Para el Banco Mundial el sector agropecuario argentino necesita “reimaginarse”

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El informe publicado en marzo de 2024, “es una evaluación realizada por el Banco Mundial para el Gobierno de la República Argentina con el fin de respaldar la formulación de políticas públicas y programas relativos al sector agropecuario”. Fue elaborado por un equipo compuesto por Eli Weiss y Joanne Gaskell (co-jefes de equipo), Ezequiel Barbenza, McDonald Benjamín, Julián Folgar, Irene Wasilevsky, entre otros. Se llama “Hacia un sector agropecuario más competitivo, inclusivo y resiliente”.

Para Irene Wasilevsky, especialista en agricultura del Banco Mundial y coautora del informe, “mantener la competitividad global del sector agroalimentario argentino es una inversión en la sostenibilidad económica del país”. “Con un entorno normativo más previsible y consensuado, el sector agroalimentario puede generar beneficios compartidos entre las provincias, los consumidores, los productores y el medio ambiente”, agregó.

El artículo afirma que “el sector agrícola representa el 15,7% del producto bruto interno (PBI) y el 10,6% de los ingresos tributarios de 2021. Sin embargo, en los últimos años el país ha ido perdiendo participación en los mercados internacionales, lo que genera preocupación por la competitividad del sector.” El reporte identifica tres claves para impulsar la recuperación, reforzar la seguridad alimentaria y promover la sustentabilidad: 1-Apoyar a productores familiares; 2- Desarrollar un marco regulatorio estable para el sector; y 3- Mejorar la resiliencia y mejorar la innovación tecnológica.

Lo que no dice el informe, ni el artículo, es la disputa de proyectos contrapuestos que en la Argentina se dirimen, el programa político-económico que define el desarrollo de la Nación. No describe la tensión por el destino que tiene la producción agroalimentaria argentina. Y esto resulta importante porque el Banco Mundial tiene responsabilidad en el desarrollo desigual y combinado que presenta la Argentina actual, ya que, en sus casi 80 años de vida el Banco Mundial no cumplió sus objetivos, no solo en Argentina, cabe aclarar. Este organismo post acuerdo de Bretton Woods, se autodefinido como “una asociación mundial única”, afirma que “las cinco instituciones que lo integran trabajan para reducir la pobreza y generar prosperidad compartida en los países en desarrollo”. Entonces, ¿Qué pasó que la pobreza aumenta al ritmo que se concentra la riqueza en pocos empresarios capitalistas?

El Banco Mundial describe un proceso de concentración del sector agropecuario en la cual la reducción de explotaciones familiares en el período 1988 al 2018 se redujo en un 40%. Lo que adjudica a la menor resiliencia de la agricultura familiar frente al “cambio climático y el contexto macroeconómico”. Es decir que libradas al “mercado” estas unidades productivas, pierden frente a las explotaciones de mayor tamaño, frente a los grandes grupos empresariales del sector.

Otras de las causales, según el Banco Mundial, son “las políticas que han gravado y limitado fuertemente al sector”, refiriéndose a la política de derechos de exportación. “En 2021, Argentina ocupó el segundo lugar entre los países con la tasa más alta de recaudación impositiva por derechos de exportación (el 2,1% del PIB)”. Como así también a la menor “inversión pública de apoyo al sector” tomando como ejemplo el período 2019 y 2021, “el sector aportó USD8.700 millones más que las inversiones que recibió, lo que representa el 2,12% del PIB”, dice el Banco Mundial.

Lo raro del informe es que, si bien toma el período 1988-2018 como el período de desaparición de unidades productivas familiares, las causas que mencionas las toma en los años posteriores. ¿Qué es lo que el Banco Mundial no quiere evaluar desde el período 1998 a 2018? ¿Serán las políticas Neoliberales impuestas en la Región Latinoamericana en la década de 1990?

Seguramente esta parte de la historia no le conviene desarrollar a los autores del informe, ya que la institución que representan o que les paga el trabajo de investigación es participe responsable de la imposición del neoliberalismo y la globalización, como se conoce a esa etapa del sistema social de producción: el capitalismo.

