Me proponen una columna periódica de temas nacionales e internacionales y la propuesta es “Palestina”. Como el espacio es limitado y el tiempo que nos tomamos para estas reflexiones también es finito, propongo empezar por el principio.
Decir con el periodista judío Ilan Pappé que “el origen de la violencia en Gaza está en la ideología racista de la eliminación del nativo”, como tituló un artículo publicado en noviembre de 2023 en una revista española “Conversaciones sobre la historia”. En el comienzo de nuestra incursión sobre el conflicto palestino – israelí debe estar este judío no sionista, respetado por sus investigaciones sobre la nakba, la “catástrofe” del pueblo palestino, cuando alrededor de 700 mil ciudadanos fueron desplazados, encarcelados o muertos, al comienzo de la ocupación. En la charla realizada en la Unversidad de Berkley, refiere a que hasta la acción de Hamas sobre las localidades lindantes y la toma de rehenes, había una “lucha particular por la identidad de Israel como una lucha entre el Estado de Judea y el Estado de Israel. El Estado de Judea lo establecieron los colonos judíos en Cisjordania y era una combinación de judaísmo mesiánico, fanatismo sionista y racismo que se convirtió en una especie de estructura de poder que se hizo mucho más notoria e importante en los últimos años –especialmente bajo el gobierno de Netanyahu– y que estaba a punto de imponer su forma de vida al resto de Israel más allá de lo que llamamos Judea y, en cierto sentido, más allá de Cisjordania o del espacio judío en Cisjordania. En su contra se alzó el Estado de Israel o, si se quiere, la ciudad de Tel Aviv, su mayor exponente” Israel estaba al borde de una guerra civil. Eran las movilizaciones contra la reforma judicial que quería imponer el grupo más radical y racista de esa población, a la que se dificulta definir como sociedad, pueblo o inclusive Nación.
Una población trasplantada de distintas partes del mundo, con costumbres distintas, tradiciones y formas de vida de los lugares de procedencia, reclama un supuesto vínculo sanguíneo con antepasados de dos mileños atrás. Tras esa argucia, colonos se apropian de territorios palestinos, población mayoritaria y ancestral, inclusive en los territorios reconocidos en las fronteras de 1947, surgidos del plan de partición de las Naciones Unidas. También de propiedades de católicos, drusos, árabes israelíes o judíos no sionistas. De algunos ejemplos podemos dar fe: Llegan a Sderot u otras localidades pegadas a Gaza y les pagan a las parejas argentinas y de otros países, terrenos robados a los palestinos por el 50% del valor, en cómodas cuotas. Les facilitan autos y todo lo necesario. Les consiguen un trabajo. Sólo tienen que estar armados y hacer vigilias, organizar la defensa del territorio. En todo el mundo, incluído nuestro país, viven reservistas de las FDI -Fuerzas de la Defensa de Israel-, activos dormidos “siempre dispuestos a acudir a la defensa de la madre Patria”. El sionismo no requiere la adscripción a un club. Es una entidad que está allí para organizar la estrategia de ocupación territorial, que por ahora está en una fase de aniquilamiento y despojo en Gaza y Cisjordania.
El sector financiero internacional tiene una raíz en una actividad cuestionada por la religión católica: dice José Luis Fernández Fernández, Director de la españolísima Cátedra de Ética Económica y Empresarial Universidad Pontificia de Comillas ICAI – ICADE: “los judíos se han dedicado tradicionalmente primero al comercio y luego a la banca y a las finanzas por una razón muy sencilla: era lo que se les permitía hacer y lo que nadie quería hacer en una sociedad que por sus planteamientos religiosos estigmatizaba el préstamo de dinero a rédito.” La banca Rotschild era la principal entidad financiera durante el siglo XIX, al momento del Primer Congreso Sionista mundial, celebrado en la ciudad de Basilea, Suiza, el 29 de agosto de 1897. El sionismo es la mayor expresión de los capitales judíos en el mundo actualmente y lidera el sector, que en la etapa neoliberal vigente, de financiarización del capitalismo global, hegemonizan la economía y el modo de acumulación. También la política internacional, obviamente, aliado al mundo anglosajón.
En el orbe hay dos presidentes sionistas: Benjamín Netanyahu y Javier Milei. El primero acaudilla una propia guerra contra los palestinos. El segundo, “topo para destruir el Estado” argentino, lleva adelante un gobierno peligroso para la unidad territorial de Argentina. La Patagonia estaba en los planes del fundador del sionismo y de Israel, Theodoro Herzl, quien en su libro “El Estado Judío” escribió que “La Argentina es, por naturaleza, uno de los países más ricos de la tierra, de superficie inmensa, población escasa y clima moderado”. Ben Gurión, líder del sionismo en la fundación de Israel, consiguió el acuerdo con los ingleses para ocupar tierras de Palestina en 1947, bajo su protectorado. Perón reconoció en 1949 a Israel. Los países árabes en general y el “eje de la Resistencia Islámica” quieren la desaparición del “Ente sionista” del Estado de Israel. El conflicto Palestino – Israelí es uno de los focos abiertos de una guerra entre bloques en la etapa de nacimiento de una nueva multipolaridad, con otros capítulos paralelos como Ucrania (OTAN) – Rusia y la situación en el Mar de China y el estrecho de Malaca. Israel se vuelve inviable. Argentina débil. Como decía el General Perón: la verdadera política es la política internacional.
Por el Dirigente Peronista, Gastón Harispe