Pablo Grillo recibió el alta médica después de pasar casi tres meses internado con una herida en su cabeza que le provocó el impacto de un proyectil de de gas lacrimógeno proveniente de un oficial del Gendarmería. El fotorreportero estaba haciendo su labor en la marcha de jubilados del 12 de marzo cuando fue víctima de la brutal represión de las fuerzas armadas.
“Fue un nuevo parto esto, revivió. Los primeros días fueron muy graves”, dijo Fabián Grillo, el papá de Pablo, en las puertas del Hospital Ramos Mejía. La vida del fotográfo estuvo en riesgo, el disparo le ocasionó la pérdida de masa encefálica.
El joven continuará con la rehabilitación en otro centro de salud: “Será un trabajo multidisciplinario. Tienen gimnasios. Hará trabajos de kinesiología y de conducta. Si es necesario que reaprenda afeitarse, que lo reaprenda. Todo para volver a ser independiente. De ser necesario, lo reeducarían. Obviamente caminar, desenvolverse, la motricidad fina y la memoria”, detalló.
Emocionado, el papá expresó que el alta fue “sorpresiva”. A principios de abril los médicos le habían anunciado que sería trasladado a la sala de rehabilitación, pero en pocas horas Pablo se desmejoró, volvió a terapia intensiva y tuvo que ser operado por segunda vez. “Cambiate que te vas”, cuenta Fabián que le dijeron por la mañana.
En la misma línea, Fabián le agradeció al personal de salud que cuidó a Pablo, y dijo que “lo público funciona”. A lo que agregó: “Hay que mantenerlo, poner plata e invertir. Sostener y pagar bien a los profesionales”.
fUENTE: La nUEVA mAÑANA
