El pasado miércoles 12 de marzo el gobierno de Milei no permitió que el pueblo se manifestara violando el derecho constitucional a la protesta social. La policía de Bullrich se apropió de la plaza y no nos dejó ni siquiera ingresar, porque a las 17hs., horario de la convocatoria, empezaron a tirar gas lacrimógeno y balas de goma, impidiendo que pudiéramos llegar a quienes estabamos movilizándonos hasta Plaza Congreso.
Miles de mujeres y hombres autoconvocados, que se solidarizaron con los jubilados y quisieron acompañar el legítimo reclamo, corrían para resguardar su integridad física ante un gobierno armado hasta los dientes dispuesto a hacer el mayor daño posible.
¿Cómo se explica tanta saña contra gente humilde que se manifiesta frente a semejante injusticia? No alcanza como argumento el castigo a los pocos que reaccionaron generando disturbios, debe ser otra la razón, ya que la brutalidad del aparato represivo era descomedida: policía federal, policía de la ciudad, prefectura naval y gendarmería gaseando, baleado y peleando a gente inocente sin razón alguna (decena de videos de celulares lo atestiguan). El desproporcionado despliegue de fuerzas de “seguridad” fue un claro mensaje al FMI. Fue una demostración de obediencia supina al requerimiento de EE.UU de ajustar a cualquier costo social para imprimir al pueblo argentino y que no se le dé por organizarse políticamente y defender su patrimonio que está siendo saqueado.
La mentira es parte del mecanismo que usa el imperio para imponer su voluntad a fuerza de violencia, demostrando la impunidad de su poder. Así lo evidencia la ministra Bullrich diciendo en televisión que la causa de la grave herida del fotógrafo Pablo Grillo se debe a que “estaba mal ubicado, porque el policía dispara a 45° como indica el protocolo con tanta mala suerte que el cartucho de gas lacrimógeno impacta en un fierro y golpea al fotógrafo”. Miente obscenamente ya que fue exactamente al revés, la barricada fue lo que lo protegió. El impacto en el fierro antes de dar en la cabeza de Grillo frenó un poco el proyectil. Prueba de ello es que arrancó un pedazo de fierro, perdiendo algo de energía antes de darle en la cabeza. Por lo tanto, gracias a que pegó en el fierro, el golpe en la cabeza fue menor, y no mayor, como dice ella. Y los policías no tiraban para arriba como afirma Bullrich, lo hacían a quemarropa, en sentido horizontal, por encima de la cintura. Le tiraron a matar. Tanta impunidad no se tolera más.
Hay que abrir los ojos antes de que sea demasiado tarde. A la Argentina no le temen por lo que es hoy, sino por su potencial, por lo que su historia demuestra que es capaz de hacer. Su desarrollo industrial y tecnológico en materia energética, siderúrgica, naval, nuclear, aeronáutica, ferroviaria, automotriz, etc. representa un mal ejemplo para toda la Patria Grande y significa la rebelión del esclavo que los imperios de turno han intentado frenar. Por eso Winston Churchill dijo que había que “impedir el desarrollo de la Argentina porque podría poner de pie a toda América Latina”.
Hoy la Argentina es un territorio ocupado por la entente imperialista EE.UU-Reino Unido-Israel, la embajada norteamericana es la conducción estratégica y Milei es un buche del Mossad, la hipótesis de máxima de la embajada, la de destrucción del Estado argentino con motosierra, sin anestesia; como Bullrich era la de media y Massa la de mínima, con algunos placebos pero destrucción del Estado al fin. Por lo tanto, seguir apostando por falsas opciones es un juego perdido. Ningún político profesional enfrenta el real conflicto, todos obedecen la geopolítica norteamericana y sostienen el modelo liberal de agro exportación, saqueo, economía financiera, privatizaciones y desocupación. Lo que no anda es esta colonia yankee en la que han convertido a nuestra Patria. Urge la necesidad de que el pueblo tome conciencia de que la única salida es un proyecto de liberación que tome el toro por las astas. Esto es, recuperar el Estado Empresario y desarrollar las industrias estratégicas reactivando las PyMEs proveedoras para producir, manejar costos, definir precios, controlar los mercados y alcanzar el pleno empleo. Trabajo genuino, estable y seguro, con todas las garantías sociales, para emancipar al pueblo oprimido y alentarlo a que vaya por más: vivienda, salud, educación, cultura y filosofía. Creando un sujeto colectivo nuevo, que pueda pensar y darle un sentido a la vida y al mundo.
Por Bárbara Solernou
Social 21 La Tendencia



