Por si algún gobernante de cualquier nación latinoamericana alimenta ilusiones fruto de una relación íntima con Estados Unidos.
Donald Trump acaba de declarar:
“Estados Unidos no necesita a Latinoamérica, ellos nos necesitan a nosotros”.
Pasan los siglos y nada cambia.
“América para los americanos” proclamó el presidente James Monroe en diciembre de 1823.
Intentaba ser una advertencia a los europeos en caso de que intentaran retomar control de las naciones latinoamericanas que se habían declarado libres e independientes.
“Ellos nos necesitan a nosotros”.
Sin embargo…
En 1833 Gran Bretaña ocupó nuestras Islas Malvinas con la complicidad de los Estados Unidos.
En 1848 Estados Unidos invadió México y se robó para siempre más del 50 por ciento de su territorio.
Luego vendrían periódicas invasiones con sus marines a República Dominicana, Panamá, Nicaragua…
Durante el período de la “guerra fría” su “manto protector” contra el peligro soviético consistió en promover golpes militares y apuntalar dictaduras en todo el continente.
Inspirado en la doctrina Monroe con la actualización nacesaria en tiempos de globalización, Donald Trump plantea reapropiarse del canal de Panamá para proteger a los hermanos latinoamericanos del peligro comercial chino.
Liquidar de la manera que sea a los gobiernos de Cuba, Venezuela y Nicaragua, no sea cosa que confundan al resto de los países con una práctica de democracia de nuevo tipo.
Teniendo en cuenta que las finanzas de América Latina no dan para explotar en plenitud sus inmensos y estratégicos recursos naturales, tomar control de ellos a través de sus multinacionales, comenzando por territorio argentino, gobernado por un personaje amigable, por no llamarlo servil.
Pero, a diferencia que aquellos tiempos de Monroe, el añejo plan estadounidense que ahora desempolva Trump es más una demostración de debilidad que de fortaleza, el fin de la historia que proclamaban victoriosos allá por los años ’90 ha chocado con el renacer de un conjunto de naciones de los siete continentes, que han decidido fortalecerse en la cooperación.
Por qué negarlo, ante este escenario mundial América Latina se encuentra anémica, llena de cicatrices por los golpes recibidos, pero la historia la coloca una vez más ante el enorme desafío de integrarse como Patria Grande.
No hay otra opción, ese es su único destino.
Los pueblos de Nuestra América, indefectiblemente, harán renacer muy pronto el espíritu emancipador de Bolívar y San Martín, de Sandino, de Juan Perón, Getulio Vargas y Lázaro Cárdenas, del Comandante Fidel Castro y Salvador Allende, de Torrijos, de Chávez, de Néstor y de infinidad de patriotas que entregaron su vida a lo largo de la historia.
Y como decía “El Apostol” José Martí, gran poeta y combatiente de la Patria Grande, llegado el momento oportuno:
«¡Los árboles se han de poner en fila, para que no pase el gigante de las siete leguas!».
Por Héctor Amichetti