Las reacciones al gesto de Musk, los elogios al discurso de Eduardo Galeano, perdón quise decir el de la obispa episcopal en la asunción de Trump y el revoloteo automático en torno a los dichos de Milei sobre la cuestión “woke”señalan con bastante evidencia que realmente giramos en torno a su universo.
WOKE es despertar, y eso es lo que se defiende y reivindica. Frente a un supuesto adormecimiento o ceguera propuestos desde el otro lado.
Pero el problema se puede y se debe plantear de manera diferente.
Efectivamente “woke”es “despierto”. Pero, realmente, necesitamos dormir. O sea, por un momento, separar el cuerpo del goce. Eso es dormir, para eso sirve. Por eso lo deseamos. Por eso mismo también nos negamos.
No queremos separarnos de nuestra lucidez que disfrutamos tanto. Gozamos de ella.
Es por lo que nos reprochan, aquello por lo que quizás nos odian. No faltan razones.
De hecho es lo mismo que nos fascina y nos hace responder como si fuéramos la revista anfibia hecha legión, y a girar en torno a Milei como satélites.
Fascinación de nuestra propia derrota. Encantos encantadores del consuelo frente a la verdad.
No será la primera vez que pasa y no hay por qué pegarse latigazos. Pero vale la pena DORMIR un rato.
Por Néstor Borri