En el trabajo “AC/DC, el agro antes y después de Cristina y Néstor Kirchner”, realizado por el Centro de Estudios Agrarios (CEA_AGRO), se pueden observar los datos del sector agroalimentario argentino antes del 2003 y en 2016. Es un trabajo de investigación y análisis de las diferentes cadenas que componen el sector agropecuario argentino, en el cual compara datos del período anterior a las presidencias de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner, entre los años 2003 y 2015.

Solo por mencionar algunos datos relevantes, antes del 2003 muchos campos se encontraban en remate judicial debido a las malas políticas de financiamiento promovidas por los gobiernos neoliberales de Menem-De la Rúa-Cavallo. Pero no solo eso, por ejemplo, en la producción bovina de carne, la ganadería vacuna, un ícono argentino, medido en dólares el productor en 2003 percibía USD 0,33 por kilogramo de animal en pie (Peso Vivo), mientras que en 2015 el precio percibido por el productor por cada kilogramo de peso vivo, osciló entre USD 1,70 y USD 2,00. Lo cual demuestra una mejora en la captación de la renta por parte del productor ganadero. Mientras que el consumo de carne por habitante por año en argentina rondaba los 60 kg. Es decir que además de ganar el productor los consumidores podían acceder a la carne vacuna.

Para el caso de la producción de carne aviar, un sustituto de la carne vacuna, entre 2002 y 2015 “la faena aviar en millones de cabezas creció un 180%, pasó de faenar 261 millones de cabezas en 2002, a estabilizarse en una faena de 730 millones de cabezas desde 2012 a 2015”. Mientras que “el consumo de carne anual pasó de 17,6 a 39,6 kilogramos per cápita en ese mismo periodo”. En cuanto a las exportaciones aumentó “10 veces más en volumen, pasó de 34 mil Tn en 2001” a más de 335 mil en 2012, y en generación de divisas “pasó de USD 24 millones a USD 512 millones en el mismo período, un aumento de más de 20 veces”.

En cuanto a la producción láctea, la lechería, “en 2002 la producción láctea anual fue 8.500 millones de litros y al productor se le pagaba un precio de 0,076 dólares el litro, lo que llevó a que en 2003 la caída de la producción sea tal que durante ese año se ordeñaron 7.900 millones de litros”. Pero “a partir del 2004, el crecimiento fue exponencial hasta superar los 11.000 millones de litros en 2011, y finalizar en casi 12.000 millones de litros producidos en 2015 (según OCLA)”. Entre 2011 y 2015 el precio pagado al productor se ubicó entre 0,32 y 0,39 dólares el litro, según datos del mismo organismo citado. Y el consumo por habitante por año superó los 210 litros.

A partir de 2016, el gobierno nacional fue conducido por un programa neoliberal, llevado adelante por Mauricio Macri, que se profundizó con la vuelta del FMI con su injerencia a partir de una deuda de USD 45.000 millones, que nadie sabe el destino, con seguridad no fue financiar programas de incentivos agrícolas o de innovación tecnológicas, que el informe del Banco Mundial propone como soluciones.

 La llegada de Alberto Fernández a la presidencia tampoco impulsó políticas públicas como las desarrolladas durante el período 2003-2015.

En definitiva, solo cuando se implementaron políticas públicas agropecuarias bajo la direccionalidad de un programa productivo, federal e inclusivo, se logró mejorar los indicadores productivos en favor de quienes producen y trabajan.

En la actualidad el desafío es mayor, ya que la irrupción de las nuevas tecnologías trastocó los tiempos sociales de producción, superando las contingencias del cambio climático, por ejemplo, entre otras dificultades que se van suscitando en este nuevo tiempo. Pero lo que continúa es el desafío de enfrentar como se distribuye la riqueza, o las “contingencias macroeconómicas” como las llama el Banco Mundial.

*Strasorier es Director del Centro de Estudios Agrarios, Argentina. Maestrando en Estudios Sociales Agrarios (FLACSO) y Analista agropecuario. Rizzo es co-Directora del Centro de Estudios Agrarios, Médica Veterinaria, maestranda en Desarrollo Regional y Políticas Públicas de FLACSO y analista agropecuaria.

Fuente: Motor Económico

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