El golpe de estado de 1930

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Durante todo el año ’30 se fue generando una atmósfera de desprestigio del gobierno de Yrigoyen, que serviría como justificación del golpe de estado que estallaría en septiembre: la lentitud burocrática, agravada por el excesivo centralismo en la toma de decisiones y algunos casos de corrupción, produjo un clima de descontento en los sectores medios de la sociedad, fomentado por los grandes periódicos nacionales (“Crítica”, “La Nación”, “La Prensa”, “La Razón”, etc.), que en su totalidad sostenían una línea editorial fuertemente opositora al gobierno. Lo que resultaba intolerable a los sectores dominantes desplazados en 1916, y a los intereses extranjeros, era la presencia de un partido popular en el poder político y no sus “inmoralidades administrativas”, que eran la causa invocada para promover su derrocamiento.

De esta forma se preparó, tanto en Córdoba como en Buenos Aires, el ambiente propicio para que se concrete la primera interrupción constitucional del siglo XX. El 6 de septiembre, el general José Félix Uriburu dirige una sublevación militar que destituye al presidente Yrigoyen y lo traslada como prisionero a la isla Martín García. En nuestra provincia, el general Basilio Pertiné, jefe de la Cuarta División del Ejército, se dirige al Cabildo (sede del gobierno provincial en aquella época), y obliga a renunciar al Gobernador José Antonio Ceballos. De esta violenta manera termina el primer ciclo de gobiernos radicales y empieza la restauración conservadora, durante la denominada “Década Infame” por el escritor y periodista José Luis Torres (Ramos, J. A., 2006).

La Intervención de Carlos Ibarguren

El general Pertiné estuvo apenas una semana al frente del gobierno “de facto” de la provincia: el general Uriburu designó como “Interventor” (cargo previsto en la Constitución, pero ilegal al ser designado por un usurpador de la presidencia como Uriburu) al doctor Carlos Ibarguren, abogado salteño, nacionalista, conservador y adherente a las ideas “corporativistas” (fascistas) de Uriburu. El 15 de octubre, Ibarguren utilizó el Teatro San Martín (por entonces llamado Rivera Indarte) para hacer un acto y pronunciar un discurso que fue transmitido por radio a todo el país. Realizó una enfervorizada defensa de la ideología y la práctica autoritaria que triunfaba en esos tiempos en Europa (en la Italia de Mussolini, en la Portugal de Oliveira Salazar, etc.).

El final de la experiencia corporativista


Ibarguren logró el apoyo de una parte del Partido Demócrata (Guillermo Rothe, Carlos Astrada, Felipe Yofre, entre otros), pero el rechazo de otro sector del mismo partido, encabezado por Emilio Olmos y Pedro J. Frías, que no aceptaba sus ideas fascistas. Este último sector se impuso en la discusión interna del partido y quedaron consagrados Olmos y Frías como fórmula para las futuras elecciones. El proceso electoral tuvo que ser finalmente convocado por Uriburu a nivel nacional ante la falta de apoyo para su proyecto entre los políticos, pero sobre todo en el Ejército, que era liderado por el general Agustín P. Justo, de ideas liberales. El Interventor Ibarguren se oponía a la convocatoria a elecciones, por lo que tuvo que renunciar en mayo de 1931, siendo reemplazado en el cargo por el doctor Enrique Torino.

Por Alejandro Franchini

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