiento, cuya corrupción llegaba a tal límite, que en sus viajes pasaba como gastos oficiales las borracheras y las visitas a los prostíbulos. En la epidemia de fiebre amarilla de 1871, huyó de Buenos Aires y dejó abandonada a la población.
-Julio Argentino Roca, responsable del genocidio del pueblo nación mapuche en la mal llamada Campaña del Desierto.
-Tampoco fueron condenados por la Justicia argentina los dictadores José Félix Uriburu, Pedro Eugenio Aramburu ni Juan Carlos Onganía. Hay que hacer la salvedad de que sí fueron condenados los genocidas de la última dictadura cívico-militar.
-Carlos Menem, si bien fue juzgado y condenado por varios delitos de corrupción, fue senador de la Nación hasta casi su muerte.
-Mauricio Macri, tiene infinidad de denuncias por corrupción y otros delitos, pero ninguna fue llevada a juicio por la Justicia argentina.
-Javier Milei, tiene muchas denuncias por estafa por el escándalo de la criptomoneda «Libra», que él promocionaba, pero la Justicia argentina recién está empezando a investigar.
Por Mariano Saravia