Palos, Gases, la Tirania del Statu Quo y la impronta machista de Milei

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El pasado no es solo historia, es también memoria. “No voy a pedir perdón por tener pene”, confesaba Milei hace unos años. Faltaría más. Un presidente de extrema derecha sin pene es como un antidisturbios sin su gas pimienta. Forma parte de la impronta del macho. Ayer en el Congreso se vio la erótica del poder en su pulsión más violenta. Volvieron los palos, los gases, el maltrato, la represión. ¿Cuánto cuesta romper un país? ¿Cuánto cuesta levantarlo? Uno se pregunta si esto es lo que tenía preparado el futuro para nosotros. Tal vez ya es hora de que lleguen las preguntas importantes: “Papá, cómo es posible que no vieras venir un tipo como Milei?”. No, hijo, si eso es lo peor, que lo vimos venir.

Milton Friedman y su esposa Rose, padres del neolioberalismo contemporáneo, y asesores de las dictaduras militar chilena y argentina publicaron en la primera parte de los años ochenta un librito titulado “La Tiranía del Statu Quo”. Su idea central y poderosa sostiene que un Gobierno debe ejecutar la parte más “dolorosa” de lo que pretende en los tres, seis o como mucho nueve primeros meses de su mandato. Luego, sus posibilidades se reducen a la mitad. No habla de violencia explícita. No hace falta. Los palos, los gases, la represión que se necesita para instaurar el modelo se lee entre líneas. Da la impresión que Milei se lo ha leído. En seis meses su gobierno se ha convertido en una inquietante maquina de violentar, de deshumanización del otro. Esa violencia que se ha apoderado íntegramente del Estado, alimentando el miedo, el odio racista , xenófobo, sexista, homófobo, que se transmite en una violencia obscena, salvaje, irracional. Esa violencia tan ligera de piel y huesos. Todo tan naturalizado.

Los enemigos son variados Desde la asistencia pública a la economía al supuesto “marxismo cultural” que alimente la corriente “gramsciana” de dominio de las ideas, de las creencias, de la educación, de la moral, de las artes, del deporte. El fútbol, como expresión cultural, también es un espacio para el enfrentamiento. Es así como fueron a la caza de un Riquelme convertido en un inesperado símbolo de resistencia popular.  

Desde siempre la derecha ha tenido a su favor la banca, las empresas, los jueces, los militares, los abogados, la policía, y desde hace unos años al jugador de fútbol. Hay una larga lista de incondicionales de Milei. Están en su derecho. Faltaría más. Pero sin saberlo, se han convertido en auténticos motores de conciencia de clase para los más desfavorecidos. Esos invisibles que llenan los estadios y los construyen, que compran camisetas a plazos, y que toda la historia de su mundo se reduce a sacar un jornal para seguir tirando con esa sensación de vulnerabilidad en el bolsillo. La lista es larga. Da pereza y tristeza desnudarla. Son muchos. Abbondanzieri es el último “fichaje”. Existen excepciones. De los tres jugadores más importantes del fútbol argentino que salieron de la “villa”, dos se olvidaron de “volver”. El otro, con el orgullo insertado en la médula, no paró de regresar al lugar del que nunca se fue. Desengáñese, Los futbolistas son de derecha, como la banca, las empresas, la mayoría de los medios, los jueces, los militares, los abogados, la policía. Los domingos juegan para usted, entre semana juegan para el mercado.

Por José Luis Lanao, Periodista, ex jugador de Vélez, clubes de España y campeón Mundial ’79

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