El camino para la victoria

movimiento nacional y popular
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El asesinato fusilamiento del comerciante cocalero en la provincia de Salta evidencia el deseo de represión y sangre que alienta a los llamados libertarios (en realidad liberticidas). Ya no es la vieja oligarquía criminal la que está por detrás, es el capital financiero trasnacional que pretende quedarse con nuestro país.

Por primera en su larga historia, y desde la derrota electoral del 2023, el peronismo o el movimiento N&P ha perdido el favor y hasta el contacto con las masas inmensas. Algunos sometidos, fruto de la colonización, avalan un esquema que los excluye y renace un viejo gorilismo en la clase media. Manifiestan su satisfacción porque “el peronismo ha perdido sus dientes”. Se olvidan que la indigencia y el hambre, aunque no lo parezca hoy, están en las antípodas de la cultura nacional.

Como respuesta ha aparecido una resistencia activa en diferentes sectores, potente aunque no decisiva, no multiplicativa ni generalizada. Son muestras de avances de lucha y de gestación de algo nuevo. El vacío ha empujado hacia adelante, a pesar de la mórbida parálisis de la mayor parte de los movimientos sociales y sindicales, que oscilan entre la impotencia y la claudicación y dela confusión de las grandes masas.

Uno de estos elementos de resistencia radica en los Estados provinciales con los que aún cuenta el peronismo, los que no se han dado vuelta. Los jueces serán renovables en La Rioja, donde se sostienen muchas empresas del Estado; en la Provincia de Buenos Aires se da contención, se satisfacen demandas populares y se apela a la voluntad patriótica general para impedir privatizaciones o para encarar obras de alcance estratégico como el canal de Magdalena.La militancia se incardina con las comunidades sociales o las crean donde puede, el Estado avanza y se transforma como movimiento social.

Las luchas por la reconstrucción del MN&P lo son también por la recuperación de un destino soberano industrial con justicia social. La gran batalla reivindicativa y cultural debe mostrar a múltiples sectores que el proyecto nacional los puede defender mejor que sus viejos amigos de la oligarquía o los nuevos del capital financiero. El proyecto liberticida es para minorías, con un pequeño sector de beneficiarios y un gran mar de desesperados o abandonados.

Sin resolver el problema hayalgunos rasgos interesantes que están apareciendo; la ética y la épica militante, la autocrítica para evitar caminos cerradosy la exigencia de la elección democrática de los candidatos. Todo ello sin caer en estériles vanguardismos y asumiendo los roles de centralización que exige toda pelea social.

Estos desarrollos son necesarios para enfrentar el ataque global permanente del enemigo. El campo Nacional y Popular debe reconstruirse al enfrentarlos. Estas batallas aflojan los lazos de dependencia de la militancia hacia formas limitantes, se fortalecen los sectores combativos y se van perfilando los caminos estratégicos de diferentes corrientes que luchan para gestar una conducción a la altura de la lucha emprendida. El topo de la patria hace su trabajo.

Por Eduardo González.

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