Pumper Nic: auge y caída de la cadena de comida rápida pionera en la Argentina

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Pumper Nic, la cadena de comida rápida made in Argentina, tuvo su época de esplendor entre la década del 80 y comienzos del 90. La llegada de jugadores internacionales complicó su operatoria.

En los años 80 y 90, cuando el término «comida rápida» recién comenzaba a popularizarse en Argentina, una cadena nacional logró conquistar el corazón y el paladar de los argentinos: Pumper Nic. Con su icónico slogan «La nueva forma de comer” y una experiencia que seducía a los más jóvenes, Pumper Nic se convirtió en un fenómeno cultural que hoy es recordado con nostalgia.

Fundada en 1974 por Alfredo Lowenstein a través de la empresa Facilvén, Pumper Nic se expandió rápidamente como franquicia y se convirtió en la primera cadena de comida rápida argentina. En aquel momento sorprendió el veloz despacho de los pedidos y en seguida se convirtió en el preferido de los jóvenes a la hora de comer.

La mascota del negocio era un hipopótamo verde llamado Nic, que incluso llegó a ser incluido en el cortometraje francés Logorama. La empresa tuvo un crecimiento vertiginoso respaldado por una fuerte campaña de marketing y fondos inyectados por Lowenstein, hermano de otro icónico empresario argentino, Ernesto Lowenstein, creador de la marca de hamburguesas Paty.

En su apogeo, Pumper Nic llegó a contar con más de 70 locales en todo el país, siendo un símbolo de la modernidad y el estilo de vida urbano. Sin embargo, con la llegada de competidores internacionales, la cadena comenzó a enfrentar serios desafíos. La competencia no solo trajo más opciones, sino que también introdujo estrategias comerciales agresivas que Pumper Nic no pudo igualar.

El comienzo de su declive sucedió en 1986 con el desembarco de McDonald’s, la multinacional líder en el segmento de la comida rápida. En aquel entonces la firma de capitales nacionales intentaron estrategias para no perder comensales, pero lo cierto es que en ese momento el público que frecuentaba los locales de comida rápida también era acotado.

Luego, en 1989 llegó a la Argentina Burger King como segundo gran competidor, pero eso no fue todo. La empresa norteamericana obligó a Pumper Nic a eliminar su clásico logotipo y a acortar su nombre comercial a Pumper, dado que ambos eran un plagio de esta.

En plena turbulencia ante el desembarco de grandes competidores, Lowenstein le cedió el control a su hijo Diego mientras él se enfocaba en su negocio de real estate en los Estados Unidos.

Para 1995 la empresa ya había perdido la mitad de los locales que tenían funcionando en pleno auge y muy poco tiempo después Diego Lowenstein le vendió la empresa a un grupo de empresarios inmobiliarios que eran conocidos porque le alquilaban varios de los locales de la firma. Eso si, el ex dueño de Pumper Nic no se alejó mucho del negocio porque en 1996 trajo al país, mediante un joint venture, a la firma de hamburguesas Wendy’s.

Mientras tanto, Pumper Nic seguía perdiendo público y lentamente fueron cerrando sus locales, en 1999 bajó la persiana su último local ubicado Costanero y Salguero.

Lo cierto es que a pesar de su desaparición, Pumper Nic sigue vivo en la memoria colectiva. Las redes sociales y los foros de internet están llenos de relatos nostálgicos y anécdotas de aquellos que disfrutaron de sus productos y su ambiente. En 2018, la noticia de una posible reaparición de la cadena generó una ola de entusiasmo, aunque finalmente no se concretó.

Fuente: Motor Económico

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